El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
martes, 27 de junio de 2017
Buenas noches. Objetivos
viernes, 6 de mayo de 2016
Feminismos en el mundo árabe
viernes, 24 de abril de 2015
Ética parta todos 31. Ni religión ni ética
lunes, 20 de abril de 2015
Buenas noches. Libertad
viernes, 6 de marzo de 2015
Religión en las aulas
viernes, 9 de enero de 2015
Las religiones no son necesarias
martes, 2 de diciembre de 2014
Buenas noches. En mala hora
domingo, 7 de septiembre de 2014
Buenas noches. Los maleducados 2
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Buenas noches. Derechos
lunes, 26 de mayo de 2014
Buenas noches. Más allá
lunes, 30 de diciembre de 2013
Buenas noches. Espíritu
sábado, 29 de octubre de 2011
Huida
martes, 20 de septiembre de 2011
Cacao montal
viernes, 9 de septiembre de 2011
viernes, 19 de agosto de 2011
Lo personal y lo público
viernes, 11 de marzo de 2011
Política y religión y lo pagas tú
El uso religioso de centros públicos
AGUSTÍN ARROYO CARRO - Madrid
Trabajo como profesor en un instituto de Madrid, y se nos acaba de anunciar por parte de la dirección del centro, la intención y las órdenes de las autoridades académicas de Madrid de poner a disposición de la organización eclesiástica responsable de las Jornadas de la Juventud que recibirán al Papa este próximo mes de agosto en Madrid, nuestras instalaciones. Ante esta noticia no puedo por menos de exponer las siguientes consideraciones:
Los institutos de Madrid son centros educativos de carácter público financiados por el dinero de todos los contribuyentes. Eso quiere decir que no deben acoger actos privados ni actividades relacionadas con eventos religiosos de ningún tipo.
Durante este curso académico hemos visto cómo la Consejería de Educación de Madrid congelaba nuestros presupuestos de gasto corriente. Los gastos que ocasione este trágala los tendremos que pagar con dinero público.
Esto debe ser rechazado por incurrir en la confusión entre lo público y lo privado, favoreciendo, como siempre, a los mismos. ¿No tiene la Iglesia centros educativos suficientes con magníficas instalaciones para acoger a esta fervorosa grey? ¿Hasta cuándo vamos a tolerar estos desmanes por no instaurar con valentía y firmeza y de forma definitiva un Estado laico?
Añado, porque va en la misma línea del contubernio político-religioso, la noticia del cura de Poio, en Galicia, que, según El Faro de Vigo, celebró su misa rodeado de cartelería del PP. Puedes verlo aquí.
Todo esto apesta mucho.
viernes, 3 de julio de 2009
Sexo y religión católica
"Santo Tomás aceptaba el aborto cuando decía que no existía un ser humano hasta los 40 días de gestación si se trataba de un varón y hasta los 90 si era una niña". San Agustín también escribió que "el acto del aborto no se considera homicidio, porque aún no se puede decir que haya un alma viva en un cuerpo que carece de sensación, ya que todavía no se ha formado la carne y no está dotada de sentidos". "Por otro lado", añade Harth, "si se considera a cualquier embrión o feto como humano ¿por qué no los bautizan?".
"Nosotras somos la voz religiosa dentro de las asociaciones de mujeres y la voz de los derechos sexuales y reproductivos dentro del movimiento de base de la Iglesia católica."
"Le gusta el anteproyecto aprobado por el Gobierno "porque es respetuoso con la voluntad de las mujeres". Contempla "asombrada" el papel que está jugando la Iglesia en el proceso. "La jerarquía católica se empeña en influir en las políticas públicas, y los obispos presionan a los Gobiernos para negar a las mujeres el derecho a decidir. No tienen en cuenta que no todos los españoles son católicos, ni que no todos los católicos están de acuerdo con sus ideas sobre la sexualidad".Su organización rechaza que los obispos sólo salgan a la calle "para protestar por asuntos de la zona pélvica, no por guerras ni por vulneraciones de derechos humanos". "Sólo este tema les obsesiona", afirma. "De hecho, durante muchos siglos, el aborto fue pecado no por vulnerar el quinto mandamiento -no matarás- sino el sexto, que prohíbe fornicar. Y si nos centramos en el 'no matarás', también habría que recordarles que ellos mismos han previsto excepciones como la legítima defensa, la guerra justa y, hasta hace bien poco, la pena de muerte".
¿Es lícito discrepar en una organización religiosa en la que la fuerte estructura jerárquica procede, supuestamente, de Dios? "Sí porque no ha sido siempre así", se apresura a matizar. "El Concilio Vaticano I, a finales del XIX, fue el que consagró esta estructura piramidal, una monarquía absoluta en la que la base no puede participar. Esto debe cambiar. La jerarquía no puede actuar contra la voluntad de los fieles. Es necesario un debate serio sobre los derechos sexuales de las mujeres".
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martes, 10 de febrero de 2009
La ciencia y la religión
En el conocimiento nos encontramos con un problema que ya está resuelto desde hace mucho tiempo, pero que la ignorancia o quizás ciertos intereses hacen que se mantenga como problema. Es el de si el conocimiento aceptable lo suministra la ciencia o si la religión es una fuente, no sólo de esperanza, sino también de conocimiento. Se trata de decidir si lo que conozco es lo que sé y puedo demostrar o si, por el contrario, es lo que creo y lo acepto mediante la fe.
Este tema, teóricamente ya superado, pero prácticamente vigente por lo que se ve, es tratado por el catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid, José Manuel Sánchez Ron, en el excelente artículo El ejemplo y las lecciones de Darwin, aparecido en El País del 1 de febrero pasado.
Resalto aquí algunos párrafos del mismo.
Debatimos insistentemente -ahora estoy pensando en España- acerca de los programas educativos para nuestros jóvenes; por ejemplo, si es aceptable o no imponer asignaturas como Educación para la Ciudadanía, ante la cual algunos argumentan que limita la libertad de los padres a ejercer sus derechos en la formación (moral y religiosa) de sus hijos. Y, mientras tanto, la enseñanza de ciencias sufre cada vez de más carencias.
No parece preocuparnos demasiado, por ejemplo, si se enseñan adecuadamente sistemas científicos tan básicos como la teoría de la evolución de las especies. El pasado noviembre, se publicó un libro en el que se adjudicaba a la Reina, doña Sofía, la siguiente manifestación: "Se ha de enseñar religión en los colegios, al menos hasta cierta edad: los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida".
Podrá resultar doloroso a algunos, pero la única explicación que da lugar a comprobaciones contrastables sobre el origen del mundo y de la vida procede de la física, de la química, de la geología y de la biología. La religión pertenece a otro ámbito.
¿Es legítimo ocultar a los niños ese mundo científico, condicionando así sus opiniones futuras, en aras a algo así como "mantener su inocencia", o por las ideologías de sus padres? Haciendo públicas sus opiniones en una cuestión cuya importancia no puede ignorar, y por la elevada posición que ocupa, doña Sofía hizo publicidad de una determinada forma de entender el mundo, que jamás ha recibido comprobaciones contrastables.
Una forma, además, que, al menos en España, de la mano de la jerarquía católica, pretende intervenir en apartados que pertenecen al poder legislativo, como son los programas educativos o lo que es admisible o no en los tratamientos médicos (no puedo olvidar en este punto las manifestaciones de la Conferencia Episcopal Española a raíz del nacimiento, en octubre de 2008, de un niño tratado genéticamente para curar a un hermano que sufría anemia congénita: "El nacimiento de una persona humana ha venido acompañado de la destrucción de sus propios hermanos a los que se ha privado del derecho a la vida"; palabras no sólo cuestionables desde el punto de vista de la ciencia sino también, en mi opinión, carentes de compasión ante el sufrimiento ajeno).
Necesitamos educar en la ciencia a nuestros jóvenes; no, naturalmente, para que entiendan que ella es el juez supremo para las opciones que quiere asumir una sociedad democrática. La ciencia es, simplemente, un instrumento -el mejor- que los humanos hemos inventado para librarnos de mitos, orientarnos ante el futuro y protegernos de una naturaleza que no nos favorece especialmente
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