A veces me quedo perplejo cuando
observo cómo hay personas que admiran y hasta endiosan a inútiles
que han sabido vender astutamente su imagen. Conozco a cantantes que
no cantan bien, a escritores que no saben escribir, a pensadores que
no piensan, a cocineros que no saben preparar un plato aceptable, a
locutores que no saben hablar, a políticos impresentables y que, a
pesar de todo ello, tienen una corte de acólitos que les jalean y
les encumbran a esos lugares desde donde la caída suele ser
tremenda. No se caerán nunca, pero tampoco podrán evitar que haya
media docena de perplejos contemplándolos.
Buenas noches.