Escribo estas líneas desde un cierto
estado de preocupación. No entiendo muy bien lo que está ocurriendo
en el Congreso de los Diputados ni las reacciones que está
provocando entre bastantes ciudadanos de izquierda.
El 20 de diciembre hubo elecciones.
Antes de que votáramos, cada partido expresó libremente su postura
ideológica, su manera de entender la organización política que
debería tener España y sus recetas para enderezar la vida pública
en nuestro país. Se defendieron proyectos neoliberales, socialistas,
comunistas, radicales, conservadores, animalistas, de derechas, de
izquierdas y de todo tipo. Cada partido lo hizo con la vehemencia que
quiso, con la fuerza que pudo y con la convicción de la que fue
capaz.
Y votamos. Y salieron unos números que
expresaban el deseo de los ciudadanos. A partir de entonces, de lo
que se trataba era de intentar gobernar el país entre los partidos
que habían sido elegidos por los ciudadanos. Naturalmente, ninguno
de los partidos elegidos podía renunciar a toda su ideología, a
todas sus propuestas, pero tampoco creo que podía exigir ninguno de
ellos que las suyas fueran ineludiblemente aceptadas por los demás.
No creo que pueda admitirse que, en la situación actual del Congreso
de Diputados español, haya una especie de minorías absolutas,
de grupos cuyo programa sea irrenunciable, ni por ser de izquierdas
ni por ser de derechas.
Me parece que lo que la situación
actual requiere es que los partidos de derechas dejen de ser algo de
derechas y los de izquierdas cedan algo en su izquierdismo, para que
se pueda alcanzar un acuerdo de gobierno que, sin satisfacer
plenamente a todos, permita que todos puedan ser gobernados
razonablemente.
Esta debería ser la misión de los 350
diputados del Parlamento actual. Y si no son capaces de alcanzar ese
acuerdo y de lograr un gobierno, que es lo que la ciudadanía les ha
encomendado, que lo reconozcan. Si hay que ir a una nuevas elecciones
porque estos políticos no han sido capaces de realizar su trabajo,
se va, pero entonces, que en esa nueva convocatoria renuncien a
presentarse todos los candidatos actuales. Todos, sin excepción.