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viernes, 7 de enero de 2011

Hablo de no fumar




Llevo dos noches saliendo a tomar una copa y en el bar no huele a tabaco, ni tengo que aspirar humo de tabaco, ni me levanto por la mañana con picor en la garganta por el humo del tabaco, ni tengo que oír al camarero quejarse por el humo del tabaco. Y, sin embargo, tengo que leer a muchos a los que les parece poco menos que un crimen que hayan velado por la salud de los no fumadores prohibiendo fumar en los espacios cerrados. Parece que no se puede hablar de la ley antitabaco, pero sí, como odiosa reacción ante el atentado, de Leire Pajín, como si fuera ésta la única responsable de una ley que ha sido aprobada en el Congreso y que, en términos muy parecidos, está vigente en muchos países de Europa.

No se puede hablar de la ley antitabaco, pero sí, por ejemplo, de los Reyes Magos. Cierta miopía impide ver que detrás de esta fiesta está la conmemoración, la repetición de lo que los Magos de oriente hicieron con el niño nacido en Belén. O sea, una fiesta básicamente religiosa, aunque aparezca teñida de consumo, de transmisión de ideología de género, con las muñequitas y los camioncitos, de justificación de la mentira –lo de la ilusión es eso, una ilusión- y de introducción de los niños en el sistema. De esto sí parece que se puede hablar.

Yo, humildemente, espero poder seguir hablando de lo que me alegre, de lo que me entristezca y de lo que me apetezca.

martes, 4 de enero de 2011

Ley antitabaco


"A ver si esto es verdad y podemos respirar a gusto. A veces me duele el pecho y tengo miedo de ir al médico. Todo el día respirando humo yo, que no fumo, es demasiado. Muere un camarero al día por el humo del tabaco y yo no puedo hacer nada. Tengo que trabajar, pero en estas condiciones era muy duro."

Esto me comentaba el 30 de diciembre pasado un camarero que se sentía protegido y esperanzado con la nueva ley del tabaco. Comprendo que los fumadores estén molestos porque tienen encima un problema. Pero comprendo menos que reaccionen con un estilo parecido al de Rajoy o al del alcalde de Valladolid contra la ministra Leire Pajín y contra la ley votada democráticamente. No comprendo tampoco que echen mano de otras cosas que no se han hecho y que se podían hacer en lugar de prohibir el tabaco. Me parece que son excusas poco finas que revelan que no saben del todo bien lo que dicen. Algunos de ellos, muy dados a defender lo común sobre lo particular, me parece que caen en un individualismo que no tiene en cuenta más que su propio deseo y su propia dependencia. Sé que un fumador no puede pensar en su adicción de manera objetiva y neutra, pero en las circunstancias actuales debería esforzarse en hacerlo, si no quiere ser calificado por la historia con tintes reaccionarios.