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martes, 3 de octubre de 2017

Salida




No veo una salida factible. Tengo la impresión de que Rajoy y los suyos sólo quieren el poder para organizar el país de manera que sus amigos puedan seguir forrándose con privatizaciones, corrupciones y demás estrategias similares. Cuando tienen la oportunidad de mejorar la situación de la ciudadanía, no hacen nada en esa dirección. Por el otro lado, Puigdemont y los suyos se han obsesionado con la independencia, una meta muy emocionante para muchos catalanes, pero no les han contado las consecuencias económicamente ruinosas que tendría para Cataluña esa independencia. Parece que todos se han puesto las orejeras y no ven más que lo que les interesa a corto plazo. En medio, unos se saltan las leyes cuando les interesa y otros, torpes como ellos solos, mandan a una policía, que no sé si sabe algo de derechos humanos, a hacer barbaridades con el pueblo. No le veo salida a esta situación, a menos que alguien con sentido de Estado tome las riendas de lo que ocurre. Pero con la ciudadanía en carne viva, ¿quien es capaz de aliviar a tanta gente diferente a la vez? 

sábado, 9 de septiembre de 2017

Buenas noches. Lo que veo / y 3



Si a esta sobrevaloración de los sentimientos, en detrimento de una razón que analice la realidad y que nos dé argumentos para explicarnos lo que ocurre, le añadimos el lema que con tanto éxito ha instaurado entre nosotros el neoliberalismo dominante, eso de que 'Todo vale', la mezcla resultante es tremendamente eficaz para desintegrar una sociedad que pueda resultar humana e ilusionante.

Te sugiero que analices desde este punto de vista cualquiera de los fenómenos que ocurren en el panorama político mundial y español. Intenta leer buena prensa y escuchar buena radio, a ver si encuentras alguna 'razón' que explique cualquiera de las medidas que está tomando Trump. Haz lo mismo con King John-un, o con las medidas económicas restrictivas tomadas en España y en otros países y sus terribles resultados, o con las medidas que toman por su cuenta Rajoy y los de su cuerda, o con los sucesivos y ruborizantes apoyos de ciertos votantes a partidos políticos podridos por la corrupción hasta las trancas, o con las inauditas actuaciones de ciertos independentistas en Cataluña, o con cualquier fenómeno que se te ocurra. Yo no veo racionalidad por ninguna parte y sí observo, en cambio, una exaltación de sentimientos, de apetitos, de deseos o hasta de obsesiones. Y como nadie entre nosotros se preocupa de que pensemos, de que analicemos y de que argumentemos racionalmente nada, tendemos a reproducir lo que vemos y nos vamos dejando llevar poco a poco por nuestras apetencias, por lo que sentimos o por lo que vemos, sin que preguntas como ¿por qué? ¿cómo? ¿está justificado? ¿qué consecuencias tendrá? o ¿y después qué? nos aparezcan en la mente y nos empujen a intentar contestarlas.

Fíjate, si te parece, en el estilo que muestran los grandes espacios de la televisión, en el papel que ocupan en la sociedad el fútbol y los deportes mayoritarios, en la evolución de los planes de estudios, de los que desaparece cualquier materia que nos invite a pensar. Quieren exaltar nuestros sentimientos, quieren que suframos, que nos emocionemos, que nuestros apetitos estén siempre alerta, que situemos la apariencia sensible por encima de cualquier otro criterio, pero no quieren que pensemos, no sea que nos empecemos a explicar lo que ocurre y algún día intentemos cambiar de verdad el mundo. Son malos tiempos estos para el ser humano y para la racionalidad.


Buenas noches.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Buenas noches. Un señor en el autobús



Se subió al autobús un señor algo mayor, de pelo cano, que, a voces, iba maldiciendo la vejez de su esposa, que le acompañaba, porque ésta creía que no era ese el autobús que había que tomar. Nadie le hizo caso, pero los gritos y el maltrato a la mujer fueron evidentes.
Se colocaron en asientos separados, ella en la fila de la izquierda y él, en la de la derecha. Después de dos paradas, ella se levantó y se sentó junto a él. El señor le depositó su brazo sobre el hombro, ella puso su mano en el muslo del señor y él hizo lo mismo sobre el de ella. Algo debieron de hablar entre sí en voz baja porque ella le contestó:
-Sí, por los cojones.
Un buen número de alumnos de la Universidad, posiblemente de Medicina, se subieron luego al autobús. El señor, en voz alta, les dijo a dos de ellos que se apostaron junto a él:
-¡Eh! Y vosotros ¿cuánto pagáis por estudiar?
-Mil euros -dijo uno de ellos.
-Mil ochocientos -dijo otra.
-¡Qué vergüenza! -dijo el señor- Eso tenía que ser de balde. Y lo tienen que pagar vuestros padres, claro. Desde luego, ¡qué malo es este tío! Esto es lo que ha conseguido desde que llegó. Yo llevo cuatro años sin encontrar trabajo y, encima, se quiere presentar otra vez.
Los alumnos callaban y escuchaban, sin saber muy bien qué cara poner, pero el señor siguió.
-Y tened mucho cuidado con el catalán ese ¿eh?, que es muy peligroso. Ese tío es muy peligroso. Es muy parecido al de ahora. A ver si vais a caer en la misma trampa vosotros, los estudiantes.
Y concluyó:
-Bueno, nos tenemos que bajar aquí. Ya sabéis vosotros lo que tenéis que hacer. Y de lo otro nada ¿eh? -dijo con una especie de sonrisa que parecía que quería ser de complicidad.
Al llegar a la parada en la que se bajó junto a su esposa, se despidió:
-¡Suerte!
El autobús quedó en silencio.  
Buenas noches.

martes, 1 de diciembre de 2015

La vejez y el debate




A fuerza de no pensar nos vamos quedando atrás, nos estamos volviendo viejos antes de tiempo, perdemos criterios, desaparece nuestra capacidad para evitar que nos engañen, nos confundimos con frecuencia de enemigos y vamos creando un mundo viejo, lleno de viejos de cualquier edad y con rutinas viejas, vacías de ideas y carentes de todo futuro.

Los viejos no suelen saber. Se pararon hace tiempo en lo que les venía bien y ahí se quedaron. Hablaba no hace mucho tiempo con un constructor muy rico y me decía que invertía en inmuebles todas sus ganancias. A mi pregunta de por qué no invertía en bolsa o en fondos, cosa que podía ser muy rentable para él, me contesto diciendo que él de eso no sabía nada y que prefería moverse en el terreno que conocía. Me pareció que se había parado en cuanto sus intereses se vieron satisfechos. Hoy, sin embargo, es menos rico y no tiene un futuro de crecimiento a la vista.

Algo parecido está pasando en la política. Si Rajoy hubiese ido al debate de ayer, hubiese quedado descolocado, no tanto por su edad biológica, sino por su mentalidad vieja frente a lo fresco que ofrecían los otros tres. Fresco no quiere decir necesariamente mejor, pero al menos era algo diferente, en muchos casos, que merecía la pena considerar. El mismo Rajoy, que suele ser muy simple en lo que dice y mucho menos simple en lo que a veces hace, lo reconocía diciendo que él va sólo a los debates de toda la vida. Como siempre que habla Rajoy, esconde tras sus palabras razones más reales. Encubría, a mi entender, el miedo a la osada juventud, a lo diferente, a que le saquen las vergüenzas en público o a que le consideren como uno más, siendo él lo que es. Y esconde también, según lo veo yo, el rechazo que un estilo verticalista, impositivo, cauasidictatorial, como el suyo y el de numerosos miembros del PP, siente ante un debate con quienes a veces le adelantan en las encuestas y que pueden ir a las raíces más reales de los problemas.

Yo creo que esta es una de las claves de que, a pesar de la cantidad enorme de mentiras que han soltado Rajoy y los suyos desde que aparecieron, de los destrozos que han realizado en sectores tan cercanos a los ciudadanos, como la sanidad, la educación o las pensiones, de las contradicciones tan sangrantes que ha sufrido el país -dicen que van a bajar los impuestos, pero luego los suben-, a pesar de todo ello, esta actitud mandona, ordenante, totalitaria que exhibe Rajoy es la que conecta con un electorado que se dice demócrata, pero que ha perdido su capacidad crítica, se ha olvidado de la posibilidad de descubrir que le están manejando y se entrega, pase lo que pase y aunque le perjudique, a quien le va a obligar a hacer lo que él quiera. Decir que se es demócrata, pero vivir con tics dictatoriales es más común de lo que creemos en nuestro país. Hay una vejez difícilmente superable.



viernes, 10 de abril de 2015

Buenas noches. Recuerdo




Iba por el pasillo del Metro y vi que venía de frente un individuo que andaba a bastante velocidad. Avanzaba mirando al suelo fijamente, sin enterarse demasiado de lo que ocurría por donde iba, sin tener en cuenta a las personas con las que se cruzaba, como si los demás tuviéramos que quitarnos de en medio para que pasara él, como si no tuviera nada que ver con la gente de su alrededor ni con el mundo por donde caminaba. Iba descaradamente a lo suyo. 

Me recordó a Rajoy. 

Buenas noches.

martes, 11 de noviembre de 2014

Lo que veo cuando miro. El gallego




El tópico dice que nunca se sabe si un gallego sube o baja la escalera. Yo me pregunto hoy si el propio gallego lo sabe o no. Incluso si sabe si está en una escalera o no lo sabe. A veces tengo la sensación de que su ignorancia es tal que lo único que sabe es que está en política, pero que no quiere saber nada ni de escaleras ni, mucho menos, de subirlas o bajarlas. Lo que le gusta es estar sentado diciéndole a sus acólitos -¡tantos corruptos entre ellos!- que pongan el país en las manos privadas de los más golfos, de los más hipócritas, de los más ricos. A fuerza de dar rienda suelta a su afición favorita, la de dejar que los problemas se pudran -ni sabe ni tiene ganas de hacer nada con ellos-, el país huele cada vez más a podrido. Él mismo está podrido y apesta a rayos -a rajoyos. Los ciudadanos se están pudriendo también, unos, por la pobreza, y otros, por la codicia. Habría que decirle al gallego que bajara la escalera, que abriera la puerta, que saliera y que no parara de andar nunca. 

Buenas tardes.

NOTA. 

Le pido disculpas a los gallegos por haber usado el tópico inicial en este texto. En realidad yo lo usaba para hablar de uno solo. Un tópico no es más que el fruto de un prejuicio y los prejuicios suelen ser injustos, falsos e irrespetuosos. Una amiga muy sensata me ha advertido, con razón, de que el uso de este tópico posiblemente no haya sido muy acertado. Es verdad que yo, en cierto modo, lo usaba precisamente para desmontarlo, haciendo ver que a uno de ellos no le ocurría eso, sino algo peor, pero el artificio usado podía hacer que se pensara otra cosa. Por si acaso, quiero dejar claro que yo no pienso así de los gallegos y que los estereotipos regionales, como todas las generalizaciones, siempre me han parecido estúpidos. Pondré más cuidado otra vez que hable de este tipo de personajes que terminan sacándolo a uno de sus casillas.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Lo que veo cuando miro. ¿Qué dirán ahora?




Me pregunto dónde estarán ahora todos los que se creyeron aquello que, de manera tan cansina, cantaban todos los días a voz en grito Rajoy y su Orquesta del PP, de que el causante y el culpable de toda la crisis era Zapatero. Me gustaría saber qué dirán ahora que todo está peor. Y, puestos a querer saber, también me gustaría conocer si se sentirán algo responsables de todo lo que han destrozado en estos tres años esta pandilla de vándalos mentirosos que sólo desean el beneficio económico para los suyos. ¿Se habrán sentido engañados o todavía necesitarán más caña? 

Buenas tardes.

jueves, 30 de octubre de 2014

Cuánto sufrimiento





Me quedó el run run de las declaraciones del ministro de Defensa Morenés, el que fuera consejero de una empresa dedicada a la fabricación de armas, diciendo que Rajoy sufría y vivía con agonía los casos de corrupción. ¡Qué sensible, Rajoy! ¿Cómo es posible que un presidente de un Gobierno no sufra por los millones de parados que tiene y sí lo haga cuando la justicia pilla a algunos de sus amigos con las manos en la masa? ¿Para quién gobierna este hombre? Hay un déficit ético brutal aquí.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Lo que veo cuando miro. El perdón



Ayer comentaba yo en este mismo lugar que las peticiones de perdón hechas públicas por el presidente del Gobierno, el señor Mariano Rajoy, y por la presidenta del PP de Madrid, la señora Esperanza Aguirre, no tenían ningún sentido en una sociedad civil y democrática, en la que lo único procedente en una situación como la actual -de corrupción no ocasional, sino estructural- es la dimisión.

Me gustaría hoy, sin embargo, no tirar por la borda el perdón como si fuera un acto escaso de sentido. Pedir perdón es una procedimiento humano valiosísimo, elegantísimo y de una enorme calidad humana, sólo equiparable al acto generosísimo, nobilísimo y de una calidad humana similar de perdonar. Pero pedir perdón y perdonar, actos propios de mentes grandes, sólo tienen sentido en el pequeño mundo de las relaciones personales. Yo puedo cometer un error con un amigo, puedo reconocerlo, decírselo y pedirle -no exigirle- que me perdone. Ese acto de humildad, si es sincero, ennoblece y engrandece a quien lo hace. Y el acto de perdonar, tan libre como innecesario, dota igualmente de nobleza y de grandeza a quien lo concede. Pero esto sólo tiene sentido y valor en el ámbito de las relaciones personales, nunca fuera de él.

En el marco de la política nunca se establecen relaciones personales entre los ciudadanos y sus representantes. Son relaciones institucionales, sujetas a reglas -escritas o no escritas- democráticas, en donde no se puede olvidar que lo único que hay que perseguir es el bien común de todos, no el establecimiento o el restablecimiento de ningún tipo de relación personal.

No ser consciente de esto y salir en público pidiendo perdón por unos comportamientos impresentables de una serie -enorme, por otra parte- de políticos, en lugar de presentar la dimisión a los ciudadanos que le otorgaron su representación y su confianza, da a entender una carencia enorme y peligrosa de ética. Se han puesto a gobernar sin un mínimo de formación ética y eso tiene sus consecuencias.

Hay políticos, particularmente entre los neoliberales -como si lo llevaran en sus genes-, que tienen la funesta manía de confundir lo público con lo privado. Llegan a un cargo público y creen que el cargo es suyo y que pueden hacer desde él lo que les venga en gana: mentir, ocultar, ganar dinero, maltratar a los ciudadanos, etc. En el colmo del desvarío democrático, se dedican a privatizar lo público, con excusas o sin ellas, con sentido o sin él, sólo con el interés de beneficiarse a sí mismos o a sus amiguetes y correligionarios. Tanto se creen que lo público que gestionan es un bien privado que les pertenece, que cuando ocurre alguna anormalidad, en lugar de irse y someterse a la justicia democrática, se limitan a pedir perdón. Y se quedan tan anchos.


El despiste democrático en el que estamos metidos es el fruto de muchos años de fomento de la incultura entre los ciudadanos, entre los empresarios y entre los políticos. Abandonamos todos nuestra formación como ciudadanos y ahora estamos recogiendo los frutos podridos de tal dejación.

Lo que veo cuando miro. Perdones



La cazatalentos (o cazafantasmas, no sé) Aguirre pidió ayer perdón a los españoles por haber confiado en unos golfos. El presidente Rajoy ha pedido perdón hace un rato por lo mismo. ¡Qué hueco y qué fofo queda todo esto! Podían haber pedido perdón por todas las reformas que han hecho en las leyes en beneficio de los ricos y en perjuicio premeditado de todos los demás, pero eso ni se les pasa por la mente. Han venido a servir a sus amigos y no están dispuestos a cesar en su empeño.

Lo de pedir perdón tiene unas connotaciones religiosas vacías, que la gente sin escrúpulos está usando últimamente sin el menor propósito de la enmienda y como un deseo hipócrita de quitarse de encima el muerto para seguir haciendo lo mismo. Es como el jovencito que está jugando al fútbol en un espacio público, le da un balonazo a un transeúnte, le pide perdón, pero sigue jugando.

Que el multicargado Granados era un pájaro lo sabía cualquiera que lo hubiese oído hablar o que lo recordara de la comisión que juzgó el 'tamayazo'. Yo no hubiese confiado en él ni de lejos. Al parecer, en Valdemoro, de donde fue alcalde, todos sabían quién era el tal. ¡Cuánto más debería saberlo la presidenta del partido en Madrid y el presidente nacional del partido! ¿A qué viene ahora aparentar una sorpresa adornada de lamentos?


Estos tipos siguen tratándonos como si fuéramos tontos y creen que su hipocresía le vale a cualquiera. Si tan conpungidos están por el daño que se ha hecho siendo ellos responsables, que sean consecuentes. El perdón es un concepto religioso que les valdrá para no condenarse. En la sociedad civil, el perdón no vale para nada. Lo único que tiene sentido democrático es la dimisión.

Buenas tardes.

martes, 11 de febrero de 2014

Lo que veo cuando miro. Entender o creer




Entender es explicarse algo con argumentos racionales, coherentes, sin que contengan contradicciones con lo que ya se entiende y que puedan ser comprobables o aceptables, mientras no se demuestre que no se pueden aceptar. Que la lluvia, tomémosla como ejemplo, aparece cuando se dan determinadas condiciones de humedad, presión y temperatura lo puede entender cualquiera que esté convenientemente informado.

Creer algo es aceptarlo sin argumentos racionales, basándose en la supuesta autoridad de quien lo dice o en el interés que pueda tener el creyente en aceptar eso que considera una verdad. Consideremos como ejemplo de esta actitud aceptar que las mujeres no pueden ser sacerdotisas en la Iglesia Católica porque lo dice la jerarquía -y quienes aceptan esto le atribuyen autoridad suficiente a esa jerarquía- o porque le viene bien aceptar que las mujeres no tengan funciones en la sociedad en igualdad de condiciones que los hombres.

Estas dos actitudes se dan con mucha frecuencia en nuestra sociedad. Los ciudadanos, lamentablemente, tendemos cada vez más a no involucrarnos en cuestiones que requieran buena o mucha información, a simplificar los asuntos y a optar siempre por lo más fácil. Por eso en muchas ocasiones creemos lo que dicen, sin preocuparnos de entender, de buscar las razones de por qué dicen lo que dicen. Si a una persona sin criterio bien fundado le repiten machaconamente lo mismo una y otra vez, puede que acabe por creerlo, aunque el mensaje no tenga ninguna relación con la realidad.

Pongo un ejemplo de lo que quiero decir. Desde el primer día que Zapatero ejerció de presidente del Gobierno de España, Rajoy, muy dolido por su derrota electoral, comenzó una campaña muy atentamente diseñada de desprestigio del presidente, que aún hoy continúa. Un día y otro y otro se sucedían las críticas descalificantes hacia la figura de Zapatero. En las dos legislaturas en las que estuvo al frente del Gobierno se tomaron medidas muy importantes para el bienestar de los ciudadanos, pero a Rajoy y a los suyos les daba igual, porque su interés era descalificar al personaje y crear la idea de que no valía para el puesto que ocupaba. 

El segundo mensaje puesto en circulación era que el propio Rajoy era mejor que Zapatero y que en cuanto llegara al poder las cosas irían mucho mejor. No había momento parlamentario o mediático en el que Rajoy perdiera la oportunidad de postularse como el salvador de la situación. Esto fue calando en la población gracias a la insistencia en la medida y a la facilidad de muchos ciudadanos para creerse lo que le gritan o lo que le repiten hasta el cansancio. Se aprobaban leyes, como la del matrimonio entre personas homosexuales o la del aborto, pero Zapatero era muy malo, según el mensaje que repetía Rajoy, y éste, en cambio, era el bueno. Luego vinieron los errores de Zapatero, que pocos se tomaron la molestia de intentar entender o, al menos, de situar en un contexto europeo, y a partir de ahí aparecieron las consecuencias del mantra que Rajoy llevaba practicando desde hacía ocho años. Muchos de los que se habían creído sus mentiras entonces aún se las siguen creyendo. Otros parece que se han dado cuenta de todo lo que se habían venido tragando a lo largo de estos años.

No sé si habremos aprendido algo de toda esta aventura política y social. No sé si estamos deseando creernos 'otras' cosas o nos habremos dado cuenta de que lo conveniente es informarnos y procurar entender, antes de aceptar sin más las consignas del momento, sean del tipo 'Vamos a ahorrar con las privatizaciones', 'Todos los políticos son iguales', 'Hay que hacer un estado federal' o 'La monarquía no tiene sentido'. Me gustaría que nos pusiéramos de una vez a entender. Buenas tardes.

martes, 14 de enero de 2014

Lo que veo cuando miro. Obama





¿Qué infundios le habrá contado Rajoy a Obama para que éste salga diciendo que es un gran líder? ¿O es que también Obama no ve más que la parte de la macroeconomía que le interesa? ¿Cómo puede tomarse el ciudadano de a pie esta historia de mal gusto? Buenas tardes.


viernes, 22 de noviembre de 2013

Lo que veo cuando miro. No sabe si cortan o no las cuchillas




¿Cómo le llamarías a un tipo que necesita un informe para ver si un montón de cuchillas en una valla cortan o no? 

¿Qué le dirías a ese tipo si pudiendo quitar las cuchillas de la valla, las mantiene allí? 

¿Qué pensarías si ese tipo fuera presidente del Gobierno de un país democrático? 

¿Qué crees que debería hacer ese presidente de Gobierno que no sabe si las cuchillas cortan o no y que no tiene la menor sensibilidad para ver si hay personas heridas con esas cuchillas?

Buenas tardes.

viernes, 11 de octubre de 2013

Buenas noches. Oficio de monseñores





Ayer fue el día grande de monseñor Gallardón, soberano con cetro del dicasterio de Justicia. Su perorata en el Congreso fue adornada con la aparición estelar de tres pares de impúdicas e inadmisibles tetas ilustradas, que lograron que su intento medieval de gobernar el cuerpo de las mujeres fuera conocido -y, es de suponer que criticado y lamentado- en medio mundo a través de las crónicas de televisión. Aunque monseñora Mato no vio nada de nada y ni siquiera sabía dónde estaba la tribuna de invitados, las ultrarrápidas plegarias de monseñora Bañez, junto con la pronta reacción de las fuerzas antitetas de la casa, lograron reducir con cuidado a tan provocativas y protestantes señoritas.

Hoy ha sido el turno de monseñor Wert, destrozador del dicasterio de Educación. En su inmensa, bruta y sorda soledad, ha sacado adelante una ley educativa rancia, deshumanizadora, muy eficaz para máquinas insensibles, pero absurda para seres humanos, marginadora, segregadora e ignorante de cómo es la situación educativa del país.

Mientras tanto, el papa Rajoy sigue paseando su nada por los mentideros de la Villa y triturando un país en el que, por lo que se ve, a su silenciosa y plasmática santidad le sobran los jóvenes, las mujeres, los enfermos, los ancianos, los funcionarios, los artistas y los pobres.

Gran día hoy también para el presidente Rouco y sus ministros. Han logrado que vuelva a recorrer España ese rancio e insoportable olor a sotana sucia y sudada desde hace meses, ese que inundaba los colegios y las calles de un país perdido en el olvido y rescatado transitoriamente por una corte de meapilas y mercaderes sin escrúpulos. Y esperan también el presidente Rouco y su Gobierno recibir puntualmente este año, como todos, las dádivas concordatales que les permitan seguir con el kiosko abierto, a la espera de las eternidades prometidas.

Por lo demás, la tranquilidad ahí fuera es la nota dominante, a la espera de que la televisión se ponga a tono y que el fútbol caliente las neuronas más propicias.

Tú, amigo o amiga, sobrellévalo con entereza. No te olvides de que hay personas en el mundo y que es importante quererlas y decírselo, para que la niebla no habite en su alma y para que las ganas de vivir no sean eclipsadas por estos bárbaros tan listos, pero tan poco inteligentes. Buenas noches.

lunes, 15 de julio de 2013

Enseñando a leer al Sr. Rajoy

Vamos a intentarlo otra vez, señor Rajoy, a ver si logramos pronunciar todas las palabras para que no piensen que es usted incapaz de hacerlo. Vamos a ver hoy que hay varias maneras de pronunciar las cosas. Por ejemplo, la B con la A y con la R se pueden leer o bien 'Bar' o bien 'Di'. La C con la E puede sonar 'ce' o puede ser también 'mi'. Y la N con la A y la S se puede decir 'nas' o también 'sión'.

O sea, señor Rajoy, que BÁRCENAS puede leerse como 'Bárcenas' o como 'Dimisión'. Vamos a intentarlo, que es muy fácil, señor Rajoy.

Nada. Imposible. Por las buenas no hay manera.

viernes, 12 de julio de 2013

Buenas noches. El mudo plasmático





Tenemos en este país un mudo plasmático amoral, cada día más acorralado, que hace de no presidente de un no Gobierno, que no tiene el menor sentido democrático y que cobra religiosamente un sueldo que le damos los ciudadanos por ejercer unas funciones que no cumple. Es una desgracia enorme que nos ha caído encima gracias a los votos que les dieron unos, que deben de ser como él, y otros que, en un alarde de ceguera, permitieron con su abstención que este señor ocupara el poder. Su silencio es vergonzante. De tanto dejar pudrir los problemas, se está pudriendo él y está pudriendo las estructuras del país. Este individuo tiene que retirarse ya antes de que haga más daño. Y con él, toda esa clase de corruptos silenciosos que le acompañan.

Repartamos abrazos esta noche, a ver si nos olvidamos de estos petardos. Buenas noches.

miércoles, 3 de julio de 2013

Buenos días. Marianito aprende a leer





-Hoy vamos a hacer ejercicios de lectura, -le dijo la monja. A ver, Marianito, que esto es muy sencillo. Mira. La B con la A suena 'ba'. Y, si le añadimos una R, se lee 'bar', como ese sitio a donde van papá y mamá a tomar cañas. ¿Cómo es, Marianito?

-'Bar', dijo Marianito con mucha claridad.

Muy bien. Luego, la C con la E se lee 'ce'. Si juntamos las dos cosas que ya sabemos, suena 'Barce'. Esto te servirá luego para cuando tengas que hablar de Barcelona, por ejemplo, porque empiezan igual.

-Ah, esssstá bien- dijo Marianito.

-Muy bien- dijo la monja mecánicamente.

-Sigamos. La N con la A, se lee 'na', pero si le añadimos una S al final, sale 'nas'. A ver cómo te sale, Marianito:

-'Nas'- dijo el niño con toda claridad.

-Ahora, si unimos las dos sonidos que hemos aprendido 'Barce' y 'nas' y le ponemos una tilde -espero que sepas lo que es una tilde, Marianito, rico- en la A de 'Bar', resulta 'Bárcenas'. A ver, repítelo tú solo, hijo. Puedes alargar la s final si te apetece, que ya veo que te apetece mucho. Anda, dime, ¿cómo es?

Marianito empezó a ponerse rojo, verde y violeta, pero no fue capaz de pronunciar la palabra entera. A pesar de la insistencia de la monja, no hubo manera.

-Pues te castigo a soportar tres ruedas de prensa con preguntas y a jugar todos los recreos con los periodistas- le dijo la monja.

-No, no, essso no, por favor- gritó Marianito con los ojos que parecía que se le iban a salir de sus órbitas.

El niño vivió con mucho sufrimiento aquel episodio y se le formó un trauma de mucho cuidado porque no podía pronunciar aquel nombre. La monja, sin embargo, viendo lo que podía venir después, le dijo con el gesto muy serio:

-Pues, si no te sale 'Bárcenas', con los fácil que es, mañana vamos a aprender a pronunciar 'Dimisión', 'Impuestos a los ricos' y cosas así. A ver qué va a ser esto.

Así fue como al niño Marianito se le formó un trauma que le impedía pronunciar algunas palabras. Cuando Marianito salió del colegio, seguía en la misma situación. La monja decía que parecía que las palabras se le pudrían en el cerebro.

Espero que tú puedas pronunciar cualquier palabra. Buenos días.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Buenas noches. La intención




Miro la realidad social y política española y me vienen a la memoria los años en los que fui director del instituto en el que estaba. Fueron años duros porque en el sistema español un director de instituto no tiene gran poder de decisión. No es, por ejemplo, como en Francia, sin ir más lejos. Aquí el director está en medio de una red de influencias, de peticiones, de órdenes y de intereses en donde es muy difícil hacer las cosas bien. Recuerdo que yo me planteaba al principio a favor de quién tenía yo que enfocar mis esfuerzos, quiénes eran los que daban sentido a mi actuación, quiénes deberían ser los objetivos prioritarios. Porque allí apretaban la inspección, los profesores, los alumnos, los padres, los conserjes, los proveedores y alguno que pasaba por allí, cada cual con sus cosas, con su poder y con sus exigencias. Me di cuenta enseguida de que lo que tiene sentido en la enseñanza es lo mejor para los alumnos, sin que eso signifique lo peor para los demás. Pero el objetivo prioritario debería ser que los alumnos estuvieran en las mejores condiciones posibles para que su rendimiento fuera el mejor. Me pareció que eso era ética y profesionalmente lo mejor.

Y traigo esto aquí porque viendo la situación política española y la actitud de este Gobierno que tenemos, que no sólo no se atreve a llevarle la contraria a los ricos y a los privilegiados, sino que está destrozando brutalmente todos los derechos que se habían conseguido anteriormente, me parece que su actitud ni es buena profesionalmente ni lo es éticamente. Son malos tiempos estos que nos han tocado vivir.

Y en estos malos tiempos es bueno que nos refugiemos un rato en nuestro pequeño o gran mundo de amigos y amigas en quienes podemos confiar y con quienes podemos ver la vida de manera más humana. Por eso me gusta acordarme de ellos y de ellas en el momento en que lo agradable y lo placentero es lo más necesario, ese momento en el que desconectamos y nos abandonamos para volver mañana con los ánimos más cargados. Reparte todo el cariño que puedas y que quieras. Buenas noches.

viernes, 26 de abril de 2013

Lo que veo





Antes de que fuera plasma, Rajoy tenía rostro y hablaba. Bramaba, más bien. Se alió con esa parte de España que piensa odiando y se defiende atacando por sistema. Esta derecha silvestre que encabeza Rajoy y que confunde los valores humanos con el dinero y el poder, sabe que ser de derechas es bastante fácil. Si te dejas llevar por tus impulsos más primarios, si te desligas de lo colectivo y si no ves más que tus propios intereses, tus ganas de tener dinero y tus delirios de grandeza, enseguida eres de derechas. Pero si, venciendo tu individualismo, se te ocurre pensar en que el mundo es de todos, que los derechos son de todos y que no deben existir los privilegios, si te pones a criticar tus deseos individuales y los intentas compaginar con los colectivos, entonces empiezas a ser de izquierdas. Ese paso que nos lleva a que lo de todos sea más importante que lo mío es lo que hace que la derecha odie a la izquierda, porque lo vive como un ataque personal, y hace que ni siquiera se digne reflexionar sobre lo colectivo, porque lo único que desea ver es lo suyo. “¿Y qué hay de lo mío?” van pensando siempre. Por esto el discurso bravucón, faltón, descarado, cotidiano e hiriente, pero mentiroso, interesado, falso e irrespetuoso de Rajoy durante ocho años caló entre unas gentes que no veían más que su propio problema y que en su rudimentario y simplón razonamiento creían que era verdad que la crisis la había generado Zapatero y que Zapatero y su partido eran los responsables de todo lo que estaba pasando. Decirles que España es España, pero también un país de la Unión Europea, y que una crisis de esta magnitud no la genera un político ni se puede arreglar en dos tardes era demasiado. Se creyeron fácilmente, en cambio, lo que les decía el mentiroso, sin saber lo que realmente defendía con ello. No se dieron cuenta de que al mentiroso el ciudadano le importa un comino, que lo que quiere es cambiar la sociedad a costa de los españoles -nunca los llama ciudadanos, porque cree que no deben tener demasiados derechos-, para que cuando amaine el chaparrón los negocios de los suyos puedan ser más rentables. Esta gente que le dio el voto a Rajoy, sin darse cuenta de que así se suicidaban, ahora siguen odiando y meditan si darle el voto en la próxima ocasión al grupo del inefable Tony Cantó o quedarse en casa, sin saber que en realidad eso puede representar otra forma de suicidio. La izquierda, por su parte, se ha quedado sin discurso, de la misma forma que la política ha perdido el poder en brazos de la economía o, mejor dicho, de los ricos. Al menos, podría restaurar los derechos sociales tan pisoteados por estos incultos ahora en el poder, pero las cosas están demasiado confusas y oscuras, y el sufrimiento de tantas personas cualquiera sabe por dónde va a salir. De momento, vamos a peor, estamos en manos de unos ineptos impresentables y la diosa Merkel se aprovecha de la ignorancia y de la terquedad de estos políticos del PP, creadores de ruina y destructores de toda humanidad.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Textículos. 7


((Versículo es a verso lo que textículo a texto))



Ya estamos todos felices, 
ya llegó la primavera, 
pero Rajoy explicando, 
ni está ni se le espera.