Si tienes un hijo o una hija, no los dejes desorientados. No se lo merecen. Aplícales tu experiencia. Recuerda tu vida cuando eras como ellos. No dejes que tengan que improvisar siempre, a cada momento. Tampoco los protejas demasiado. Intenta adelantarte a los acontecimientos y darles las ideas necesarias para que ellos puedan construir sus vidas, pero que lo hagan bien. Insiste en que aprendan a ser conscientes de cada momento que vivan, a gozarlo, que no pasen por la vida sin disfrutar de ella. Todo es muy corto, no solo cada momento de la vida, sino, sobre todo, la propia vida. Se pueden perder, pero también es posible que les cueste mucho encontrarse si se sienten abandonados o desorientados en la vida. No los dejes solos.