No es la edad, sino el declive, la vejez, que no siempre van parejos en la vida.
Es la vejez la que dificulta que aceptemos lo que la vida nos pone por delante. La no aceptación de una contrariedad nos causa sufrimiento. Su aceptación nos relaja.
Es la vejez también la que nos pone trabas para que no logremos adaptarnos a unas circunstancias nuevas. La vejez pretende que nos anclemos en el pasado, que haya más distancia entre las ideas pasadas y la realidad presente. La no adaptación es también otra causa de sufrimiento.
Ambos sufrimientos se pueden evitar. Piénsalo despacio.