Mostrando entradas con la etiqueta Olifante. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Olifante. Mostrar todas las entradas

miércoles, 6 de mayo de 2015

Ángel Guinda. Catedral de la Noche



Ángel Guinda es un luchador por la vida y un vividor de esa lucha. Nunca se conforma con la realidad, porque para él vivir la realidad es aceptar de ella sólo sus propias leyes, que son las del cambio, las de la continua evolución, las de la lucha por su mejora. “Escribo contra la realidad, no sobre la realidad”, nos tiene dicho.

La vida de Ángel Guinda no tiene sentido sin la poesía ni su poesía tiene sentido sin la vida. La vida, lo que más le gusta al ser humano Ángel Guinda, está siempre por descubrir, por comprender -ya que no por entender-, por encajar siquiera tímidamente en algún esquema mental. La poesía es una de las armas más poderosas que hemos inventado para sobrevivir en este duro proceso de vivirnos como seres humanos, de construirnos como seres vivos.

Ángel Guinda domina los mimbres de esta poesía que sirve para vivir. Son mimbres unas veces trágicos, otras, más amables, casi siempre, dolorosos, porque Ángel Guinda escribe con sangre, con semen, con lágrimas, con vino, con todo lo que chorrea por el cuerpo cuando se sufre o cuando, en esos ratos milagrosos, se es feliz. La celebrada honradez del poeta Ángel Guinda yo la entiendo como que la poesía de un poeta de la vida se parece a la propia vida.

Ayer asistí a la presentación de “Catedral de la Noche”, el nuevo libro de Ángel Guinda, en la Sala Clamores, de Madrid. Está publicado por Olifante, Ediciones de poesía, la marca editorial de Trinidad Ruiz Marcellán, presente en el acto, junto con Pilar Bastardés, Charo Huerga, Manuele Masini, Agustín Porras, Bolo y algunos amigos más.

El acto estuvo emotivo y distraído, como siempre que el poeta presenta algún libro suyo. Esta vez el tema aparente era la noche. Yo creo que la noche aparece aquí como metáfora, como el símbolo de la muerte en la vida, como la señal del acabamiento, pero también como el estado que da paso a la luz, como el momento del pensar y del sentir. La poesía de Ángel Guinda es poesía para pensar y para sentir. No sé si toda poesía es así, pero esta invita a hacerlo con facilidad.

Sólo un poeta bueno y un ser humano bueno pueden hablar poéticamente de todas las adversidades y las limitaciones que adornan trágicamente la vida, ese trayecto siempre coronado por la muerte, esa noche del día de la vida. Ángel Guinda es ambas cosas. Y creo que “Catedral de la Noche” es para leerlo con calma y varias veces.

Durante el acto se presentó el vídeo "Cruce de caminos", de David Francisco, con textos de Ángel Guinda.


Dejo aquí una muestra de "Catedral de la Noche".

AQUÍ ESTUVO LA NOCHE

Aquí, donde está el día
estrepitoso en pájaros e insectos,
con luz desaforada
como la floración de los almendros,
aquí estuvo la noche:
indescifrable
sarcófago escoltado
por la tartamudez de las lucernas.
Aquí estuvo la noche
y volverá.






lunes, 21 de noviembre de 2011

Rosana Acquaroni




El sábado pasado estuve en un acto precioso. Fue una lectura poética en un clásico bar de la calle Libertad, en Madrid. Lamentablemente, pero como era de esperar, fue un acto casi íntimo, con pocos asistentes. Sin embargo, la poesía y los poemas de las poetas que intervinieron lograron crear ese clima de oasis que suele aparecer cuando hay calidad en estos acontecimientos.

Leyeron sus poemas, Rosana Acquaroni, Beatriz Gimeno y Nuria Ruiz de Viñaspre.

Vamos a incluir hoy aquí un par de poemas de Rosana Acquaroni, de su nuevo libro Discordia de los dóciles, publicado en la editorial Olifante, Zaragoza, 2011. En días sucesivos añadiremos poemas de las otras dos autoras.

El peso del vacío. VI

La oscuridad nos muestra
lo que la luz esconde.

Hay tramos de silencio y de quebranto,
hay pedazos de hombre,
astillas que germinan en cauces tortuosos.
Hay arrestos impunes
                  y pan domiciliario
hay aviones nocturnos
que parten cada día,
sobrevolando crímenes y estados.

Traficantes de almas
                                       y fondos monetarios,
instrucciones precisas
para el sometimiento de los dóciles.


El peso del vacío. VIII

Abrazad a los vuestros
a aquellos que comparten
el pan de cada día
abrazad            abrazadles
no les dejéis vivirse desde dentro.
Quebrad ese silencio despoblado
que puja por salir.
No dejéis de abrazarles
cuando cada mañana
                         veáis salir el sol,
cruzar vuestro horizonte.
Porque vendrá la muerte
                          volcará su cemento
su turba desmedida
y un corazón de insectos
se adueñará de todo para siempre.