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jueves, 25 de noviembre de 2021

25 N. NO a las violencias contra las mujeres



Lamentable realidad la de las violencias contra las mujeres.

Los culpables son esos hombres que comienzan siendo machistas y terminan siendo violentos.

No basta con compadecerse de las mujeres violentadas. Toda la solidaridad con ellas es poca, pero los responsables, los protagonistas, los que tienen que cambiar su comportamiento son los hombres machistas que terminan siendo violentos.

Hay que tomar medidas políticas frente a este problema. Todo el peso de la ley debe caer sobre estos violentos, y toda la ayuda, sobre las mujeres.

Es intolerable que haya grupos políticos que quiten importancia a este problema. Se convierten en cómplices.

Las violencias contra las mujeres son un problema de terrorismo, pues los violentos usan el terror para dominar a las mujeres.

La solución a largo plazo es la educación, pero hay que tomarse muy en serio la manera de educar, tanto en la escuela como, sobre todo, en casa, porque es uno de los problemas más importantes que tiene hoy la sociedad.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

25 N No a la violencia contra las mujeres



Una idea humana y social de justicia creo que nos tiene que llevar hoy necesariamente a apoyar a las mujeres y a denunciar la situación en la que se encuentran.

El machismo, esa idea absurda de superioridad sobre las mujeres que tiene algunos hombres, que la justifican sólo por el hecho de ser hombres, se manifiesta en pequeñas situaciones cotidianas, en muchos momentos de la vida y, sobre todo, en las estructuras sociales, políticas y económicas en las que vivimos.

Contra este machismo injusto y degradante hay que luchar a través de la denuncia, del apoyo a las víctimas, de la educación -en las familias y en las escuelas-, pero también desde el Estado. Creo que hay que apoyar con claridad a las mujeres que se encuentran en situaciones de discriminación, eliminando de una vez esa maldad de desigual salario para trabajos iguales, creando una red eficaz de casas de acogida o ayudando económicamente a las mujeres que tienen que seguir aguantando una vida inhumana porque se encuentran atadas económicamente a su maltratador. Esta es una medida política que hay que abordar de una vez, sin quedarse a mitad del camino.


No hay que perder de vista tampoco el carácter global de la violencia de género. La tenemos aquí, allí y en todas partes. Debemos tomar conciencia de lo que está ocurriendo con las mujeres, ayudar a que los demás lo hagan y, entre todos, luchar por el gran valor que puede ayudar a crear un mundo justo: la igualdad.

martes, 26 de noviembre de 2013

Lo que veo cuando miro. 25N contra la violencia de género.





Entendemos por violencia de género toda idea expresada o toda acción practicada por los hombres en contra de las mujeres y realizadas en nombre de una supuesta y deseada superioridad del género masculino sobre el femenino.

La violencia de género es el fruto de un tipo de discriminación por el que las mujeres, siendo tan seres humanos como los hombres, no son tratadas como tales por estos, sino que son consideradas como seres inferiores. Este tipo de discriminación, que no respeta la igualdad entre todos los seres humanos, es el que se conoce como machismo.

El género masculino es el conjunto de comportamientos que los machistas creen que deben ser propios de los hombres. Son todos comportamientos de superioridad, de poder, de dominio y de fuerza. El género femenino es el conjunto de comportamientos que los machistas esperan de las mujeres. Son papeles de obediencia, de sumisión, de debilidad y de supresión de derechos humanos. Cuando la mujer no cumple con el papel que el machista espera de ella, puede surgir la violencia y ésta puede llegar hasta la muerte. La peculiaridad de ser una violencia originada por la pretendida superioridad de un género -el masculino- sobre el otro -el femenino- es lo que hace que se denomine 'de género'. Por tanto, no es violencia de género ni la violencia de las mujeres sobre los hombres, ni la de las guerras, ni la derivada de un accidente ni ninguna otra que no esté motivada por esa supuesta superioridad de lo masculino.

Hay veces que las propias mujeres admiten esa superioridad de lo masculino, aunque vaya en su contra. Se habla entonces de un machismo asumido.

En nuestra sociedad el machismo tiene fácil su expansión, dado que su ideología se difunde frecuentemente por la televisión, que el poder político no hace prácticamente nada por luchar contra él y que las distintas religiones contribuyen a presentar como si fuera normal la exclusión de la mujer de cualquier papel igual al que ostentan los hombres. En el sistema educativo, que sería un lugar muy indicado no tanto para educar en la igualdad -eso lo deben hacer las familias- , sino para justificar, racionalizar y fortalecer esa igualdad, las asignaturas idóneas para realizar este tratamiento son estúpidamente suprimidas por el PP, el partido en el poder en España, con lo que la lucha contra el machismo se hace muy necesaria, pero en unas condiciones muy adversas.

La lucha contra la violencia de género, que sería uno de los aspectos de la lucha contra el machismo, tiene, a mi modo de ver, tres aspectos fundamentales.

Uno, el de intentar concienciar a las mujeres para que no admitan en el mundo de sus relaciones ningún comportamiento machista ni a ningún hombre que empiece a dar muestras de machismo en sus ideas o en sus actos. No ser tajante en esta actitud puede llevar a las mujeres a un camino duro y lamentable que puede acabar con sus vidas. Es una actitud de precaución que no debe perder de vista nunca la mujer. Además de en los ojos, en el cuerpo o en la simpatía del hombre, la mujer debe fijarse con mucha atención en las actitudes que muestra en el trato con las personas. Ahí es en donde está el verdadero peligro.

Otro aspecto -y este me parece de una enorme importancia y es muy olvidado por las mujeres y por las organizaciones feministas- es el de que el machismo lo practican los hombres. Por tanto, hay que incidir en la manera de ver la vida de los hombres. No se trata sólo de concienciar a las mujeres, cosa que está muy bien, sino de acostumbrar también a los hombres a actuar como seres humanos, no como brutos, y de que consideren a las mujeres como seres con los mismos derechos que tienen ellos. La educación en la igualdad es sumamente necesaria en nuestra sociedad.

Estos dos aspectos tienen que formar parte muy importante de la educación que se da en las familias a los hijos. Yo sé que las familias, en su aspecto educativo -sé que generalizo- están de vacaciones y que hace mucho tiempo que lo están. Pero eso no quita para que el lugar de la educación sea ese. La escuela sirve para racionalizar, ver los porqués y afianzar esa educación, pero las familias no pueden abandonar sus papeles de padre y madre y entregárselos a la escuela.

Un último aspecto me parece importante en esta lucha contra el machismo. Son las luchas sociales, las que se dan fuera del ámbito de la familia y de la escuela, pero que inciden fuertemente en el mantenimiento y la propagación del machismo y de la violencia de género como una de sus consecuencias. Las organizaciones feministas, por ejemplo, deberían ser más imaginativas en sus estrategias e incluir también a los hombres en sus luchas. Casi siempre -por no decir siempre- el origen de la violencia de género está en el hombre y es a él a quien habría que dirigirse. Muchas veces el machismo se propone de una manera natural en la televisión, con gestos, actitudes, costumbres etc. que dan por descontada las diferencias de género. Esto debería vigilarse con mucha atención y los padres y las madres deberían estar muy alertas para que sus hijos e hijas no reprodujesen las posturas machistas. Ya sabemos que el poder político actual en España no está por la labor, pero debería ser muy claro y muy beligerante con las organizaciones que funcionan como si el machismo fuera normal. Es el caso de la Iglesia Católica, del Islam y, en general, de las religiones. Pero también de quienes pretenden segregar a los niños y a las niñas en la educación -terrible asunto éste para que salgan de ahí discriminadores-, de quienes en el deporte no tratan a las mujeres con la misma atención que a los hombres, de quienes mantienen las diferencias salariales a personas de distinto sexo, etc.

El 25 de noviembre debería servirnos, a los hombres y a las mujeres, para tomar conciencia de la situación de injusticia y de desigualdad en la que vivimos, pero también para convencernos de que hay que luchar contra ella en la familia, en la escuela y en la sociedad.

Para conocer más sobre el tema de la igualdad y la lucha contra el machismo y contra la violencia de género, te recomiendo el blog de Nuria Varela. Buenas tardes.




domingo, 25 de noviembre de 2012

No a la violencia de género, desde el primer día


La violencia de género es aquélla que un hombre ejerce contra una mujer, pero basándose en la supuesta superioridad de los hombres sobre las mujeres.

Se llama 'de género' porque hay hombres -los machistas- que creen que en la sociedad hay dos tipos de papeles, de funciones que ejercer. Un tipo es el que corresponde a los hombres: el mando, la decisión, la fuerza, la libertad, las labores que consideran importantes, etc. Todas ellas corresponden al género masculino, el que deben practicar en la sociedad los hombres. El otro, el género femenino, es el que se le atribuye a las mujeres. Sus funciones propias, siempre según los machistas, son la obediencia, la dulzura, la compresión, las labores del hogar, el sacrificio, etc.

El machista piensa que el género masculino es superior al femenino porque, en realidad, el hombre es superior a la mujer y debe ejercer en la sociedad las funciones que cree importantes. Cuando la mujer no encaja en este esquema machista, no cumple las expectativas que se esperan de ella, no sirve al hombre, se rebela o se sale de las funciones de su género, el machista suele reaccionar violentamente obligándole a volver a su papel o, en el peor de los casos, haciéndola desaparecer.

Aparte de la necesaria denuncia de todos estos casos y de lo injustificable de estos comportamientos selváticos, quiero insistir en un aspecto que me parece muy importante para prevenir casos futuros: el de la educación.

Desde pequeños hay que inculcarle a los niños y a las niñas el principio de igualdad: todos somos diferentes (cada cual tiene su sexo, sus gustos, su color de ojos y de piel, su estatura y su silueta), pero todos somos iguales, todos tenemos los mismos derechos y todos debemos ser respetados y tratados como personas.

Piensa, por ejemplo, en los colores con los que se visten a los niños y a las niñas, en los juguetes que se le regalan a unos y a otros, en las tareas que se le dan en casa, en las diferencias de trato que reciben. Todas estas cosas colaboran a crear los géneros, a que ellos crean que por ser hombres deben/pueden hacer unas cosas y que, en cambio, las otras, por ser mujeres, no pueden/deben hacer otras.

Educar en la igualdad es difícil, pero absolutamente necesario si queremos huir de la epidemia de machismo que invade la sociedad. Y esto empieza, como toda la educación, en casa, sigue en la escuela (¡ay, dolor!, no sé cómo, con este Wert y la banda de bárbaros que le rodea) y continúa a lo largo de toda la vida.

De manera que 'No a la violencia de género', pero desde el primer día.  

jueves, 25 de noviembre de 2010

Día contra la violencia de género




La violencia de género es la que ejercen los hombres sobre las mujeres en nombre de una supuesta superioridad que aquellos creen tener. No es, por tanto, violencia de género la que eventualmente puede practicar una mujer sobre un hombre, porque no es real que las mujeres vayan haciendo ostentación pública de ninguna superioridad sobre el otro sexo.

Se llama de género porque la supuesta superioridad del machista la ejerce imponiendo unos modelos sociales, los géneros, que le reservan a él los papeles más importantes y decisorios en la sociedad, mientras que las mujeres deben limitarse a los roles más irrelevantes y siempre al servicio de los hombres. Así, el género masculino será el dominante, según los machistas, mientras que el género femenino será el propio de las dominadas.

La violencia de género es la consecuencia de un proceso de discriminación, de un deseo de tratar de forma desigual a los que son iguales. Toda discriminación responde a un interés y, en el caso de la ideología machista, éste consiste en tratar de tener en casa una especie de esclava al servicio del hombre, a la que se le pedirá toda clase de servicios y a la que se castigará hasta la muerte si no responde convenientemente a las expectativas.

Detrás de la violencia de género está un tremendo prejuicio en el que cree interesadamente el machista: que lo masculino es superior a lo femenino y que los hombres tienen más derechos que las mujeres. Como todos los prejuicios, éste no está fundamentado y no es más que la excusa que usa el machista para justificar su pretendida superioridad.

Conviene estar bien atentos, sobre todo las chicas, a los primeros síntomas de prácticas machistas, como suelen ser el prohibir determinadas vestimentas, el control de las llamadas en el móvil, la decisión sobre las amistades o los horarios y los detalles que quitan la libertad en la vida cotidiana de la mujer. Deben cortarse desde un principio estas prácticas porque el riesgo de que acaben en violencia de género es más que evidente.

Cualquier ser humano sensato y consciente de lo que representa su humanidad debe ejercer y exigir que la vida se base en el principio de igualdad: todos somos diferentes, pero iguales. Diferentes en el aspecto físico e incluso en la manera de pensar, pero iguales en derechos y sin que quede justificado ningún tipo de discriminación.

No a la violencia contra las mujeres.