En mi opinión, cuando oímos hablar a
alguien o leemos lo que dice, no deberíamos quedarnos en la
apariencia, en la primera impresión que nos produzca. No se trata de
ver si quien se expresa es vehemente o no, o si es frío o emotivo en
su discurso. Habría que intentar ir al contenido, a lo que dice, a
las ideas que expresa, para analizarlas y descubrir el mensaje que nos
quiere transmitir.
Pero creo que tampoco deberíamos quedarnos ahí,
porque la mayoría de las veces nos es muy útil intentar ver la
estructura del discurso. Me refiero a si las ideas que se muestran
están relacionadas entre sí, si están justificadas por hechos, por
ilusiones o por deseos, si forman un argumento racional que permita
ser comprendido por la razón o si, por el contrario, invitan a que
simplemente nos lo creamos.
Nos daríamos cuenta, posiblemente, de
que en algunas ocasiones nuestras opiniones sobre lo que ocurre en el
mundo tienen la misma estructura que las expresiones religiosas o que
las manifestaciones fanáticas relacionadas con el deporte.
La forma de pensar suele corresponderse
con la forma de decir.
Buenas noches.