MEJOR,
MUY, MULTA
El
Diccionario de la RAE
contiene 88.000 palabras. Y se estima que el léxico de una lengua es
un 30% más de lo que viene en los diccionarios. Luego el castellano
tiene unas 115.000 palabras. Pero el de americanismos tiene otras
70.000. Y el Diccionario Histórico, palabras que alguna vez se
usaron, tiene 150.000, y se sigue trabajando en él. Hay un
diccionario danés con más de 300.000 y uno italiano con más de
500.000 palabras. Depende del criterio sobre qué incluir en un
diccionario. El Diccionaire
de l´Academie Française
tiene 60.000 palabras. El Diccionari
general de la llengua catalana
tiene 85.000. En euskera hay un léxico de 20.000 entradas, como
punto de partida, y se sigue elaborando. Igualmente el gallego, que
ya recoge 50.000. (Los bosquimanos tienen tan reducido léxico que se
tienen que ayudar con los gestos y las manos, y no pueden hablar de
noche en la oscuridad o por teléfono. Es falso, solo es un chiste.
Como los que se cuentan de argentinos o de gallegos).
El
vocabulario de un individuo concreto ciertamente es limitado. Se dice
que una persona de instrucción media, entre su vocabulario activo, y
el pasivo, las que no usa, pero comprende, posee veinte o treinta mil
palabras. Cervantes en el Quijote usa 22.939 palabras distintas,
11.184 una sola vez.
Pues
así y todo, los objetos, las acciones, los sentimientos, las ideas
que el ser humano puede denominar son posiblemente más de un millón,
o infinitos. Y aquí entra la economía de la lengua, que utiliza la
polisemia, una palabra para varios significados. Canto o cabo
significan un montón de cosas cada una. Y la homonimia: palabras
iguales por casualidad. Casa
real quiere decir la
del rey, pero en otro sentido es real la de cualquiera, mientras no
le desahucien el Banco y el juez. O como aquel chascarrillo: "¿No
nada nada? No traje traje".
Valga
todo este preámbulo para decir que el indoeuropeo tiene en ocasiones
raíces iguales para significados diferentes. Es el caso de mel.
Hay cuatro raíces iguales en forma, pero de significado diferente.
Pokorny,
máxima autoridad en estos temas (alemán, judío, huyó de los
nazis...), las clasificó así: mel1
(la de muelle y mullir), mel2
(la de melanina y melena), mel3
(la de melior
y multus)
y mel4
(la de moler y muela).
Vamos
a observar mel3,
que, en general, significa fuerte, grande. Ha dado el griego mallon,
más, y málista,
mucho, o el letón milns,
mucho. En latín da melior,
de donde viene mejor.
De aquí deriva mejorar,
que por síncopa pasa por mejdrar
hasta llegar a medrar.
La
misma raíz en grado cero, ml,
y sufijo to,
da el latín multus,
mucho. Lo de grado cero quiere decir sin vocal ninguna. ¿Es eso
posible? Sí, hombre, sí. Pronuncia Plsn,
es una ciudad checa, cuna de una famosa cerveza. Si te sale bien, te
has ganado una bien fresquita. Bueno, pues mel3
en grado cero da multus,
que evoluciona en castellano a muito,
y se apocopa en muy.
También da mucho (med.
S. X), muchedumbre
y su cultismo multitud,
múltiple
y multiplicar.
Multa
tiene un origen controvertido. Pokorny,
Coromines
y el DRAE
dan por sentado que es el neutro plural de multus.
Pero ya Varrón,
el gramático amigo de Cicerón,
observaba que en latín arcaico había sido molta
y atribuía un origen samnita a la palabra. Meillet
dice que no hay paralelos a esta palabra fuera de las lenguas
itálicas. Los romanos, por etimología popular, asociaban esta
palabra con el verbo mulcere,
golpear, maltratar. Y no tenían las multas múltiples que ha fijado
la reciente Ley Mordaza dictada por nuestro Gobierno.