A la derecha ultra no le basta con odiar a las izquierdas ni con mostrarle toda la ordinariez de la que es capaz de hacer uso. Ahora, entre ellos, muestran también los mismos odios y las mismas maneras. Seguramente es que son así, porque en la caverna no saben nada de finura ni de mentes limpias ni de servicio público.
Y la prensa impresentable presenta el asunto como si uno fuera el bueno y el otro el malo, pero no hay por dónde acercarse a ninguno de los dos. El que no cobra comisiones organiza espionajes. El que no miente un día miente al siguiente. Ninguno de los dos tiene la talla mínima para ser un servidor público honesto.
Y, mientras, la ultraderecha se frota las manos y ve más cerca la posibilidad de llegar al poder. Son peores, más toscos, más burdos, con menos formación humana (si eso es posible).
¿Habrá alguna vez en este país una derecha civilizada que no tenga nada que esconder?