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sábado, 19 de febrero de 2022

Ven enemigos por todas partes




 A la derecha ultra no le basta con odiar a las izquierdas ni con mostrarle toda la ordinariez de la que es capaz de hacer uso. Ahora, entre ellos, muestran también los mismos odios y las mismas maneras. Seguramente es que son así, porque en la caverna no saben nada de finura ni de mentes limpias ni de servicio público.

Y la prensa impresentable presenta el asunto como si uno fuera el bueno y el otro el malo, pero no hay por dónde acercarse a ninguno de los dos. El que no cobra comisiones organiza espionajes. El que no miente un día miente al siguiente. Ninguno de los dos tiene la talla mínima para ser un servidor público honesto.

Y, mientras, la ultraderecha se frota las manos y ve más cerca la posibilidad de llegar al poder. Son peores, más toscos, más burdos, con menos formación humana (si eso es posible).

¿Habrá alguna vez en este país una derecha civilizada que no tenga nada que esconder?

miércoles, 6 de octubre de 2021

Entender las derechas




 Oímos a la ultraderecha y a la derecha ultra que están en contra de la ley de eutanasia, y de la ley del aborto, y de la subida de las pensiones y los sueldos, y de subir los impuestos a los más ricos, y de mejorar los servicios médicos, y de favorecer el derecho a la vivienda de los más vulnerables, y...

¿En nombre de qué defienden estos disparates? No parece que sea en nombre de la democracia, puesto que estas leyes han sido aprobadas o pretenden serlo democráticamente. Podría pensarse que quizá fuera por cuestiones religiosas. Pero un católico, por definición, no debe ir contra su Papa, y estos que hablan así no tienen inconveniente en criticarlo, incluso en llamarlo despectivamente “ciudadano Bergoglio”. Por otra parte, tampoco destacan por que sus actos se adapten mucho al Evangelio. Muy creyentes parece que no son, y no parece que sea la religión la que les mueva a decir y hacer estas cosas que van tan en contra de los derechos de tantos ciudadanos. Si no es por cuestiones políticas ni por cuestiones religiosas, ¿qué es lo que mueve a la ultraderecha y a la derecha ultra a actuar así?

Lo que les mueve a ir tan claramente contra el bienestar de los ciudadanos, contra las leyes democráticamente aprobadas y contra todo lo que sea menester es, en mi opinión, la economía. La economía suya, que es una economía egoísta, salvaje, excluyente de los demás, embaucadora, mentirosa, que, por ejemplo, a un señor que se dedica, con tres o cuatro más, a pintar casas, o que tiene un taxi, les hace creer que son equiparables a los grandes empresarios, y que tienen que pensar y actuar y votar como ellos. Pobres de quienes les sigan el juego a esta gente sin alma. El único criterio con el que miran la ultraderecha y la derecha ultra es el de su propia economía, no la de los ciudadanos. Ahora, cuando el Gobierno intenta garantizar el acceso a una vivienda de los más vulnerables, hablan de ¡la libertad de los dueños de pisos para subir los precios! Jamás piensan en los ciudadanos. Desean el poder, necesitan el poder, pero para hacer leyes que les beneficien a ellos, que les aporten beneficios, aunque sea a costa de rebajar sueldos, rebajar pensiones, rebajar servicios públicos, rebajar prestaciones y hacer malvivir a los demás para que puedan vivir bien ellos. Si quieres entender lo que pretenden estas derechas españolas, tan poco europeas, tan antiguas y tan embrutecidas, deja de mirar banderas e himnos, olvídate de procesiones y de clérigos, no escuches sus promesas, no caigas en sus trampas: obsérvalos solo desde el punto de vista de su propia economía, de sus exclusivos intereses. Sólo así los entenderás.

martes, 27 de abril de 2021

Por razones éticas




 Nadie pide que no se tenga en cuenta a la ultraderecha por razones políticas, sino por razones éticas: por discriminar a las personas de otras etnias, a las mujeres, a los mayores, a los extranjeros y a quienes les interesa, por no respetar a los otros, por usar el bulo y la mentira, por defender la violencia y por ser antidemócratas. No se puede tratar a los seres humanos como pretenden ellos. Esto de la ética no lo entienden las derechas ni les interesa entenderlo.

sábado, 24 de abril de 2021

Responderle a la fascista o no responderle



Hay una discusión sobre la conveniencia o no de responderle a la fascista maleducada que mandó ayer la ultraderecha al debate de la SER.
Cualquier demócrata consciente sabe que ser demócrata es ser antifascista. El fascismo no se tolera en ningún país civilizado. Nosotros estamos aún a medio hacer y por eso pasa lo que pasa. Lo lógico sería no responderle, tratar a los fascistas como si no existieran y procurar que se consumieran ellos en su propia salsa.
Pero la lógica muchas veces se queda en mera teoría, y la situación real que se dio ayer es que una fascista provocadora, sin humanidad y sin escrúpulos, quiso abusar del mecanismo democrático del debate para sacar rédito de su provocación, hacer que todo el mundo esté hablando de ella -muchos, mal- y que de esa forma estén todos haciendo gratis propaganda del fascismo.
Creo que quienes se merecen que se le responda a esta impresentable señora son los oyentes del debate. Es por aclararles las ideas a ellos por lo que habría que haberle contestado, aclarando qué es la democracia, qué es un debate democrático, por qué hay que condenar las amenazas de muerte y por qué era intolerable su actitud en el acto. Una vez hecho eso, creo que habría que hacerle el vacío y tratarla como si no existiera, porque de hecho, como demócrata, no existió.
Me conformaría con que los oyentes se dieran cuenta real de lo que se nos vendría encima si esta fascista llegara al poder. Ya con la otra de la derecha extrema hemos tenido un adelanto.

jueves, 13 de junio de 2019

Buenas noches. Violencia intrafamiliar




Se denomina Violencia de Género cualquier violencia -física o psíquica- que los hombres ejerzan sobre las mujeres, por el hecho de ser mujeres, y en virtud de que algunos hombres se consideran superiores a ellas.

El concepto de Violencia de Género está universalmente admitido y todas las universidades serias tienen departamentos de estudios desde la perspectiva del género.

¿A qué responde que los señores -¡y las señoras!- de Vox se empeñen en no admitir esta expresión y que hablen de violencia intrafamiliar? Lo que está detrás de la Violencia de Género es una ideología machista, que supone a los hombres superiores a las mujeres, que deben ser sumisas y obedientes a los hombres, hasta el punto de que los hombres pueden disponer a su antojo de sus cuerpos, de su tiempo y de sus vidas.

Es a este machismo a lo que no quiere Vox renunciar. Quiere diluir el problema y para ello pretende introducir en el mismo saco la violencia que esporádicamente algunas mujeres ejercen sobre los hombres o la que pueda alguien ejercer sobre una persona mayor o un niño. No quieren darse cuenta de que las causas de la violencia no son las mismas en todos los casos, hasta el punto de no tener nada que ver unas con otras, pero de esta forma, la idea de 'género', de pretendida superioridad de lo masculino sobre lo femenino, intenta ser escondida, presentando solo los efectos de cualquier violencia. Son machistas que esconden su machismo, pero que lo siguen admitiendo, porque les interesa.

El disparate es una construcción ideológica alejada de la realidad de cada día y que supone absurda y gratuitamente que toda la violencia tiene lugar en el ámbito de la familia. ¿No se han dado cuenta de que hay muchos casos de violencia en donde no hay por medio ninguna familia? Cuando en Aranjuez un hombre mata a sus excuñadas y hiere a su exsuegra, ya no había familia. Eso es violencia de género, pero no es intrafamilar, ni siquiera tomada esta en sentido amplio, como dicen. Los novios no forman una familia. El asesinato de prostitutas no tiene lugar dentro de una familia. El trato degradante a amigas y mujeres cualesquiera no tienen lugar en ningún ámbito familiar.

La ideología machista de Vox, a la que no quiere renunciar, se les nota en cuanto se analizan sus palabras. Creo que son, por eso, muy peligrosos para la sociedad, para las mujeres y para la democracia. Y el PP, porque desea tener poder para que les dé dinero, tragando con cualquier cosa, como siempre. Y el impresentable Rivera, con un Ciudadanos que se le desmorona entre los dedos, dando un ejemplo de infantilismo, de hipocresía, de ser mucho más de derechas de lo que dice y de inmadurez política que da vergüenza. Con la lata que dio con lo de la regeneración.

Buenas noches.

martes, 21 de mayo de 2019

Buenas noches. Individualismo




El neoliberalismo nos dice que la prosperidad y el bienestar son asuntos individuales y que cada ciudadano debe ingeniárselas para encontrar en su vida las mejores condiciones posibles. No caben planteamientos colectivos, sociales, porque -dicen los neoliberales- la economía los echa abajo. Lo que hay que hacer es asumir un individualismo eficaz. La prosperidad general será, si se consigue, la suma de las prosperidades individuales. Hay que adelgazar, en todo caso, el Estado, reducir los impuestos y promover las iniciativas individuales. Y que cada cual espabile. Este es el trasfondo económico e ideológico de los partidos de centro, derecha o ultraderecha -según convenga autocalificarse en cada momento- con los que convivimos.

Me resulta muy curioso cómo este neoliberalismo fomenta el individualismo, aísla al ciudadano de todos los demás y lo embarca a su suerte, sea rico o pobre, en el camino de encontrar su bienestar. Y, sin embargo, hay momentos, como los de las elecciones, en los que procura que el individuo se olvide de que está aislado y quiere que se una a los demás para aplaudir y votar en masa un proyecto común -o, sea, para todos- que le promete una sociedad mejor y un mundo más confortable. No acabo de entender estas maniobras de aislamiento y posterior unión, para luego, en cuanto acaban las elecciones, volver a ese aislamiento que defienden como el estado propio del ciudadano. No sé si es manejo, embaucamiento, mentira, utilización, una farsa o un método de explotación de los ciudadanos para satisfacer los intereses ocultos de los dirigentes neoliberales. 

Buenas noches.


miércoles, 8 de enero de 2014

Lo que veo cuando miro. No hay derecha





En España no hay prácticamente derecha. Lo que hay es ultraderecha, aunque ellos mismos, en su mayoría, no se consideren así. Una derecha civilizada defendería como valor supremo la libertad en todos sus aspectos, pero estos neoliberales de aquí sólo defienden la libertad económica, aquella en la que ellos pueden incidir porque tienen dinero. De las otras libertades no quieren saber nada. Es más, como son políticamente fascistas, lo que quieren es tener sojuzgados a los ciudadanos, reducirlos a la mera de condición de súbditos obedientes y por eso recortan todas las libertades y todos los derechos que tenemos. Es la de estos ultras una actitud muy simplona, muy tosca y muy poco humana, pero muy pocos se dan cuenta del peligro que supone estar rodeados de este tipo de gente. Hay demasiadas personas sin criterio, sin educación, sin un sentido de lo humano, que no acaban de enterarse que estos ultras les pueden hacer daño en cuanto quieran. Incluso, dado el momento, van y los votan. Es un país muy peculiar este. Buenas tardes.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Lo que veo cuando miro. Extraño país

Extraño país este en el que la ultraderecha se presenta como una derecha democrática sin que nadie diga nada. Extraño país en el que el pueblo acepta tanta mentira sin rechistar. Extraño país en el que la gente lucha absteniéndose. Extraña mezcla de ignorancia, corrupción, fascismo, resignación, desfachatez y despiste. Buenas tardes.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Lo que se ve. Ultraderecha




Se puede ser de derechas, aunque, desde mi punto de vista, no se debe, porque se trituran valores tan importantes como el de la igualdad. Pero lo que no se puede es ser de la ultraderecha. El ultra es chulo, terco, pone la ideología, los sentimientos y los deseos por encima de la razón y de las personas, es escasamente autocrítico, sólo ve sus propios intereses, no tiene intención de dialogar, sino, a lo sumo, de defender lo que piensa, le puede su afán de imponer sus ideas, se ríe con frecuencia a quien no piensa como él y lo descalifica, suele confundir al adversario con un enemigo, no atiende las necesidades de los ciudadanos, sino sólo las suyas y las de los suyos, le importa poco lo que les pase a las personas y vive haciendo una cerrada defensa del negocio por encima de cualquier otra cosa.

En España no hay partidos significativos de ultraderecha. Como ya se sabe desde hace mucho tiempo, la mayoría de la ultraderecha está dentro del PP y dentro del Gobierno.

viernes, 3 de febrero de 2012

El ultra Gallardón quiere progresar



De nuevo hay que entender al revés lo que dice alguien del PP. Ahora, para confundir a la gente poco avisada y muy dada a tragar cualquier cosa, el nuevo ministro de Justicia, el ultraderechista Gallardón, un ser que, por sus gestos, parece que necesita el poder para vivir, ha dicho que su reforma de la ley del aborto será lo más progresista que haya hecho en su vida política. Po supuesto, aplicando el principio de interpretación de lo que digan estos aficionados a la política del partido popular, tales palabras hay que entenderlas como que será lo más retrógrado, el mayor atentado a las mujeres, lo más alejado a las políticas europeas y lo más absurdo que haya podido hacer.

El ultraderechista Gallardón, cuando le interesa, tiene un concepto vegetativo de la vida (todo lo que se mueve está vivo, como los fetos o las acelgas), no tiene en cuenta a los seres humanos ya vivos y existentes y que viven en malas condiciones y se propone legislar sobre fetos antes que sobre personas vivas que sufren, al final de sus vidas reales, sin ninguna esperanza y que no pueden terminar con su dolor porque el ultraderechista Gallardón y sus secuaces no se preocupan por este asunto.

El ultraderechista Gallardón está más pendiente de ganarse a la Iglesia Católica, un poder fáctico de nuevo cada día mayor, y al sector más cerrado y reaccionario de su partido, que de hacer la justicia que le debería pedir su cargo. Sus intereses personales de cara al futuro están por encima de todo.


domingo, 10 de abril de 2011

Desnudándose




A veces sentimos la necesidad de desnudarnos. Es verdad que somos hijos de nuestra cultura, cada cual de la suya, y que ésta nos tiene ahormados con las costumbres, las ideas y los vicios que nos hemos encontrado como normales y que no hemos sometido aún a una crítica personal. Pero, aunque esto sea así, tenemos también un componente natural, escaso en comparación con el cultural, pero que afecta a aspectos decisivos de la vida cotidiana, como la búsqueda de placer, el deseo de seguridad y de tranquilidad o la necesidad de tener un espacio vital propio, que tienen su importancia y que salen a la luz de vez en cuando. Hay veces, como en Carnaval, según lo entiendo yo, en donde te apetece desnudarte el alma y sacar a la luz, aunque sea a la luz de la noche, los sentimientos ocultos, las actitudes poco actualizadas o los gestos poco frecuentados. Otras veces, lo que te apetece es desnudar el cuerpo y sentir que la Naturaleza, a través de una brisa fresca, del calor del sol o de la dulzura del agua, te acaricia la piel despertando tus zonas más sensibles y haciéndote sentir lejos de lo cotidiano, de, en cierto modo, lo ficticio. Todos los días llevamos puesto un disfraz y hay veces que necesitamos quitárnoslo. Yo creo que esto nos pasa, en una medida o en otra, a todos, aunque vete a saber.

A mí me parece que esto fue lo que le pasó ayer al PP, a través de uno de sus brazos armados, la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Este partido tiene asumido de una manera muy profunda que todo vale con tal de llegar al poder. Esto les hace a sus miembros con frecuencia tener que ponerse disfraces múltiples, variados y contradictorios porque, a pesar de lo que (no) digan o de lo que (no) piensen, están convencidos, y les da igual, de que sus fines justifican los medios que usan. Unas veces se ponen el disfraz de la derecha más o menos profunda, otras el del centro, unas veces defienden (o no atacan) a los homosexuales, otras no los dejan ser, hay días en que van contra el aborto y otros lo toleran, mienten con frecuencia, pero dicen que son los otros los que lo hacen, toleran la corrupción propia pero atacan la del adversario, hablan de libertad y se les salen de la boca las grandes palabras, pero no admiten demasiadas libertades en los demás, tienen una colección de varas de medir propia de un coleccionista y la realidad les hace tener que pasar por situaciones tan complicadas que muchas veces no saben qué disfraz elegir de entre la larguísima fila que guardan en sus lujosos armarios. Es posible que el lío mental y fáctico que tienen les haga andar pidiendo siempre a los demás la claridad de la que ellos carecen.

Lo de ayer, la manifestación de apoyo a las víctimas del terrorismo, con la petición (o la exigencia, no sé) de que ETA quede fuera de las elecciones, creo que fue para ellos un acto catártico, liberador, de reencuentro consigo mismo. Porque esto de las víctimas era la excusa, o sea, la mentira. La verdad era lo que fue, es decir, una ocasión para atacar al gobierno, particularmente a su presidente, a pesar de que es el que más éxitos ha tenido en la lucha contra el terrorismo. Y ello sin pensar, como los críos o como ellos mismos, que yendo contra el gobierno, de rebote, le daban oxígeno a ETA creando división entre las fuerzas políticas y poniendo de manifiesto con sus gritos (“¡Rubalcaba, a prisión!” vociferaban) que, para ellos, peor que ETA es el gobierno. Y allí estaban todos los principales, salvo Rajoy, aunque ya sabemos que Rajoy nunca está donde se le espera. Salieron con sus banderas con el aguilucho, sus gritos, sus crucifijos y sus caritas de satisfacción. Iban todos desnudos mostrando que sus partes íntimas son de ultraderecha. La magnitud del contento que mostraban era de al menos la mitad de la intranquilidad que provocaban en la izquierda reticente y exigente, una parte de la cual ya ha empezado a desperezarse y a preparar la salida hacia las urnas. La instalación que montaron en la Galería de Colón ha sido tan burda, tan gruesa, tan obscena y tan clara que me parece que no se va a olvidar fácilmente. Un par de desnudamientos más en público y pierden de nuevo las elecciones.