Todo es contagioso, no sólo lo son
ciertas enfermedades. También se contagian cosas tales como la
manera de hablar, la forma de gesticular o, incluso, de escribir. Los
vicios se contagian con más facilidad que las virtudes. Las modas en
el vestir son especialmente dadas al contagio. Incluso la gilipollez
puede ser contagiosa. Por eso es imprescindible que nos acostumbremos
a no aceptar nada sin antes haberlo criticado racionalmente. El
riesgo que corremos, si no lo criticamos todo, es el de convertirnos
todos en representantes de la misma cosa, el de hacernos todos
iguales y bastante poco interesantes.
Buenas noches.