'No me gusta que mires a esos tíos' le
decía a la chica, que se defendía como podía. 'Tampoco te gusta
cómo visto. No te gusta nada de mí', le contestaba. El chico, que
iba en el tren con los pies asquerosamente apoyados en los asientos
de enfrente, tenía todo el aspecto de ser un machista de los que luego van
a más. Su actitud, su forma de mirar, de hablar y de andar eran las
de un chulo vulgar. Iba comiendo gusanitos de colesterol y, al
levantarse, dejó la bolsa vacía sobre el asiento de al lado. No sé
qué será de la chica el día de mañana. Buenas tardes.