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miércoles, 9 de octubre de 2024

Mujeres y madres dentro de la iconografía occidental, por Irene Fidalgo López, en MasticadoresFEM




 El arte desde la antigüedad clásica ha buscado una forma de expresión que pudiese ser el vehículo perfecto con el que dar cuenta de una unión entre el individuo y una conexión con cierta forma superior...

Puedes leer el artículo de Irene Fidalgo López pulsando aquí.




sábado, 8 de junio de 2024

Ciento y la madre. Madres que alumbran palabras (4), por Margarita Álvarez Rodríguez, en MasticadoresFEM





 Seguimos hablando de palabras y expresiones relacionadas con la palabra madre, tanto de expresiones que incluyen la palabra latina mater como de expresiones  españolas usadas en distintos lugares o ámbitos del español...

Puedes leer el artículo de Margarita Álvarez Rodróguez pulsando aquí.




martes, 16 de abril de 2024

Madres sí hay más que una. Madres que alumbran palabras (3), por Margarita Álvarez Rodríguez, en MasticadoresFEM




 Si seguimos hablando de la relación entre mujer y lenguaje en torno a la palabra madre, después de los dos artículos anteriores (De madres y mamás y  De embarazos a mamandurrias),  no podemos olvidarnos de los significados connotativos de  esta palabra  y de la variedad de frases hechas formadas en español sobre ella,  pues madre, como decimos en el título, es  alumbradora de otras palabras. Y es que madres, en sentido lingüístico, sí hay más que una. En realidad,  hay otras muchas madres figuradas que  hemos mentado miles de veces. De ellas vamos a hablar...

Puedes leer el artículo de Margarita Álvarez Rodríguez pulsando aquí.




martes, 9 de enero de 2024

De madres y mamás. Madres que alumbran palabras (1), por Margarita Álvarez Rodríguez, en MasticadoresFEM




Es curioso que la primera lengua que aprendemos los seres humanos para comunicarnos  en nuestra infancia se  llame precisamente lengua materna (también madrenatal o nativa). En las comunidades primitivas, en general, era  la madre la encargada del cuidado de los hijos y del hogar mientras el padre salía a buscar el sustento ─aunque sabemos que no en todas las sociedades ha ocurrido así─, por ello, los infantes se movían, casi siempre, tanto en el hogar como fuera de él, en torno a la madre y  aprendían de ella  el idioma. Conviene recordar que  infante procede de  infans, infantis, que a su vez está formada por el prefijo negativo in- y el participio presente del verbo fāri, hablar. Es infante, pues, en sentido general y etimológico, el que aún no habla...

Puedes leer el artículo de Margarita Álvarez Rodríguez pulsando aquí.




martes, 15 de septiembre de 2020

Dicho en el pasado. Títulos




15 de septiembre de 2019

 Para ejercer de registrador de la propiedad, profesor de filosofía, inspector, conductor, médico o arquitecto es necesario poseer un título.

Para ser vendedor, sexador de pollos, enterrador, utillero, padre o madre no hace falta ninguno.

martes, 27 de noviembre de 2018

Buenas noches. Consuelo



Quizá parte del éxito de las religiones estribe en que aportan al creyente un consuelo eterno y universal. La paz que le sobreviene al creyente cuando acepta ese consuelo es -o debería ser- enorme. Pero no todos tenemos facilidad para aceptar ese tipo de consuelos. A veces buscamos consuelos más caseros, más cercanos, más puntuales. Y, quizá, lo que deberíamos hacer es buscar fortaleza, más que consuelo, sacar uno de dentro de sí los argumentos que le sirvan para seguir adelante, en lugar de buscarlos fuera. Es como si tuviéramos que aprender a ser padres y madres de uno mismo. 

Buenas noches.


jueves, 21 de septiembre de 2017

Buenas noches. Sobreprotección



¿Qué les habrá llevado a algunos -demasiados- padres y madres a optar por la sobreprotección para sus hijos? ¿No saben que así lo que generan son niños para toda la vida, ignorantes, incapaces, infelices y, por lo menos, molestos? 

Buenas noches.


viernes, 10 de marzo de 2017

Buenas noches. Suegras


He pasado hoy junto a mujeres jóvenes que hablaban en ese volumen alto que cada vez se usa más. Una de ellas decía:
“Desde que he parido, cada vez aguanto menos a mi suegra. Hasta mi marido le tuvo que llamar la atención ayer.”

Las personas viejas son las que creen que ya han llegado a su meta, que ya se lo saben todo y que ya no tienen nada nuevo que hacer en la vida. Y, sin embargo, si uno no quiere incordiar ni tener que sufrir las protestas de los demás, lo que tiene que hacer es no dejar de aprender nunca. Hay que aprender cada día a ser madre -y padre-, a ser hijo, a ser suegra, a ser nuera y a ser persona. 

Buenas noches.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Buenas noches. No al machismo 14




Me imagino, querida madre que me lees, que no te gustaría que tu pareja se aprovechara de ti, que no te tratara como a un ser humano, que te obligara a hacer lo que no quieres, que no tuviera en cuenta tus ideas ni que te violentara en cualquier sentido. Si es así, hazle ver a tu hijo que ningún hombre, por ser hombre, es superior a ninguna mujer y que todo su comportamiento debe estar inspirado en el respeto y en la igualdad. Y, de paso, que tu hija entienda que no debe tolerar ningún comportamiento, por pequeño que sea, que la sitúe, por ser mujer, en un plano inferior al de los hombres. La conciencia de su dignidad como ser humano debe ser siempre alta y potente. 

Buenas noches.


jueves, 27 de agosto de 2015

Buenas noches. Conocer la vida



Para sentir la soledad, 
para replantearme el sentido de la existencia, 
para darme cuenta de lo que significa cada momento de la vida, para saber quién está pendiente de mí y quién no, 
para conocer mejor al ser humano, 
para aprender a ser generoso, 
para pensármelo mil veces antes de juzgar, 
para intentar comprender el futuro, 
para ver las distintas formas de querer a una persona, 
para entender el poder siempre excesivo de la tradición, 
para descubrir cuánto vale una palabra de aliento, 
para conocerme mejor a mí mismo, 
me sirve quedarme solo, humilde y atentamente, con mi nonagenaria madre durante una semana, tiempo que, según se mire, es también un siglo. 

Buenas noches.

domingo, 19 de octubre de 2014

- Lo que veo cuando miro. Padres y madres




Cada vez estoy más harto de tantos padres y de tantas madres de mentira que tienen hijos e hijas de verdad. 

Buenas tardes.

sábado, 15 de marzo de 2014

Lo que veo cuando miro. ¿Madres?





Me aterra el nivel de estupidez al que estamos llegando. Recordarás que en un colegio de Madrid, regido por religiosos católicos, un profesor estuvo abusando durante años de varias alumnas. El profesor está en la actualidad encarcelado y la directiva, que, al parecer, lo encubrió todo ese tiempo, ha tenido que dimitir. Pues bien, me he enterado hoy de que hay madres cuyas hijas están en ese colegio que aún hoy dicen que seguramente lo que pasó fue que a las alumnas les iría mal en el curso y que por eso se inventaron esa historia, que ellas no van a sacar por eso a sus hijas de ese Centro. Todavía parece que hay gente para la que la Tierra está en el centro del Universo. Y no tengo ganas hoy de hacer lecturas políticas del asunto. Buenas tardes.

miércoles, 27 de abril de 2011

Aquí no se educa



Estoy ya cansado de esa costumbre actual tan extendida de que los padres no eduquen a sus hijos. Hasta el rancio de santo Tomás de Aquino decía que un deber natural era no sólo el de mantener la especie, sino el de educar a los hijos, pero se ve que ahora ni siquiera eso se lleva. Debe de ser que el aburrimiento es muy malo, que de la soledad hay que huir como sea o que la costumbre puede más que la racionalidad. El caso es que la gente no deja de producir carne educable y que una cantidad enorme de esta carne terminara sin educar, como si bajo la estúpida creencia que todo se hace solo, se ocultara otra no menos estúpida tendencia a lo fácil, a lo cómodo, a la rajoyesca actitud de que los problemas se disuelven solos. Nada de acostumbrar a los hijos a tener comportamientos humanos positivos, nada de decirles lo que deben hacer y lo que no deben hacer, nada de transmitirles valores y explicarles por qué deben ponerlos en práctica, nada de hacerles ver la importancia del respeto, de los modales elegantes, nada de mostrarles la importancia de la curiosidad, del estudio, de la limpieza moral y física, del esfuerzo, de que no todo vale. Es mejor engañarlos haciéndoles ver que la vida es sencilla, que siempre podrán hacer lo que les dé la gana, que tener los caprichos que quieran es tan sencillo como pedirlos y esperar un poco, que ellos mismos y sólo ellos son lo único importante en el mundo, que pueden molestar, hacer ruidos varios, faltar al respeto a cualquiera, tocar lo que quieran, vivir como deseen. Y que no proteste nadie porque hasta ahí podíamos llegar. No le deseo a estos padres y madres ni un ápice del sufrimiento que van a tener con estos antropomorfos antropófagos en casa. Si en algún momento se dan cuenta de lo que han hecho, será tarde. Mientras tanto, los demás estamos sufriendo y aguantando las consecuencias de unas generaciones de padres y madres, alimentados por la televisión, por el vicio del tener, por la ausencia de la lectura y de la mínima reflexión y con el tremendo vacío humano que domina sin remedio tantas y tantas cabezas. ¡Qué enorme error! ¡Que enorme horror!

lunes, 14 de febrero de 2011

Matar al padre


Hay que matar al padre. O a la madre. Quiere decir que para que logres ser tú, para que consigas ser autónomo/a, tienes que criticar el modelo que te transmitieron, ver si te vale o no a ti y decidir lo que tú vas a ser. Y cortar los lazos que te paralizan, que te impieden volar.

No todo el mundo mata al padre o a la madre. Muchos se limitan a reproducir el esquema que han mamado. Lo que hacen es agrandar el error en unas circunstancias, además, muy diferentes.

No por matar a los padres hay que dejar de quererlos.

Cuando seas padre o madre, procura no imponer tus modelos. Ayuda a que tus hijos encuentren el suyo, aunque no te guste. ¿Quién eres tú para que te guste o no su modelo?

Seas padre, madre, hijo o hija, procura dejar vivir. Que tu muerte sea lo más suave posible.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Propiedad privada






Él iba delante y portaba esa expresión que sólo pueden mostrar los muy gordos, los que tienen una tripa tan prominente que llega antes que su flequillo a cualquier parte y que les obliga a llevar la cabeza bien alta y los brazos separados del cuerpo, en una actitud que, aunque parece un tanto desafiante, no es más que la consecuencia necesaria de la falta de espacio para poder situarse más cerca de las caderas. En todo caso, quedaba claro que en aquel grupo él era el jefe, el que marcaba el rumbo, el que decidía y el único que podía ser él mismo.

Detrás, una mocita de siete u ocho años seguía dócilmente los pasos del jefe, posiblemente de su padre, y se adelantaba a la madre, que llevaba de la mano a un chaval y en brazos a otro. La madre miraba hacia delante, como si no le interesara en absoluto el paisaje por donde iba pasando, como si no le llamara la atención ningún paisaje y como si tuviera asumido que su papel era el de parir niños, bregar con los niños y dedicarse a los niños, además de a lo que le indicara el padre, el jefe. No sé si su presente le gustaba o no ni si se preguntaba por su futuro. El caso es que miraba fijamente de frente, andaba monótonamente hacia delante, se movía rutinariamente cargando con el peso del niño y llevando en la mano al otro niño. Su cuerpo era también un ejemplo de sobrepeso. Me fijé en su brazo izquierdo, gordo, ancho y moreno. En su parte exterior llevaba tatuada la palabra “JOSE”. Visto el cuadro, me pareció que aquella mujer, su cuerpo y su vida, eran de propiedad privada. Ojalá me haya equivocado.