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martes, 27 de mayo de 2014

Lo que veo cuando miro. Ya pasaron las elecciones



Han pasado ya las elecciones europeas, con sus correspondientes éxitos y fracasos.

Ha votado el 45,84 % de ciudadanos y se ha abstenido el 54,16 %. Interpretar la abstención es difícil porque los motivos pueden ser muy variados. Es posible que haya ciudadanos que estén desencantados con la forma de proceder de la política actual, o en desacuerdo con el sistema -no sabemos si preferirán uno no democrático o una democracia de otro tipo- o simplemente no entienden de política y no saben a quién votar. En todo caso, que más de la mitad del país no participe debería ser una preocupación importante para los dirigentes del país y para los propios ciudadanos.

Los resultados del PP no me interesan demasiado. El PP sólo interesa a los individualistas, a los egoístas, a los que tienen sed de dinero y a los que los demás no les importa nada. Quienes no hayan encontrado en ese partido lo que buscaban se habrán ido a UPyD o a alguna otra formación parecida. Poco va a adelantar España y los españoles con estas personas. Creo que no tienen remedio.

El PSOE se ha gastado demasiado. Yo creo que no es tan malo como muchos ciudadanos creen. Han tenido que sufrir en sus propias carnes la dificilísima situación de un partido de izquierdas en una nación que tiene que gobernar con la derecha en Europa. Hay quienes piensan que esta situación se puede llevar de otra manera, pero ni miran lo ocurrido en Francia ni explican con claridad cómo sería de hecho esa situación. Dicen que 'otra situación es posible' y que 'sí se puede'. Lo que yo no acabo de ver claro es si hablan de una posibilidad teórica o de una posibilidad real, efectiva. Nadie ha explicado como sería, de hecho, esta nueva posibilidad.

Siempre he pensado, por otra parte, que Rubalcaba ha preferido gastarse él en estas elecciones y en esta coyuntura, antes de exponer a un candidato -o candidata- nuevo al desgaste de una situación social muy adversa por la crisis y por las incomprensiones actuales. No sé si estaré equivocado. A estas horas ya ha dicho que se va. No sé si Lissavetzky o Tomás Gómez tienen futuro o no. No sé si en este país alguien tiene futuro.

No sé si Podemos tendrá futuro. Ojalá lo tenga. Tampoco sé cómo sería ese futuro ni en dónde lo tendrá, porque su líder, que ha sacado plaza en el Parlamento Europeo, dice que no le importaría ser cabeza de su partido en las elecciones generales españolas. Mal empezamos así, me parece a mí.

Uno de los graves problemas de este país son, a mi juicio, los ciudadanos, su situación económica y su actitud política. Veo a muchos de ellos ajenos a la política, como si no les afectase demasiado, como si sintieran que no pueden hacer nada, como si pensaran que la política debe arreglarles su situación, pero al margen de ellos y de su colaboración. Tengo la impresión de que muchos ciudadanos se han ido de su mundo real, pero no sé a dónde.

Hay políticos que me parece que han perdido bastante sensibilidad. Demasiados de ellos están sordos, porque no oyen a los ciudadanos; están mudos, porque no explican lo que hacen; están ciegos, porque no ven lo que habría que hacer; no huelen, porque no captan cómo puede ser el futuro; y no tocan nada nuevo, no les duele nada que no sea su propia situación y de la su partido.

Veo mal la democracia, que es un sistema que necesita la participación de los ciudadanos. Pero participar es ser parte de algo y no los veo sintiéndose parte de la colectividad, ni mucho menos una parte activa.