Nos presentan a una persona. ¿En qué
nos fijamos? Es evidente que esa persona no es un cuerpo, pero ¿nos
quedamos en el cuerpo? Lo fácil es aplicarle algún tipo de
generalización. Por ejemplo, pensamos que es andaluz, es inspector
de Hacienda, es una monja o un cura, es un rojo o una roja, se dedica
a la prostitución, es del PP, es del PSOE, es del Real Madrid, es
feo o es fea, o nos quedamos en alguna de sus facetas más llamativas
o aparentes. Muchas veces tenemos una batería de prejuicios que
aplicamos automáticamente a quienes se nos ponen delante.
Así es
nuestra miserable vida. Creemos que sólo hay lo que conocemos, lo
poco y pobre que conocemos, y se lo aplicamos con ligereza a los
demás. Somos incapaces de aprender, porque no nos acercamos al otro
con ganas de descubrir algo nuevo, algo distinto de lo que albergamos
en nuestra propia conciencia. Así de pequeños y de pobres somos.
Buenas noches.