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sábado, 11 de abril de 2020

Estelas en la mar contaminada. Generosidad sorda



El amor es el aire necesario de la vida humana. La vida humana gira a lo largo de toda su existencia en torno a varios ejes: la economía, la salud, la diversión o las creencias, pero quizá el principal de todos ellos sea el amor.

A los más cortos de miras se les hablará de amor y oirán sexo. Si, además, se les dice -con un punto de intención- que el amor hay que hacerlo, posiblemente entiendan que hay que follar, cuando lo que se les quiere decir es que el amor hay que fabricarlo, hay que construirlo y hay que ir creándolo día a día, momento a momento.

En qué consista el amor es un asunto muy serio que conviene tener, al menos, bien planteado. De lo contrario, expresiones como 'te quiero' no se entenderán del todo bien. (Cómo me gustaría que algún antiguo alumno -o alumna, claro- expresara aquí si le quedó algo de aquellas discusiones en clase sobre si el amor era un sentimiento o no. ¿Os acordáis?). 

En todo caso, uno de los ingredientes importantes del amor es el de la generosidad. El mundo creado por el maldito virus exige generosidad y veo dos tipos de ella. Uno, el de quienes ayudan en estas situaciones difíciles a los que lo necesitan: les hacen la compra, les ayudan, los animan, etc., pero hay otra generosidad más sorda, pero igual de importante, que consiste en no salir de casa por si uno, sin saberlo, es un contagiado asintomático y, por tanto, puede estar transmitiendo el virus sin ser consciente de ello ni quererlo. Esto es lo que no entienden o no quieren entender todos esos listos que se escapan por la noche al chalé, a la playa o a donde les plazca, sin tener en cuenta las posibles consecuencias de lo que están haciendo. Estos fugitivos ni son generosos, ni tienen idea del amor ni saben en qué consiste ser y actuar como un ser humano.

martes, 7 de abril de 2020

lunes, 6 de abril de 2020

Estelas en la mar contaminada. Momentos




No me parece que sean momentos de buscar culpables. No considero que se deban hacer ahora críticas destructivas, sino todo lo contrario, que aporten algo para mejorar la situación. No creo que sea la hora de atacar a nadie; a lo sumo, de defenderse. Intentar sacar rédito político o económico de una situación como la que estamos viviendo lo estimo de una bajeza democrática y humana digna de tenerse en cuenta. Y, sin embargo, parece que el odio, el oportunismo, la osadía, la codicia y el vale todo son más fuertes que el maldito virus. Dijo Heráclito (540 -480 a.C. -léase antes de Cristo, no antes del Coronavirus. Gracias, Romi) que la guerra era el padre de todas las cosas. Para lo que les interesa hay quienes son muy heraclíteos.

domingo, 5 de abril de 2020

Estelas en la mar contaminada. Adelante






No podemos ceder ante la tristeza, ni ante la desesperanza, ni ante el aburrimiento, ni ante lo que no depende de nosotros. Todo va a salir bien. Cada vez el panorama es mejor. Hay mucho que escuchar, mucho que leer, mucho que aprender, mucho que esperar y mucho que vivir. Que nadie ceda ante la adversidad. Adelante con alegría, con sosiego y con ganas de vivir. 





Buen día, pero de verdad.

martes, 31 de marzo de 2020

Estelas de la mar contaminada. Arriba y abajo



Ayer no tuve un día muy digno de repetirse. De hecho estaba del maldito virus y de sus consecuencias hasta las narices. Hoy, con las mismas circunstancias y un día de perros, estoy, sin embargo, mejor. Creo que todo ha venido por hacer ejercicio físico, ese castigo que la naturaleza nos ha impuesto. Por motivos que no vienen al caso, tengo que realizar labores -demasiadas- que antes solo hacía esporádicamente, como, por ejemplo, la colada. La hice esta mañana. Se me ocurrió que podía meter la ropa en la lavadora pieza por pieza, lo cual, teniendo en cuenta que la mayoría de las piezas estaban lejos de la máquina, me supuso unos buenos metros a buen ritmo. Al principio me pareció una ocurrencia masoquista y absurda, pero aún no sé por qué me animé a hacerlo. Para tender la ropa tengo que subir un piso, así que, ya puesto, las llevé a tender de la misma manera. Subí y bajé catorce veces la escalera, cosa que me dejó sin ganas de poner otra lavadora. Menos mal que no había más ropa que lavar. Luego, a mediodía, me sentía extrañamente bien, sin preocupaciones excesivas y con buen ánimo. Supongo que las idas y venidas al más arriba -que no al más allá- habrán sido las causantes. Lo cuento por si alguien quiere hacer la prueba.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Estelas en la mar contaminada. Cada día



No me atrevo a decirte nada, sólo me lo digo a mí. Lo pongo aquí por si te sirve.

Hay que mantener la calma. Hay que aprender a mantener la calma. Es posible. Acostumbrarse a estar en casa es posible. También es posible que eso canse, que nos ponga algo irascibles, pero hay que contar con ello y descansar. Hay que dormir bien por lo civil o por lo criminal. Y acostumbrarse a relativizarlo todo. No sabemos nada del futuro. Cada día debe ser un tiempo que hay que llenar de actividades sanas, de ejercicio físico como se pueda, de comer algo menos, porque el desgaste es menor, de no dejarse llevar por la cantidad de bulos que surgen, de escuchar los medios de comunicación un poco, para informarse, pero no demasiado. Cada día hay que inventarse la vida, pero en este tiempo esto se hace más evidente. Sé prudente. Crea alegría y repártela. 

viernes, 13 de marzo de 2020

Estelas en la mar contaminada. Buenas noticias

 

He encontrado estas BUENAS NOTICIAS sobre el coronavirus. No se trata con esto de que le quites importancia ni que relajes las costumbres. Hay que quedarse en casa y hacer todo aquello que nunca has hecho por lo que sea.

También te dejo música de Chopin, de la película El pianista. Espero que la disfrutes y que te ayude a tener un poco de relajación y de paz.



miércoles, 11 de marzo de 2020

Una gran ocasión


Estupenda ocasión la que nos brinda la psicosis social generada por el coronavirus para que padres, profesores, curas diversos, yutúberes, usuarios frecuentes de Twitter, generadores de opinión y educadores en general recuerden que tienen que explicar bien a los hijos, alumnos y a todo el que se ponga por delante lo indispensable que es, no solo ahora, sino en todo momento, que:

  1. Al toser hay que taparse la boca con un pañuelo o con la cara interna del codo, pero nunca con la mano, porque eso es una magnífica manera de transmitir enfermedades.
  2. No se puede escupir ni en el suelo ni en ningún otro lugar (¡lo que he llegado a tener que ver!), salvo en el inodoro o en un pañuelo de papel.
  3. No se puede gritar, especialmente en sitios públicos. Con el grito salen por la boca partículas de saliva cargadas de todo lo malo que encuentren dentro del gritón. (Aparte de la ordinariez, la horterada y la molestia que suponen).
  4. No hay que sentarse en el suelo. El suelo es un cúmulo de inmundicias y un lugar en el que se puede coger de todo. Hay que tener más sensibilidad ante la suciedad.
  5. Hay, en definitiva, que hacer ver que en un mundo civilizado poblado por seres humanos evolucionados, uno de los primeros objetivos debe ser el de cuidar la higiene personal y social. (Por si acaso, esto de la higiene social quiere decir que los actos de una persona pueden tener consecuencias en la higiene de las demás personas. Diga lo que diga el neoliberalismo embrutecedor en el que sobrevivimos, en la sociedad no se puede hacer cualquier cosa).

No veo que en televisión ni en los medios de comunicación se insista en nada de esto.

Y a los encargados de los servicios públicos hay que exigirles que:

  1. Desinfecten los vehículos de transporte público todos los días, no solo ahora que no tienen otro remedio. El ciudadano no tiene por qué encontrarse lo que se encuentra en los asientos ni en el suelo de tales vehículos.
  2. En los bares, restaurantes y demás lugares de comida, las tapas y los platos deben estar cubiertos y no expuestos a la altura de alguien que estornude o de la boca de cualquier gritón que eche en ellos sus miasmas.
  3. En estos mismos lugares habría que tomarse en serio los carnés de manipuladores de alimentos. Lo que dicen al respecto algunos hosteleros es para echarse a temblar, y lo que se ve es para no volver: camareros de lugares de distinto nivel económico y social que se rascan olímpicamente la cabeza antes de poner en el plato con las mismas manos una rebanada de pan con un trozo de lo que sea encima, pretendiendo que te lo comas, o vendedoras de pan (junto a casa tengo una) que toma el pan, el dinero y la vuelta con la misma mano y con las mismas manchas en el uniforme que el día anterior, etc.).
  4. Activen las inspecciones. No sé si es que no hay inspectores o que están siempre de vacaciones, pero lo anterior lo vengo viendo desde hace mucho tiempo, y no estoy dispuesto a estar todos los días denunciando lo que todo el mundo ve.

Por lo demás, esto es solo una gripe. Los grupos de riesgo deben protegerse mucho, y los demás, también, pero sin caer en una situación que no nos deje vivir. Esta mañana fui a un supermercado a comprar yogures, y a otro, a por hinojo (me dio por ahí). Ambos estaban llenos de gente comprando de todo, preocupados por una posible cuarentena y dejándose allí alegremente los cuartos ante el alborozo de los empresarios. Esperemos que se lo coman todo.