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martes, 23 de julio de 2019

Buenas noches. País




Un país sin una moral generalizada entre la población, sin una inspección que funcione en los diversos servicios y sin una policía cuya presencia se note se dirige cuesta abajo hacia el infierno. 

Buenas noches.

lunes, 20 de enero de 2014

Lo que veo cuando miro. Rehabilitación





Me parece que en estos momentos, si hay un colectivo en España que tiene necesariamente que rehabilitar su imagen de servicio público, de creer en la democracia, de llevar a cabo actuaciones sensatas, de tener clara su función social, de trabajadores en los que un ciudadano pueda confiar, ese colectivo es el de la policía. Desde el ministro hasta el último policía. Buenas tardes.

lunes, 1 de julio de 2013

Buenas noches. Privaticémoslo todo




Privaticémoslo todo. Que todo sea un negocio eficacísimo.

Empecemos, por ejemplo, por la justicia. Que los jueces no sean funcionarios públicos, sino que dependan de una empresa privada que los adoctrine convenientemente, les diga lo que está bien y lo que está mal, los contrate y les pague. Nosotros tendremos que pagar también, lógicamente, pero ya se sabe que quien algo quiere, algo le cuesta. Seguro que así la justicia es más rápida y se destapan más casos que hoy quedan ocultos.

Después, podemos seguir privatizando el ejército. Es un dineral el que se gasta el Estado en estas cosas de la defensa. Es mejor que sea una empresa privada la que tenga sus soldados, sus tanques y sus cosas y que, cuando alguien ataque, sean unos u otros, nos defienda. Esos soldados estarían preparados para todo y nos defenderían como los mejores. Seguramente tendríamos que pagar sólo si hay guerra, con lo que saldría bastante bien de precio.

¿Y qué es eso de que los políticos pertenezcan a la estructura del Estado? Si se necesitan alcaldes, que haya una empresa privada que los forme y los suministre. Así todos sabrán lo que hay que hacer y se ganará en comodidad y en rapidez. Con que los ciudadanos le paguen entre todos a la empresa los servicios, se habría acabado el asunto.

O la policía. Nada mejor que una empresa privada forme bien a los policías, les diga a quién tienen que perseguir, a quién le tienen que pegar y dónde tienen que meterse y dónde no meterse. Por muy poco dinero seguro que estaríamos protegidos muy bien y los delincuentes estarían mucho más temerosos que ahora y se acabaría la corrupción rápidamente.

¿Y el aire? ¿Sabemos lo que nos metemos dentro cada vez que respiramos? Si hubiera una buena empresa privada que velara por la calidad del aire y que le pusiera unas buenas multas a los industriales que contaminan, respiraríamos todos mucho mejor. Nos cobrarían un poco por respirar, pero no cabe duda de que merecería la pena.

Si todo en la vida fuera privado, si el mundo fuera un gran supermercado viviríamos mucho mejor y seríamos mucho más felices.

Alguien apuntó esta mañana en la radio algo de lo anterior. Luego habló de la educación y de la sanidad. ¿Por qué privatizar todo lo anterior nos puede parecer un disparate y, en cambio, hacerlo con la sanidad y la educación sí nos parece normal? ¿Por qué admitimos con tanta facilidad que no nos pongan tratamientos caros, que decidan lo más económico, aunque no sea lo mejor, que adoctrinen en las escuelas con lo que deberían hacer en las parroquias, que se financien los negocios educativos, que se transmita ideología sin crítica a los jóvenes, que se pretenda que no tengan una formación humanista, que haya que pagar por nuestros derechos, etc...?

Lo que sí debe ser privado es el sueño, ese estado en donde la mente se concentra sobre sí misma y aparecen los demás, nuestros seres queridos. Ahí es el lugar en donde debe salir el cariño para que a todos les caiga un poco de aire fresco, de atención y de sonrisa. Buenas noches.

jueves, 25 de octubre de 2012

Mirando por la ventana ¿Todo vale para la policía?






Un amigo me ha enviado el siguiente texto:



Hace un par de horas la policía me pidió la documentación. Todo mi delito era que yo bajaba al Metro hablando con dos vagabundos. Yo venía del Albergue de Vagabundos de hacer un servicio de Voluntariado, conozco a vagabundos y los trato como lo que son, personas. Al final de la escalera nos esperaban dos chicos jóvenes, nos enseñaron la placa y nos dijeron: "Policía, documentación". Hasta ahí todo normal. Que uno apuntara mi nombre en un papel ya no me pareció tan normal, pero bueno. Que el otro apartándose dos pasos llamara a algún sitio con el móvil, y le vi y le oí decir mi nombre y mi DNI, me siguió pareciendo poco normal. Pero bueno, pueden estar investigando algo y es normal, claro. (También puedo pensar que es la manera acostumbrada con la que actúan con los vagabundos, personas con aspecto de inmigrantes, etc.) Pero que el del teléfono se acercara al corro formado por nosotros tres y ellos dos y me espetara con un tono seco: "¿Ha estado usted preso alguna vez?" eso ya es pisotear la ley. No me apartó tres pasos para hacerme la pregunta a solas, no. Si yo tuviera algo que ocultar (que no es el caso, la Fortuna me ha tratado bien en la vida), tenía la alternativa de mentir a la policía o decir delante de gente conocida un secreto que la Ley de Protección de Datos suponía que me protegía. ¡Y yo suponiendo que la ley me protege!
¿Qué diferencia hay entre esto que llaman democracia o aquello que llamaban dictadura? Van tan sobrados, se ven tan respaldados que el respeto al ciudadano es cero. Nos despidieron con un deseo de que pasáramos un buen día. Yo ni les contesté, claro.
Ya sé que esto es una tontería, que hay gente con problemas graves, muchísimo más graves. Pero es que se te queda una cara de tonto...



Hasta aquí el relato de los hechos. Yo me pregunto en qué país estamos, para qué estamos pagando con nuestros impuestos a la policía, si esto es un Estado de derecho, si nuestros gobernantes nos gobiernan o nos oprimen y si podemos ir seguros por la calle, pero no sólo porque haya delincuentes, sino porque hay policía.

Parece que la policía se deja llevar por eso tan infantil y tan injusto como es la apariencia externa. Si esto es así, nadie nos está preservando de todos esos ladrones, explotadores y asaltantes que van con chaqueta y corbata y a los que ningún policía retiene para pedirle la documentación o para preguntarle si ha estado ya en la cárcel en alguna ocasión. Yo oí hablar por teléfono no hace mucho en el tren a uno de esos que ofrece tan buen aspecto y la verdad es que eché en falta un poco de protección.

Me pregunto también por el grado de formación de los policías, de sus mandos y de los responsables políticos de los mismos. Yo no soy experto en leyes, pero sé que el artículo 18.1 de nuestra Constitución habla del derecho al honor, a la intimidad personal y a la propia imagen. ¿Saben algo de esto estos señores? Sé que el artículo 44.3.g de la Ley de Protección de Datos de carácter Personal considera una infracción grave la vulneración del deber de guardar secreto sobre los datos de carácter personal incorporados a ficheros que contengan datos relativos a la comisión de infracciones administrativas o penales. ¿Saben algo de esto estos señores? Sé que la Declaración Universal de los Derechos Humanos rechaza, en su artículo 5, el trato degradante (y una sospecha infundada expuesta en público puede serlo), y en el artículo 12, los ataques a la honra y a la reputación. ¿Saben algo de estos estos señores?

Me parece que la falta de credibilidad que está ganándose a pulso la policía últimamente deriva de algo que ellos ponen en práctica, pero que puede que sus superiores, por lo que dicen en público, no tengan muy claro. Es que confunden a los ciudadanos con meros seres, a los que ellos suelen llamar españoles. Un ciudadano es una persona que tiene unos derechos que tienen que respetar todos, hasta la policía, por muchas porras y armas que porten. Pero los miembros de nuestro Gobierno o las personas que de él dependen no parece que quieran respetar esto. Quizás por esto manden pegar indiscriminadamente y sin piedad a todo lo que se mueva, sin tener en cuenta que son ciudadanos; o que los traten sin el menor respeto, haciendo preguntas que no deben hacer o tratándolos de manera inadecuada. La mala educación y los tratos injustificados se están adueñando lamentablemente de la vida pública española.

Vas al médico y no ponen en la puerta la lista de los que tienen cita, para preservar así su intimidad. No puedes poner en el tablón de anuncios las notas de todos los alumnos, para preservar su intimidad. Y vas en el Metro y porque les da la gana a unos funcionarios, tienes que perder tu intimidad y padecer lo que ellos quieran. ¿Vale todo para la policía?


martes, 9 de octubre de 2012

Mirando por la ventana. Profesionales




Indisolublemente unida al profesional está la persona. No se pueden separar ambos aspectos, pero sí se pueden distinguir. Al profesional se le exige eficacia y competencia en el ejercicio de su función. A la persona se le debe exigir una actitud ética que le permita vivir en la sociedad como un ser humano. Cuando uno de los dos aspectos falla, nos encontramos con una disfunción social que nos lleva a pedir responsabilidades o a remover al causante de esa situación anómala.

Pongamos algunos ejemplos. A un profesor se le exige que sepa la materia que tiene a su cargo y que la explique bien, pero, además, que su actitud personal sea de respeto y de buen trato con sus alumnos. A un médico, por su parte, le pedimos que sepa curar, pero también que trate correctamente al enfermo, con calidad humana y con una actitud positiva.

Pero ¿qué cabe pedirle, sea el caso, a un policía? La eficacia y la competencia se le suponen, pero ¿y su actitud ética? ¿Se justifica éticamente el propio policía sus intenciones cuando reprende brutal e indiscriminadamente a unos manifestantes o ni siquiera se lo plantea? Es cierto que suele recibir órdenes, pero ¿debe cumplir unas órdenes con visos de ser injustas? ¿Considera, quizás, que estas son exquisiteces delicadas propias de señoritos y señoritas que no saben nada de la vida? Mi escasa experiencia con la policía me hace, sin embargo, no tener que llegar a extremos demasiado violentos para ver que aquí hay problemas. Recuerdo una vez que le pregunté a uno si sabía qué pasaba con los autobuses, porque tardaban demasiado en llegar a la parada, y me respondió en un tono intimidatorio, prácticamente gritando, que él no sabía nada de eso. Me quedé sin ganas de recurrir en el futuro a la policía para preguntarle nada. La conclusión que saco actualmente de la actitud de estos señores es que parece que no necesitan que se les respete ni que se les considere bien por parte de los ciudadanos. Valoran más, al parecer, la mera obediencia y la brutalidad que su condición humana. Ellos verán.

Y, por poner un último ejemplo, qué decir, de las personas que forman el Gobierno de nuestro país. La eficacia y la competencia que, como profesionales, habría que exigirles se cae cada día un poco más. Y su actitud ética parece muchas veces ausente, como les suele ocurrir a los que, en medio de su profunda ignorancia, confunden la ética con la religión, y recurren absurdamente a Vírgenes y Santos para que les apoyen en sus desvaríos. El pueblo quizás no distinga estas cosas, pero sí ve cada vez más que ni como personas ni como políticos valen para algo. Y así vamos cuesta abajo sin remedio.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Mirando por la ventana. Castigos




Si el partido en el poder envía a la policía a dar indiscriminadamente palos al pueblo, el pueblo debe castigar a ese partido, pero en las urnas, haciendo lo conveniente para que no vuelva a gobernar.

sábado, 29 de septiembre de 2012

viernes, 19 de agosto de 2011

Llamada al PSOE y a los ciudadanos


Conozco a policías que se comportan, cuando están de servicio y cuando no lo están, como seres humanos educados, corteses y eficaces, aunque también había detectado hacía tiempo algunos bastante ordinarios y groseros en sus modales. Siempre pensé que estos serían casos aislados, ovejas negras que enturbiaban lo que en líneas generales era de una tranquilizante normalidad democrática y humana.

Últimamente mis dudas están llegando a extremos bastante alarmantes, sobre todo cuando observo comportamientos cuyos detalles desconozco, pero que como ciudadano me preocupan mucho. Este vídeo que acabo de ver no parece propio de una sociedad democrática y avanzada, sino más bien de un pueblo brutal y atrasado del oeste americano. Tengo la impresión de que un virus ha entrado en la policía y que está haciendo estragos entre sus miembros. Después de una época en la que parecía que la transición había pasado por las comisarías y los cuarteles, ahora cada vez más me viene a la mente el color gris cuando veo a un policía. Es como si la imagen de la policía hubiera caído en picado en estos últimos días y que su restauración se vislumbrara muy difícil, como no cambien pronto y mucho las cosas.

Me gustaría equivocarme, pero me parece que esto que está sucediendo con la policía no es sino una muestra más del peligrosísimo viaje hacia atrás que está experimentando la sociedad española. Lo voy a decir con toda claridad. Los comportamientos antidemocráticos, partidistas, cínicos, ordinarios y defensores del “todo vale” del Partido Popular, junto con la desidia, la incapacidad para crear conciencia social, la escasa creatividad y la pasividad con las fuerzas reaccionarias mostradas por el PSOE han dado lugar a una sociedad en la que empieza a ser preocupante la pérdida y la degradación de los valores democráticos. El animalizante “todo vale” ha desbancado hace tiempo a la idea de igualdad, en la que todos y todas deberíamos tener los mismos derechos. La zafiedad ha sustituido al respeto. El egoísmo basto ha mandado a tomar vientos a la cortesía. El dinero fácil ha empequeñecido el trabajo bien hecho. La violencia se ha hecho más normal que las actitudes racionales. Los privilegios han oscurecido los derechos. La mentira interesada ha vencido a la honradez. El siglo XIII es más actual que el XXI. La mala educación ha triunfado sobre la ciudadanía.

Creo que empieza a ser peligroso intentar vivir democráticamente en la sociedad española. Esto es una humilde llamada de atención al PSOE y a los ciudadanos. Si el PP toma más poder en nuestra sociedad, las cosas irán aún a peor democrática, económica, política ética y socialmente. En manos del PSOE está dejarse de candideces y de contemporizaciones y empezar a organizar valientemente el país de forma que los ciudadanos empiecen a despertar y a cobrar ilusión por crear una sociedad racional, respetuosa, vivible y más humana. Esto que vemos con tanta frecuencia últimamente no merece la pena.