Estoy convencida de que nada genera más desconfianza que la honestidad (la de verdad, con todas las letras e implicaciones); si esta se une a la inteligencia, entonces la desconfianza se vuelve hostilidad. Por eso me fascinan esas personas que han puesto su independencia de criterio y actuado honestamente por encima de las afinidades ideológicas, dispuestas (y siempre lo han hecho) a pagar el precio. Es el caso de Margarita Nelken, una mujer fuera de lo común por su cultura y su coherencia que, por ello -y, por supuesto, por ser mujer-, fue menospreciada por los propios y los ajenos, que hicieron todo lo posible por oscurecerla aunque, desde luego, no pudieron acabar del todo con su brillante obra y personalidad...
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