No veo una salida factible. Tengo la
impresión de que Rajoy y los suyos sólo quieren el poder para
organizar el país de manera que sus amigos puedan seguir forrándose
con privatizaciones, corrupciones y demás estrategias similares.
Cuando tienen la oportunidad de mejorar la situación de la
ciudadanía, no hacen nada en esa dirección. Por el otro lado,
Puigdemont y los suyos se han obsesionado con la independencia, una
meta muy emocionante para muchos catalanes, pero no les han contado
las consecuencias económicamente ruinosas que tendría para Cataluña
esa independencia. Parece que todos se han puesto las orejeras y no
ven más que lo que les interesa a corto plazo. En medio, unos se
saltan las leyes cuando les interesa y otros, torpes como ellos
solos, mandan a una policía, que no sé si sabe algo de derechos
humanos, a hacer barbaridades con el pueblo. No le veo salida a esta
situación, a menos que alguien con sentido de Estado tome las
riendas de lo que ocurre. Pero con la ciudadanía en carne viva,
¿quien es capaz de aliviar a tanta gente diferente a la vez?
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
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martes, 3 de octubre de 2017
sábado, 9 de septiembre de 2017
Buenas noches. Lo que veo / y 3
Si a esta sobrevaloración de los
sentimientos, en detrimento de una razón que analice la realidad y
que nos dé argumentos para explicarnos lo que ocurre, le añadimos
el lema que con tanto éxito ha instaurado entre nosotros el
neoliberalismo dominante, eso de que 'Todo vale', la mezcla
resultante es tremendamente eficaz para desintegrar una sociedad que
pueda resultar humana e ilusionante.
Te sugiero que analices desde este
punto de vista cualquiera de los fenómenos que ocurren en el
panorama político mundial y español. Intenta leer buena prensa y
escuchar buena radio, a ver si encuentras alguna 'razón' que
explique cualquiera de las medidas que está tomando Trump. Haz lo
mismo con King John-un, o con las medidas económicas restrictivas
tomadas en España y en otros países y sus terribles resultados, o
con las medidas que toman por su cuenta Rajoy y los de su cuerda, o
con los sucesivos y ruborizantes apoyos de ciertos votantes a
partidos políticos podridos por la corrupción hasta las trancas, o
con las inauditas actuaciones de ciertos independentistas en
Cataluña, o con cualquier fenómeno que se te ocurra. Yo no veo
racionalidad por ninguna parte y sí observo, en cambio, una
exaltación de sentimientos, de apetitos, de deseos o hasta de
obsesiones. Y como nadie entre nosotros se preocupa de que pensemos,
de que analicemos y de que argumentemos racionalmente nada, tendemos
a reproducir lo que vemos y nos vamos dejando llevar poco a poco por
nuestras apetencias, por lo que sentimos o por lo que vemos, sin que
preguntas como ¿por qué? ¿cómo? ¿está justificado? ¿qué
consecuencias tendrá? o ¿y después qué? nos aparezcan en la mente
y nos empujen a intentar contestarlas.
Fíjate, si te parece, en el estilo que
muestran los grandes espacios de la televisión, en el papel que
ocupan en la sociedad el fútbol y los deportes mayoritarios, en la
evolución de los planes de estudios, de los que desaparece cualquier
materia que nos invite a pensar. Quieren exaltar nuestros
sentimientos, quieren que suframos, que nos emocionemos, que nuestros
apetitos estén siempre alerta, que situemos la apariencia sensible
por encima de cualquier otro criterio, pero no quieren que pensemos,
no sea que nos empecemos a explicar lo que ocurre y algún día
intentemos cambiar de verdad el mundo. Son malos tiempos estos para
el ser humano y para la racionalidad.
Buenas noches.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
Buenas noches. Un señor en el autobús
Se subió al autobús un señor algo
mayor, de pelo cano, que, a voces, iba maldiciendo la vejez de su
esposa, que le acompañaba, porque ésta creía que no era ese el
autobús que había que tomar. Nadie le hizo caso, pero los gritos y
el maltrato a la mujer fueron evidentes.
Se colocaron en asientos separados,
ella en la fila de la izquierda y él, en la de la derecha. Después
de dos paradas, ella se levantó y se sentó junto a él. El señor
le depositó su brazo sobre el hombro, ella puso su mano en el muslo
del señor y él hizo lo mismo sobre el de ella. Algo debieron de
hablar entre sí en voz baja porque ella le contestó:
-Sí, por los cojones.
Un buen número de alumnos de la
Universidad, posiblemente de Medicina, se subieron luego al autobús. El señor,
en voz alta, les dijo a dos de ellos que se apostaron junto a él:
-¡Eh! Y vosotros ¿cuánto pagáis por
estudiar?
-Mil euros -dijo uno de ellos.
-Mil ochocientos -dijo otra.
-¡Qué vergüenza! -dijo el señor-
Eso tenía que ser de balde. Y lo tienen que pagar vuestros padres,
claro. Desde luego, ¡qué malo es este tío! Esto es lo que ha
conseguido desde que llegó. Yo llevo cuatro años sin encontrar
trabajo y, encima, se quiere presentar otra vez.
Los alumnos callaban y escuchaban, sin
saber muy bien qué cara poner, pero el señor siguió.
-Y tened mucho cuidado con el catalán
ese ¿eh?, que es muy peligroso. Ese tío es muy peligroso. Es muy
parecido al de ahora. A ver si vais a caer en la misma trampa
vosotros, los estudiantes.
Y concluyó:
-Bueno, nos tenemos que bajar aquí. Ya
sabéis vosotros lo que tenéis que hacer. Y de lo otro nada ¿eh?
-dijo con una especie de sonrisa que parecía que quería ser de
complicidad.
Al llegar a la parada en la que se bajó
junto a su esposa, se despidió:
-¡Suerte!
El autobús quedó en silencio.
Buenas noches.
Buenas noches.
martes, 1 de diciembre de 2015
La vejez y el debate
A fuerza de no pensar nos vamos
quedando atrás, nos estamos volviendo viejos antes de tiempo,
perdemos criterios, desaparece nuestra capacidad para evitar que nos
engañen, nos confundimos con frecuencia de enemigos y vamos creando
un mundo viejo, lleno de viejos de cualquier edad y con rutinas
viejas, vacías de ideas y carentes de todo futuro.
Los viejos no suelen saber. Se pararon
hace tiempo en lo que les venía bien y ahí se quedaron. Hablaba no
hace mucho tiempo con un constructor muy rico y me decía que
invertía en inmuebles todas sus ganancias. A mi pregunta de por qué
no invertía en bolsa o en fondos, cosa que podía ser muy rentable
para él, me contesto diciendo que él de eso no sabía nada y que
prefería moverse en el terreno que conocía. Me pareció que se
había parado en cuanto sus intereses se vieron satisfechos. Hoy, sin
embargo, es menos rico y no tiene un futuro de crecimiento a la
vista.
Algo parecido está pasando en la
política. Si Rajoy hubiese ido al debate de ayer, hubiese quedado
descolocado, no tanto por su edad biológica, sino por su mentalidad
vieja frente a lo fresco que ofrecían los otros tres. Fresco no
quiere decir necesariamente mejor, pero al menos era algo diferente,
en muchos casos, que merecía la pena considerar. El mismo Rajoy, que
suele ser muy simple en lo que dice y mucho menos simple en lo que a
veces hace, lo reconocía diciendo que él va sólo a los debates de
toda la vida. Como siempre que habla Rajoy, esconde tras sus palabras
razones más reales. Encubría, a mi entender, el miedo a la osada
juventud, a lo diferente, a que le saquen las vergüenzas en público
o a que le consideren como uno más, siendo él lo que es. Y esconde
también, según lo veo yo, el rechazo que un estilo verticalista,
impositivo, cauasidictatorial, como el suyo y el de numerosos
miembros del PP, siente ante un debate con quienes a veces le
adelantan en las encuestas y que pueden ir a las raíces más reales
de los problemas.
Yo creo que esta es una de las claves
de que, a pesar de la cantidad enorme de mentiras que han soltado
Rajoy y los suyos desde que aparecieron, de los destrozos que han
realizado en sectores tan cercanos a los ciudadanos, como la sanidad,
la educación o las pensiones, de las contradicciones tan sangrantes
que ha sufrido el país -dicen que van a bajar los impuestos, pero
luego los suben-, a pesar de todo ello, esta actitud mandona,
ordenante, totalitaria que exhibe Rajoy es la que conecta con un
electorado que se dice demócrata, pero que ha perdido su capacidad
crítica, se ha olvidado de la posibilidad de descubrir que le están
manejando y se entrega, pase lo que pase y aunque le perjudique, a
quien le va a obligar a hacer lo que él quiera. Decir que se es
demócrata, pero vivir con tics dictatoriales es más común de lo
que creemos en nuestro país. Hay una vejez difícilmente superable.
viernes, 10 de abril de 2015
Buenas noches. Recuerdo
Iba por el pasillo del Metro y vi que
venía de frente un individuo que andaba a bastante velocidad.
Avanzaba mirando al suelo fijamente, sin enterarse demasiado de lo
que ocurría por donde iba, sin tener en cuenta a las personas con
las que se cruzaba, como si los demás tuviéramos que quitarnos de
en medio para que pasara él, como si no tuviera nada que ver con la
gente de su alrededor ni con el mundo por donde caminaba. Iba
descaradamente a lo suyo.
Me recordó a Rajoy.
Buenas noches.
martes, 11 de noviembre de 2014
Lo que veo cuando miro. El gallego
El tópico dice que nunca se sabe si un
gallego sube o baja la escalera. Yo me pregunto hoy si el propio
gallego lo sabe o no. Incluso si sabe si está en una escalera o no
lo sabe. A veces tengo la sensación de que su ignorancia es tal que
lo único que sabe es que está en política, pero que no quiere
saber nada ni de escaleras ni, mucho menos, de subirlas o bajarlas.
Lo que le gusta es estar sentado diciéndole a sus acólitos -¡tantos
corruptos entre ellos!- que pongan el país en las manos privadas de
los más golfos, de los más hipócritas, de los más ricos. A fuerza
de dar rienda suelta a su afición favorita, la de dejar que los
problemas se pudran -ni sabe ni tiene ganas de hacer nada con ellos-,
el país huele cada vez más a podrido. Él mismo está podrido y
apesta a rayos -a rajoyos. Los ciudadanos se están pudriendo
también, unos, por la pobreza, y otros, por la codicia. Habría que
decirle al gallego que bajara la escalera, que abriera la puerta, que
saliera y que no parara de andar nunca.
Buenas tardes.
NOTA.
Le pido disculpas a los gallegos por haber usado el tópico inicial en este texto. En realidad yo lo usaba para hablar de uno solo. Un tópico no es más que el fruto de un prejuicio y los prejuicios suelen ser injustos, falsos e irrespetuosos. Una amiga muy sensata me ha advertido, con razón, de que el uso de este tópico posiblemente no haya sido muy acertado. Es verdad que yo, en cierto modo, lo usaba precisamente para desmontarlo, haciendo ver que a uno de ellos no le ocurría eso, sino algo peor, pero el artificio usado podía hacer que se pensara otra cosa. Por si acaso, quiero dejar claro que yo no pienso así de los gallegos y que los estereotipos regionales, como todas las generalizaciones, siempre me han parecido estúpidos. Pondré más cuidado otra vez que hable de este tipo de personajes que terminan sacándolo a uno de sus casillas.
NOTA.
Le pido disculpas a los gallegos por haber usado el tópico inicial en este texto. En realidad yo lo usaba para hablar de uno solo. Un tópico no es más que el fruto de un prejuicio y los prejuicios suelen ser injustos, falsos e irrespetuosos. Una amiga muy sensata me ha advertido, con razón, de que el uso de este tópico posiblemente no haya sido muy acertado. Es verdad que yo, en cierto modo, lo usaba precisamente para desmontarlo, haciendo ver que a uno de ellos no le ocurría eso, sino algo peor, pero el artificio usado podía hacer que se pensara otra cosa. Por si acaso, quiero dejar claro que yo no pienso así de los gallegos y que los estereotipos regionales, como todas las generalizaciones, siempre me han parecido estúpidos. Pondré más cuidado otra vez que hable de este tipo de personajes que terminan sacándolo a uno de sus casillas.
jueves, 6 de noviembre de 2014
Lo que veo cuando miro. ¿Qué dirán ahora?
Me pregunto dónde estarán ahora todos
los que se creyeron aquello que, de manera tan cansina, cantaban
todos los días a voz en grito Rajoy y su Orquesta del PP, de
que el causante y el culpable de toda la crisis era Zapatero. Me
gustaría saber qué dirán ahora que todo está peor. Y, puestos a
querer saber, también me gustaría conocer si se sentirán algo
responsables de todo lo que han destrozado en estos tres años esta
pandilla de vándalos mentirosos que sólo desean el beneficio
económico para los suyos. ¿Se habrán sentido engañados o todavía
necesitarán más caña?
Buenas tardes.
jueves, 30 de octubre de 2014
Cuánto sufrimiento
Me quedó el run run de las
declaraciones del ministro de Defensa Morenés, el que fuera
consejero de una empresa dedicada a la fabricación de armas,
diciendo que Rajoy sufría y vivía con agonía los casos de
corrupción. ¡Qué sensible, Rajoy! ¿Cómo es posible que un
presidente de un Gobierno no sufra por los millones de parados que
tiene y sí lo haga cuando la justicia pilla a algunos de sus amigos
con las manos en la masa? ¿Para quién gobierna este hombre? Hay un
déficit ético brutal aquí.
miércoles, 29 de octubre de 2014
Lo que veo cuando miro. El perdón
Ayer comentaba yo en este mismo lugar
que las peticiones de perdón hechas públicas por el presidente del
Gobierno, el señor Mariano Rajoy, y por la presidenta del PP de
Madrid, la señora Esperanza Aguirre, no tenían ningún sentido en
una sociedad civil y democrática, en la que lo único procedente en
una situación como la actual -de corrupción no ocasional, sino
estructural- es la dimisión.
Me gustaría hoy, sin embargo, no tirar
por la borda el perdón como si fuera un acto escaso de sentido.
Pedir perdón es una procedimiento humano valiosísimo, elegantísimo
y de una enorme calidad humana, sólo equiparable al acto
generosísimo, nobilísimo y de una calidad humana similar de
perdonar. Pero pedir perdón y perdonar, actos propios de mentes
grandes, sólo tienen sentido en el pequeño mundo de las relaciones
personales. Yo puedo cometer un error con un amigo, puedo
reconocerlo, decírselo y pedirle -no exigirle- que me perdone. Ese
acto de humildad, si es sincero, ennoblece y engrandece a quien lo
hace. Y el acto de perdonar, tan libre como innecesario, dota
igualmente de nobleza y de grandeza a quien lo concede. Pero esto
sólo tiene sentido y valor en el ámbito de las relaciones
personales, nunca fuera de él.
En el marco de la política nunca se
establecen relaciones personales entre los ciudadanos y sus
representantes. Son relaciones institucionales, sujetas a reglas
-escritas o no escritas- democráticas, en donde no se puede olvidar
que lo único que hay que perseguir es el bien común de todos, no el
establecimiento o el restablecimiento de ningún tipo de relación
personal.
No ser consciente de esto y salir en
público pidiendo perdón por unos comportamientos impresentables de
una serie -enorme, por otra parte- de políticos, en lugar de
presentar la dimisión a los ciudadanos que le otorgaron su
representación y su confianza, da a entender una carencia enorme y
peligrosa de ética. Se han puesto a gobernar sin un mínimo de
formación ética y eso tiene sus consecuencias.
Hay políticos, particularmente entre
los neoliberales -como si lo llevaran en sus genes-, que tienen la
funesta manía de confundir lo público con lo privado. Llegan a un
cargo público y creen que el cargo es suyo y que pueden hacer desde
él lo que les venga en gana: mentir, ocultar, ganar dinero,
maltratar a los ciudadanos, etc. En el colmo del desvarío
democrático, se dedican a privatizar lo público, con excusas o sin
ellas, con sentido o sin él, sólo con el interés de beneficiarse a
sí mismos o a sus amiguetes y correligionarios. Tanto se creen que
lo público que gestionan es un bien privado que les pertenece, que
cuando ocurre alguna anormalidad, en lugar de irse y someterse a la
justicia democrática, se limitan a pedir perdón. Y se quedan tan
anchos.
El despiste democrático en el que
estamos metidos es el fruto de muchos años de fomento de la
incultura entre los ciudadanos, entre los empresarios y entre los
políticos. Abandonamos todos nuestra formación como ciudadanos y
ahora estamos recogiendo los frutos podridos de tal dejación.
Lo que veo cuando miro. Perdones
La cazatalentos (o cazafantasmas, no
sé) Aguirre pidió ayer perdón a los españoles por haber confiado
en unos golfos. El presidente Rajoy ha pedido perdón hace un rato
por lo mismo. ¡Qué hueco y qué fofo queda todo esto! Podían haber
pedido perdón por todas las reformas que han hecho en las leyes en
beneficio de los ricos y en perjuicio premeditado de todos los demás,
pero eso ni se les pasa por la mente. Han venido a servir a sus
amigos y no están dispuestos a cesar en su empeño.
Lo de pedir perdón tiene unas
connotaciones religiosas vacías, que la gente sin escrúpulos está
usando últimamente sin el menor propósito de la enmienda y como un
deseo hipócrita de quitarse de encima el muerto para seguir haciendo
lo mismo. Es como el jovencito que está jugando al fútbol en un
espacio público, le da un balonazo a un transeúnte, le pide perdón,
pero sigue jugando.
Que el multicargado Granados era un
pájaro lo sabía cualquiera que lo hubiese oído hablar o que lo
recordara de la comisión que juzgó el 'tamayazo'. Yo no hubiese
confiado en él ni de lejos. Al parecer, en Valdemoro, de donde fue
alcalde, todos sabían quién era el tal. ¡Cuánto más debería
saberlo la presidenta del partido en Madrid y el presidente nacional
del partido! ¿A qué viene ahora aparentar una sorpresa adornada de
lamentos?
Estos tipos siguen tratándonos como si
fuéramos tontos y creen que su hipocresía le vale a cualquiera. Si
tan conpungidos están por el daño que se ha hecho siendo ellos
responsables, que sean consecuentes. El perdón es un concepto
religioso que les valdrá para no condenarse. En la sociedad civil,
el perdón no vale para nada. Lo único que tiene sentido democrático
es la dimisión.
Buenas tardes.
martes, 11 de febrero de 2014
Lo que veo cuando miro. Entender o creer
Entender es explicarse algo con
argumentos racionales, coherentes, sin que contengan contradicciones
con lo que ya se entiende y que puedan ser comprobables o aceptables,
mientras no se demuestre que no se pueden aceptar. Que la lluvia,
tomémosla como ejemplo, aparece cuando se dan determinadas
condiciones de humedad, presión y temperatura lo puede entender
cualquiera que esté convenientemente informado.
Creer algo es aceptarlo sin
argumentos racionales, basándose en la supuesta autoridad de quien
lo dice o en el interés que pueda tener el creyente en aceptar eso
que considera una verdad. Consideremos como ejemplo de esta actitud
aceptar que las mujeres no pueden ser sacerdotisas en la Iglesia
Católica porque lo dice la jerarquía -y quienes aceptan esto le
atribuyen autoridad suficiente a esa jerarquía- o porque le viene
bien aceptar que las mujeres no tengan funciones en la sociedad en
igualdad de condiciones que los hombres.
Estas dos actitudes se dan con mucha
frecuencia en nuestra sociedad. Los ciudadanos, lamentablemente,
tendemos cada vez más a no involucrarnos en cuestiones que requieran
buena o mucha información, a simplificar los asuntos y a optar
siempre por lo más fácil. Por eso en muchas ocasiones creemos lo
que dicen, sin preocuparnos de entender, de buscar las razones de por
qué dicen lo que dicen. Si a una persona sin criterio bien fundado
le repiten machaconamente lo mismo una y otra vez, puede que acabe
por creerlo, aunque el mensaje no tenga ninguna relación con la
realidad.
Pongo un ejemplo de lo que quiero
decir. Desde el primer día que Zapatero ejerció de presidente del
Gobierno de España, Rajoy, muy dolido por su derrota electoral,
comenzó una campaña muy atentamente diseñada de desprestigio del
presidente, que aún hoy continúa. Un día y otro y otro se sucedían las críticas
descalificantes hacia la figura de Zapatero. En las dos legislaturas
en las que estuvo al frente del Gobierno se tomaron medidas muy
importantes para el bienestar de los ciudadanos, pero a Rajoy y a los suyos les daba
igual, porque su interés era descalificar al personaje y crear la
idea de que no valía para el puesto que ocupaba.
El segundo mensaje
puesto en circulación era que el propio Rajoy era mejor que Zapatero
y que en cuanto llegara al poder las cosas irían mucho mejor. No
había momento parlamentario o mediático en el que Rajoy perdiera la
oportunidad de postularse como el salvador de la situación. Esto fue
calando en la población gracias a la insistencia en la medida y a
la facilidad de muchos ciudadanos para creerse lo que le gritan o lo
que le repiten hasta el cansancio. Se aprobaban leyes, como la del
matrimonio entre personas homosexuales o la del aborto, pero Zapatero
era muy malo, según el mensaje que repetía Rajoy, y éste, en
cambio, era el bueno. Luego vinieron los errores de Zapatero, que
pocos se tomaron la molestia de intentar entender o, al menos, de
situar en un contexto europeo, y a partir de ahí aparecieron las
consecuencias del mantra que Rajoy llevaba practicando desde hacía
ocho años. Muchos de los que se habían creído sus mentiras
entonces aún se las siguen creyendo. Otros parece que se han dado
cuenta de todo lo que se habían venido tragando a lo largo de estos
años.
No sé si habremos aprendido algo de
toda esta aventura política y social. No sé si estamos deseando
creernos 'otras' cosas o nos habremos dado cuenta de que lo
conveniente es informarnos y procurar entender, antes de aceptar sin
más las consignas del momento, sean del tipo 'Vamos a ahorrar con
las privatizaciones', 'Todos los políticos son iguales', 'Hay que
hacer un estado federal' o 'La monarquía no tiene sentido'. Me
gustaría que nos pusiéramos de una vez a entender. Buenas tardes.
martes, 14 de enero de 2014
Lo que veo cuando miro. Obama
¿Qué infundios le habrá contado
Rajoy a Obama para que éste salga diciendo que es un gran líder? ¿O
es que también Obama no ve más que la parte de la macroeconomía
que le interesa? ¿Cómo puede tomarse el ciudadano de a pie esta
historia de mal gusto? Buenas tardes.
viernes, 22 de noviembre de 2013
Lo que veo cuando miro. No sabe si cortan o no las cuchillas
¿Cómo le llamarías a un tipo que
necesita un informe para ver si un montón de cuchillas en una valla
cortan o no?
¿Qué le dirías a ese tipo si pudiendo quitar las
cuchillas de la valla, las mantiene allí?
¿Qué pensarías si ese
tipo fuera presidente del Gobierno de un país democrático?
¿Qué
crees que debería hacer ese presidente de Gobierno que no sabe si
las cuchillas cortan o no y que no tiene la menor sensibilidad para
ver si hay personas heridas con esas cuchillas?
Buenas tardes.
Buenas tardes.
viernes, 11 de octubre de 2013
Buenas noches. Oficio de monseñores
Ayer fue el día grande de monseñor
Gallardón, soberano con cetro del dicasterio de Justicia. Su
perorata en el Congreso fue adornada con la aparición estelar de
tres pares de impúdicas e inadmisibles tetas ilustradas, que
lograron que su intento medieval de gobernar el cuerpo de las mujeres
fuera conocido -y, es de suponer que criticado y lamentado- en medio
mundo a través de las crónicas de televisión. Aunque monseñora Mato no vio nada de
nada y ni siquiera sabía dónde estaba la tribuna de invitados, las
ultrarrápidas plegarias de monseñora Bañez, junto con la pronta
reacción de las fuerzas antitetas de la casa, lograron reducir con cuidado a tan
provocativas y protestantes señoritas.
Hoy ha sido el turno de monseñor Wert,
destrozador del dicasterio de Educación. En su inmensa, bruta y sorda
soledad, ha sacado adelante una ley educativa rancia,
deshumanizadora, muy eficaz para máquinas insensibles, pero absurda
para seres humanos, marginadora, segregadora e ignorante de cómo es
la situación educativa del país.
Mientras tanto, el papa Rajoy sigue
paseando su nada por los mentideros de la Villa y triturando un país
en el que, por lo que se ve, a su silenciosa y plasmática santidad
le sobran los jóvenes, las mujeres, los enfermos, los ancianos, los
funcionarios, los artistas y los pobres.
Gran día hoy también para el
presidente Rouco y sus ministros. Han logrado que vuelva a recorrer
España ese rancio e insoportable olor a sotana sucia y sudada desde
hace meses, ese que inundaba los colegios y las calles de un país
perdido en el olvido y rescatado transitoriamente por una corte de
meapilas y mercaderes sin escrúpulos. Y esperan también el
presidente Rouco y su Gobierno recibir puntualmente este año, como
todos, las dádivas concordatales que les permitan seguir con el
kiosko abierto, a la espera de las eternidades prometidas.
Por lo demás, la tranquilidad ahí
fuera es la nota dominante, a la espera de que la televisión se
ponga a tono y que el fútbol caliente las neuronas más propicias.
Tú, amigo o amiga, sobrellévalo con
entereza. No te olvides de que hay personas en el mundo y que es
importante quererlas y decírselo, para que la niebla no habite en su
alma y para que las ganas de vivir no sean eclipsadas por estos
bárbaros tan listos, pero tan poco inteligentes. Buenas noches.
lunes, 15 de julio de 2013
Enseñando a leer al Sr. Rajoy
Vamos a intentarlo otra vez, señor Rajoy, a ver si logramos pronunciar todas las palabras para que no piensen que es usted incapaz de hacerlo. Vamos a ver hoy que hay varias maneras de pronunciar las cosas. Por ejemplo, la B con la A y con la R se pueden leer o bien 'Bar' o bien 'Di'. La C con la E puede sonar 'ce' o puede ser también 'mi'. Y la N con la A y la S se puede decir 'nas' o también 'sión'.
O sea, señor Rajoy, que BÁRCENAS puede leerse como 'Bárcenas' o como 'Dimisión'. Vamos a intentarlo, que es muy fácil, señor Rajoy.
Nada. Imposible. Por las buenas no hay manera.
O sea, señor Rajoy, que BÁRCENAS puede leerse como 'Bárcenas' o como 'Dimisión'. Vamos a intentarlo, que es muy fácil, señor Rajoy.
Nada. Imposible. Por las buenas no hay manera.
viernes, 12 de julio de 2013
Buenas noches. El mudo plasmático
Tenemos en este país un mudo
plasmático amoral, cada día más acorralado, que hace de no
presidente de un no Gobierno, que no tiene el menor sentido
democrático y que cobra religiosamente un sueldo que le damos los
ciudadanos por ejercer unas funciones que no cumple. Es una desgracia
enorme que nos ha caído encima gracias a los votos que les dieron
unos, que deben de ser como él, y otros que, en un alarde de
ceguera, permitieron con su abstención que este señor ocupara el
poder. Su silencio es vergonzante. De tanto dejar pudrir los
problemas, se está pudriendo él y está pudriendo las estructuras
del país. Este individuo tiene que retirarse ya antes de que haga
más daño. Y con él, toda esa clase de corruptos silenciosos que le
acompañan.
Repartamos abrazos esta noche, a ver si
nos olvidamos de estos petardos. Buenas noches.
miércoles, 3 de julio de 2013
Buenos días. Marianito aprende a leer
-Hoy vamos a hacer ejercicios de
lectura, -le dijo la monja. A ver, Marianito, que esto es muy
sencillo. Mira. La B con la A suena 'ba'. Y, si le añadimos una R,
se lee 'bar', como ese sitio a donde van papá y mamá a tomar cañas. ¿Cómo es, Marianito?
-'Bar', dijo Marianito con mucha
claridad.
Muy bien. Luego, la C con la E se lee
'ce'. Si juntamos las dos cosas que ya sabemos, suena 'Barce'. Esto
te servirá luego para cuando tengas que hablar de Barcelona, por
ejemplo, porque empiezan igual.
-Ah, esssstá bien- dijo Marianito.
-Muy bien- dijo la monja mecánicamente.
-Sigamos. La N con la A, se lee 'na',
pero si le añadimos una S al final, sale 'nas'. A ver cómo te sale,
Marianito:
-'Nas'- dijo el niño con toda
claridad.
-Ahora, si unimos las dos sonidos que
hemos aprendido 'Barce' y 'nas' y le ponemos una tilde -espero que
sepas lo que es una tilde, Marianito, rico- en la A de 'Bar', resulta 'Bárcenas'. A ver, repítelo tú solo, hijo. Puedes alargar la s final
si te apetece, que ya veo que te apetece mucho. Anda, dime, ¿cómo
es?
Marianito empezó a ponerse rojo, verde y violeta, pero no fue capaz de pronunciar la
palabra entera. A pesar de la insistencia de la monja, no hubo manera.
-Pues te castigo a soportar tres ruedas
de prensa con preguntas y a jugar todos los recreos con los
periodistas- le dijo la monja.
-No, no, essso no, por favor- gritó
Marianito con los ojos que parecía que se le iban a salir de sus
órbitas.
El niño vivió con mucho sufrimiento
aquel episodio y se le formó un trauma de mucho cuidado porque no podía
pronunciar aquel nombre. La monja, sin embargo, viendo lo que podía
venir después, le dijo con el gesto muy serio:
-Pues, si no te sale 'Bárcenas', con
los fácil que es, mañana vamos a aprender a pronunciar 'Dimisión',
'Impuestos a los ricos' y cosas así. A ver qué va a ser esto.
Así fue como al niño Marianito se le
formó un trauma que le impedía pronunciar algunas palabras. Cuando Marianito salió del colegio, seguía en la misma situación. La monja decía que parecía que las palabras se le pudrían en el
cerebro.
Espero que tú puedas pronunciar cualquier palabra. Buenos días.
miércoles, 1 de mayo de 2013
Buenas noches. La intención
Miro la realidad social y política
española y me vienen a la memoria los años en los que fui director
del instituto en el que estaba. Fueron años duros porque en el
sistema español un director de instituto no tiene gran poder de
decisión. No es, por ejemplo, como en Francia, sin ir más lejos.
Aquí el director está en medio de una red de influencias, de
peticiones, de órdenes y de intereses en donde es muy difícil hacer
las cosas bien. Recuerdo que yo me planteaba al principio a favor de
quién tenía yo que enfocar mis esfuerzos, quiénes eran los que
daban sentido a mi actuación, quiénes deberían ser los objetivos
prioritarios. Porque allí apretaban la inspección, los profesores,
los alumnos, los padres, los conserjes, los proveedores y alguno que
pasaba por allí, cada cual con sus cosas, con su poder y con sus
exigencias. Me di cuenta enseguida de que lo que tiene sentido en la
enseñanza es lo mejor para los alumnos, sin que eso signifique lo
peor para los demás. Pero el objetivo prioritario debería ser que
los alumnos estuvieran en las mejores condiciones posibles para que
su rendimiento fuera el mejor. Me pareció que eso era ética y
profesionalmente lo mejor.
Y traigo esto aquí porque viendo la situación política española y la actitud de este Gobierno que tenemos, que no sólo no se atreve a llevarle la contraria a los ricos y a los privilegiados, sino que está destrozando brutalmente todos los derechos que se habían conseguido anteriormente, me parece que su actitud ni es buena profesionalmente ni lo es éticamente. Son malos tiempos estos que nos han tocado vivir.
Y traigo esto aquí porque viendo la situación política española y la actitud de este Gobierno que tenemos, que no sólo no se atreve a llevarle la contraria a los ricos y a los privilegiados, sino que está destrozando brutalmente todos los derechos que se habían conseguido anteriormente, me parece que su actitud ni es buena profesionalmente ni lo es éticamente. Son malos tiempos estos que nos han tocado vivir.
Y en estos malos tiempos es bueno que
nos refugiemos un rato en nuestro pequeño o gran mundo de amigos y amigas en
quienes podemos confiar y con quienes podemos ver la vida de manera
más humana. Por eso me gusta acordarme de ellos y de ellas en el
momento en que lo agradable y lo placentero es lo más necesario, ese
momento en el que desconectamos y nos abandonamos para volver mañana
con los ánimos más cargados. Reparte todo el cariño que puedas y que
quieras. Buenas noches.
viernes, 26 de abril de 2013
Lo que veo
Antes de que fuera plasma, Rajoy tenía
rostro y hablaba. Bramaba, más bien. Se alió con esa parte de
España que piensa odiando y se defiende atacando por sistema. Esta
derecha silvestre que encabeza Rajoy y que confunde los valores
humanos con el dinero y el poder, sabe que ser de derechas es
bastante fácil. Si te dejas llevar por tus impulsos más primarios,
si te desligas de lo colectivo y si no ves más que tus propios
intereses, tus ganas de tener dinero y tus delirios de grandeza,
enseguida eres de derechas. Pero si, venciendo tu individualismo, se
te ocurre pensar en que el mundo es de todos, que los derechos son de
todos y que no deben existir los privilegios, si te pones a criticar
tus deseos individuales y los intentas compaginar con los colectivos,
entonces empiezas a ser de izquierdas. Ese paso que nos lleva a que
lo de todos sea más importante que lo mío es lo que hace que la
derecha odie a la izquierda, porque lo vive como un ataque personal,
y hace que ni siquiera se digne reflexionar sobre lo colectivo,
porque lo único que desea ver es lo suyo. “¿Y qué hay de lo
mío?” van pensando siempre. Por esto el discurso bravucón,
faltón, descarado, cotidiano e hiriente, pero mentiroso, interesado,
falso e irrespetuoso de Rajoy durante ocho años caló entre unas
gentes que no veían más que su propio problema y que en su
rudimentario y simplón razonamiento creían que era verdad que la
crisis la había generado Zapatero y que Zapatero y su partido eran
los responsables de todo lo que estaba pasando. Decirles que España
es España, pero también un país de la Unión Europea, y que una
crisis de esta magnitud no la genera un político ni se puede
arreglar en dos tardes era demasiado. Se creyeron fácilmente, en
cambio, lo que les decía el mentiroso, sin saber lo que realmente
defendía con ello. No se dieron cuenta de que al mentiroso el
ciudadano le importa un comino, que lo que quiere es cambiar la
sociedad a costa de los españoles -nunca los llama ciudadanos,
porque cree que no deben tener demasiados derechos-, para que cuando
amaine el chaparrón los negocios de los suyos puedan ser más
rentables. Esta gente que le dio el voto a Rajoy, sin darse cuenta de
que así se suicidaban, ahora siguen odiando y meditan si darle el
voto en la próxima ocasión al grupo del inefable Tony Cantó o
quedarse en casa, sin saber que en realidad eso puede representar otra forma de suicidio.
La izquierda, por su parte, se ha quedado sin discurso, de la misma
forma que la política ha perdido el poder en brazos de la economía
o, mejor dicho, de los ricos. Al menos, podría restaurar los
derechos sociales tan pisoteados por estos incultos ahora en el
poder, pero las cosas están demasiado confusas y oscuras, y el
sufrimiento de tantas personas cualquiera sabe por dónde va a salir.
De momento, vamos a peor, estamos en manos de unos ineptos
impresentables y la diosa Merkel se aprovecha de la ignorancia y de
la terquedad de estos políticos del PP, creadores de ruina y
destructores de toda humanidad.
miércoles, 20 de marzo de 2013
Textículos. 7
((Versículo
es a verso lo que textículo a texto))
Ya estamos todos felices,
ya llegó la
primavera,
pero Rajoy explicando,
ni está ni se le espera.
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