¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De
dónde? ¿Hacia dónde? Estas y otras muchas son preguntas que sirven
a la ciencia para avanzar, para construirse y para resolver el gran
problema de intentar entender el mundo en el que vivimos. Pero son
preguntas que también son útiles para comprender la vida, la que tú
y yo vivimos cada día. Son preguntas que surgen de un valor no
demasiado presente en nuestra sociedad y que a veces aparece como
disfrazado por intereses y por deseos o anulado por el estrés y las
prisas. Es la curiosidad. La curiosidad es fruto del asombro ante lo
que vemos, lo cual requiere una sensibilidad abierta y despierta que,
lamentablemente, suele estar muy adormecida por los reclamos del
presente, por todos los mensajes que nos envía la sociedad para que
nos entretengamos con el tener y nos olvidemos del conocer, del
saber, del ser. Una curiosidad despierta nos haría pensar más, leer
más, trabajar más, pero también nos haría mejores. Buenas noches.