Rita Levi-Montalcini, nacida en Turín, es una científica licenciada en Medicina y doctora en Neurocirugía. En 1986 recibió el premio Nobel de Medicina. En el año 2001 fue designada senadora vitalicia por el presidente de la república italiana y en 2008 la Universidad Complutense de Madrid la invistió como Doctora honoris causa.
En 2001 creó la Fundación Levi Montalcini, desde donde ayuda a los jóvenes a encontrar un campo de estudio adecuado y en donde crea becas para que puedan estudiar las niñas africanas. Su intención es ayudarlas y ayudar así también a sus países de origen.
La profesora Levi es de izquierdas. Lo explica en una
entrevista que le hace
Miguel Mora en el diario
El País del 19 de abril de 2009. Pura cuestión de raciocinio, explica, porque la culpa de las grandes desdichas de la humanidad la tiene el hemisferio derecho del cerebro.
"Es la parte instintiva, la que sirvió para hacer bajar al australopithecus del árbol y salvarle la vida. La tenemos poco desarrollada y es la zona a la que apelan los dictadores para que las masas les sigan. Todas las tragedias se apoyan siempre en ese hemisferio que desconfía del diferente."
Uno de sus grandes descubrimientos es el de que, en nuestro cerebro, uno de los hemisferios está menos desarrollado que el otro. Su explicación es como sigue:
“Sí, el cerebro límbico, el hemisferio derecho, no ha tenido un desarrollo somático ni funcional. Y, desgraciadamente, todavía hoy predomina sobre el otro. Todo lo que pasa en las grandes tragedias se debe al hecho de que este cerebro arcaico domina al de la verdadera razón. Por eso debemos estar alerta. Hoy puede ser el fin de la humanidad. En todas las grandes tragedias se camufla la inteligencia y el razonamiento con ese instinto de bajo nivel. Los regímenes totalitarios de Mussolini, Hitler y Stalin convencieron a las poblaciones con ese raciocinio, que es puro instinto y surge en el origen de la vida de los vertebrados, pero que no tiene que ver con el razonamiento. El peligro es que aquello que salvó al australopithecus cuando bajó del árbol siga predominando”.
Su actitud ante la vida la aprendió de sus padres:
“Lo más importante era comportarse de una manera razonable, saber lo que vale de
verdad. Tener un comportamiento riguroso y bueno, pero sin la idea del premio o el castigo. No existía la idea del cielo y el infierno. Éramos religiosos, pero la actitud ante la vida no tenía que ver con la religión. Existía el sentido del deber, pero sin compensación post mortem. Debíamos comportarnos bien, eso era una obligación. Entonces no se hablaba de genética, pero era ese espíritu. Sin premio ni miedo”.
No actuar por miedo ni buscando un premio o evitando un castigo. Actuar por hacer el bien, con sentido del deber. ¡Qué raro y, a la vez, qué admirable resulta esto hoy!
Rita Levi-Montalcini es laica, feminista, apoya la eutanasia y el testamento biológico y no le tiene miedo a la muerte porque entiende que morirse es lo natural.
No desea jubilarse. La jubilación -dice- está destruyendo cerebros porque la gente se jubila y se abandona y eso mata su cerebro y enferma.
Para que no decaiga la capacidad de pensar ni de vivir,
“la única forma es seguir pensando, desinteresarse de uno mismo y ser indiferente a la muerte, porque la muerte no nos golpea a nosotros sino a nuestro cuerpo, y los mensajes que uno deja persisten. Cuando muera, solo morirá mi pequeñísimo cuerpo”.
¿Está preparada?
“No hace falta. Morir es lógico.”
“Lo importante es vivir con serenidad, y pensar siempre con el hemisferio izquierdo, no con el derecho. Porque ése lleva a la tragedia y a la miseria. Y puede suponer la extinción de la especie humana.”
Junto con su colaboradora de hace muchísimos años, Giuseppina Tripodi, acaba de publicar un libro de memorias titulado La clepsidra de una vida, del que sólo conozco la versión italiana, pero aún no la española.
Hoy, 22 de abril de 2009, me inclino con respeto y con reconocimiento ante Rita Levi-Montalcini, un ser humano admirable, una persona de las pocas que me reconcilia con la vida, porque hoy cumple 100 años.
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