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lunes, 23 de octubre de 2017

Buenas noches. Perdón




La venganza es propia de gentes débiles de carácter y de humanidad. El perdón es propio de quienes son fuertes y grandes. 

Buenas noches.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Lo que veo cuando miro. El perdón



Ayer comentaba yo en este mismo lugar que las peticiones de perdón hechas públicas por el presidente del Gobierno, el señor Mariano Rajoy, y por la presidenta del PP de Madrid, la señora Esperanza Aguirre, no tenían ningún sentido en una sociedad civil y democrática, en la que lo único procedente en una situación como la actual -de corrupción no ocasional, sino estructural- es la dimisión.

Me gustaría hoy, sin embargo, no tirar por la borda el perdón como si fuera un acto escaso de sentido. Pedir perdón es una procedimiento humano valiosísimo, elegantísimo y de una enorme calidad humana, sólo equiparable al acto generosísimo, nobilísimo y de una calidad humana similar de perdonar. Pero pedir perdón y perdonar, actos propios de mentes grandes, sólo tienen sentido en el pequeño mundo de las relaciones personales. Yo puedo cometer un error con un amigo, puedo reconocerlo, decírselo y pedirle -no exigirle- que me perdone. Ese acto de humildad, si es sincero, ennoblece y engrandece a quien lo hace. Y el acto de perdonar, tan libre como innecesario, dota igualmente de nobleza y de grandeza a quien lo concede. Pero esto sólo tiene sentido y valor en el ámbito de las relaciones personales, nunca fuera de él.

En el marco de la política nunca se establecen relaciones personales entre los ciudadanos y sus representantes. Son relaciones institucionales, sujetas a reglas -escritas o no escritas- democráticas, en donde no se puede olvidar que lo único que hay que perseguir es el bien común de todos, no el establecimiento o el restablecimiento de ningún tipo de relación personal.

No ser consciente de esto y salir en público pidiendo perdón por unos comportamientos impresentables de una serie -enorme, por otra parte- de políticos, en lugar de presentar la dimisión a los ciudadanos que le otorgaron su representación y su confianza, da a entender una carencia enorme y peligrosa de ética. Se han puesto a gobernar sin un mínimo de formación ética y eso tiene sus consecuencias.

Hay políticos, particularmente entre los neoliberales -como si lo llevaran en sus genes-, que tienen la funesta manía de confundir lo público con lo privado. Llegan a un cargo público y creen que el cargo es suyo y que pueden hacer desde él lo que les venga en gana: mentir, ocultar, ganar dinero, maltratar a los ciudadanos, etc. En el colmo del desvarío democrático, se dedican a privatizar lo público, con excusas o sin ellas, con sentido o sin él, sólo con el interés de beneficiarse a sí mismos o a sus amiguetes y correligionarios. Tanto se creen que lo público que gestionan es un bien privado que les pertenece, que cuando ocurre alguna anormalidad, en lugar de irse y someterse a la justicia democrática, se limitan a pedir perdón. Y se quedan tan anchos.


El despiste democrático en el que estamos metidos es el fruto de muchos años de fomento de la incultura entre los ciudadanos, entre los empresarios y entre los políticos. Abandonamos todos nuestra formación como ciudadanos y ahora estamos recogiendo los frutos podridos de tal dejación.

Lo que veo cuando miro. Perdones



La cazatalentos (o cazafantasmas, no sé) Aguirre pidió ayer perdón a los españoles por haber confiado en unos golfos. El presidente Rajoy ha pedido perdón hace un rato por lo mismo. ¡Qué hueco y qué fofo queda todo esto! Podían haber pedido perdón por todas las reformas que han hecho en las leyes en beneficio de los ricos y en perjuicio premeditado de todos los demás, pero eso ni se les pasa por la mente. Han venido a servir a sus amigos y no están dispuestos a cesar en su empeño.

Lo de pedir perdón tiene unas connotaciones religiosas vacías, que la gente sin escrúpulos está usando últimamente sin el menor propósito de la enmienda y como un deseo hipócrita de quitarse de encima el muerto para seguir haciendo lo mismo. Es como el jovencito que está jugando al fútbol en un espacio público, le da un balonazo a un transeúnte, le pide perdón, pero sigue jugando.

Que el multicargado Granados era un pájaro lo sabía cualquiera que lo hubiese oído hablar o que lo recordara de la comisión que juzgó el 'tamayazo'. Yo no hubiese confiado en él ni de lejos. Al parecer, en Valdemoro, de donde fue alcalde, todos sabían quién era el tal. ¡Cuánto más debería saberlo la presidenta del partido en Madrid y el presidente nacional del partido! ¿A qué viene ahora aparentar una sorpresa adornada de lamentos?


Estos tipos siguen tratándonos como si fuéramos tontos y creen que su hipocresía le vale a cualquiera. Si tan conpungidos están por el daño que se ha hecho siendo ellos responsables, que sean consecuentes. El perdón es un concepto religioso que les valdrá para no condenarse. En la sociedad civil, el perdón no vale para nada. Lo único que tiene sentido democrático es la dimisión.

Buenas tardes.

domingo, 31 de marzo de 2013

viernes, 21 de octubre de 2011

Pedir perdón





He oído a Esperanza Aguirre quitar mezquinamente importancia al comunicado de ETA y decir que lo que tiene que hacer la banda es pedir perdón a las víctimas. No expresó ningún reconocimiento al adversario, como si su mente, siempre tan escasa de humanidad, no se lo permitiera.

Ocurre que cuando alguien quiere pedir perdón, lo pide. Obligarle a alguien a que pida perdón, cuando no sale de él espontáneamente hacerlo, es un sinsentido estúpido, propio de quien habla sin pensar y de quien trata a los ciudadanos de arriba a abajo. Pedirán perdón, si quieren hacerlo y si lo sienten. Si no, la exigencia de Aguirre parece más propia de la necesidad de venganza que de una justicia limpia. Y si no piden perdón, pues será un dato más que habrá que evaluar y que habrá que confrontar con la generosidad que expresen las víctimas.

En todo caso, Sra. Aguirre, si se pone usted en ese plan, no le extrañe que alguno de los afectados por sus recortes y por su pésima política educativa, le exija a usted también que pida perdón a todas las víctimas, sean alumnos, profesores, padres y ciudadanos. ¿O cree usted que ninguno de sus actos produce daños? Ya hablaremos de ellos algún día.