A la hora de viajar, le gusta llevar su casa a cuestas, y también la casa la lleva a ella, porque “furgonetea” y es una gozada visitar su hogar de ruedas donde no falta detalle. Viaja sola, pero no está sola porque comparte y se comunica con gente interesante por el mundo, con algunos ha contactado previamente por redes sociales, a otros se los tropieza por la vida. Lo mismo charla con los pescadores que salen a faenar para seguirles la pista, como se mete en el río Yukon a buscar oro con las gentes del lugar. Quiero un charco de barro donde pueda / ahogar a las crisálidas del tedio… -dicen sus versos-...
Puedes leer el artículo de Ángeles Fernangómez pulsando aquí.