El secreto está en continuar aprendiendo siempre, cada día, cada instante, hasta el último momento. Y de hacerlo con alegría, con aquella que surge al contemplar el crecimiento de una vida: la propia.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
El secreto está en continuar aprendiendo siempre, cada día, cada instante, hasta el último momento. Y de hacerlo con alegría, con aquella que surge al contemplar el crecimiento de una vida: la propia.
Para aprender hay que desaprender mucho de lo aprendido antes. La tarea de desaprender dura toda la vida. La de aprender, también. La vida de una persona seria es un continuo y razonado quitar y poner. La de una persona poco seria es la de limitarse a reproducir lo recibido.
Tenemos que formarnos. Da igual la edad que tengamos: cada día de la vida tenemos que hacer el esfuerzo de formarnos, de prepararnos para vivir una vida buena y que haga el menor daño posible a los demás. Sí, también debemos preocuparnos por no hacer daño a los demás, aunque te pueda parecer raro y ajeno a ti. No venimos hechos ya a este mundo, sino que tenemos que ir haciéndonos poco a poco, cada día, en cada vivencia.
Se trata de leer cosas interesantes (pregunta, si lo necesitas), de descubrir valores gratificantes (pregunta, si lo necesitas), de tener opiniones propias y confrontarlas con otros, a ver si se pueden confirmar o mejorar (pregunta, si lo necesitas), de saber cómo hay que actuar en cada situación (pregunta, si lo necesitas), de intentar conocerse uno mismo, saber cómo somos y cómo pensamos (pregunta, si lo necesitas), de conocer cómo funciona el mundo en el que estamos (pregunta, si lo necesitas), de escuchar mucho, sobre todo a quien dice algo diferente de lo que pensamos (pregunta, si lo necesitas), de preguntar todo aquello que no sabemos, en lo que andamos perdidos, lo que no logramos comprender. Hay que hacer algo que no sea mantenerse como un pobre ignorante, que repite sin saber por qué lo que se grita interesadamente por ahí y que se convierte en seguida en esclavo de quien quiere manejarle.
Una casa no se construye de cualquier manera. Una persona, tampoco.
De lo que se trata fundamentalmente es de aprender, de no dejar nunca de aprender. Nos va en ello la juventud, el bienestar y la vida buena.
Aprender implica dos artes: la de aprender y la de enseñar.
El arte de aprender consiste en mantener viva la llama que nos impulsa a querer aprender, y la actitud mental abierta, que busca comprender antes que juzgar, y crecer en lugar de destrozar las ideas del otro.
Cualquier momento y cualquier lugar son buenos para aprender y para enseñar.
El arte de enseñar es aún más difícil, aunque posiblemente menos duro que el de aprender. Enseñar conlleva saber bien lo que se quiere expresar; también saber bien escuchar; conocer las actitudes del que va a aprender, sus circunstancias, las características de su situación; saber alternar la crítica racional de lo que hay con los valores que podrían ser útiles en la vida; no ser pesado ni insistente, porque enseñar no es como hacer la publicidad de unos grandes almacenes; y dejar vivir. Antes hay que mostrar con claridad las consecuencias de querer aprender y de no hacerlo. Luego hay que dejar en paz a unos y a otros, a menos que ellos quieran permanecer en alguna nueva tarea.
Hoy es el día mundial de los docentes. En cierto modo, todos somos docentes.
El libro sirve para leer.
Leer sirve para gozar y para aprender.
Se puede gozar de muchas maneras.
No es necesario leer para gozar, aunque hay goces y goces.
Es más difícil aprender sin leer.
Se le nota mucho a quien no aprende.
Y también a quien no lee.
No aprender implica, lo admitas o no, ir embruteciéndose poco a poco, ir perdiendo humanidad.
Leer o no leer.
Esa es tu cuestión.