BOCA
Viene
del latín bucca,
que significaba mejilla, o la boca hinchada, llena de aire. Para
referirse a la boca en latín la palabra más normal era os-oris,
que no ha pasado al castellano, excepto en el adjetivo oral,
a veces más referido a la voz o a la palabra, y decimos
alternativamente sexo oral o higiene bucal. De os
derivan en castellano términos tan variados como orificio,
oración
u
orilla.
Os
se relaciona con ostium,
puerta, de donde ostiarius,
que evoluciona a ujier.
Y como en griego boca era stoma,
al odontólogo (por los dientes) también lo llamamos estomatólogo.
Boca
tiene muchos derivados, como bocadillo,
boquilla,
desbocarse,
o compuestos, como bocacalle
o
bocamanga.
La raíz indoeuropea de boca,
beu1,
significa hinchar, y sorprendentemente hay montones de palabras en
castellano que comparten raíz con boca. Bola,
boletín,
billete,
bollo,
bula,
todos remiten al latín bulla,
que significa burbuja. Y bullir,
bullicio,
bucle.
Un origen muy curioso es el de buque.
Del fráncico buk,
que significa vientre, por lo de hinchado, en catalán se aplica al
interior de una nave, buc,
y acaba designando a la embarcación entera, buque.
El ball
inglés, el que está en football,
es un préstamo del francés, también de esta familia. Y bola
y balón,
igual.
LABIO
En
latín culto era labrum,
y se dijo labro
en castellano hasta el s. XVI, cuando se impuso labio,
proveniente de la forma del latín tardío, labium.
El plural de labium
es labia,
que nosotros interpretamos como singular, significando facilidad de
palabra, verborrea. Pokorny,
en contra de la mayoría, cree que comparte raíz con el verbo latino
labor,
que significa deslizarse, resbalar. De ahí que lapso
(o como dicen los cultos, lapsus
linguae,
rebalón de la lengua) signifique error. Detrás del resbalón viene
la caída, colapso,
y se pueden colapsar las Torres Gemelas, el Metro en caso de
inundación, o una figura de papiroflexia doblando varios pliegues a
la vez, que también llaman colapsar. Y como un resbalón dura un
pequeño instante, eso acaba llamándose un lapso
de tiempo. Pero si tiramos del hilo, de esta misma raíz viene labor,
trabajo, algo pesado, carga que cuelga. Y de él laborar,
en Argentina laburar,
y en el campo labrar
y labrador.
Y como se desliza, otro derivado es lava,
la del volcán. Y como cuelga, otro es lóbulo.
Basta, basta...
LENGUA
Del
latín lingua.
La lengua, ese órgano tan importante, para comer y para hablar, para
el sabor y para el saber. Por eso fue un castigo terrible en épocas
bárbaras arrancar la lengua, tan horrible como cegar o castrar, los
tres peores, por debajo de la pena de muerte. Hay países que han
suprimido estos castigos y mantienen la pena de muerte, países
bárbaros, como Estados o Emiratos Unidos de China. Volviendo a la
lengua, asociar este órgano con lo que llamamos Lengua
o Lenguaje
es muy bonito, porque, aunque todos somos conscientes de que lo
lingüístico está en nuestro cerebro, y de que también existe la
lengua escrita, la verdadera lengua aflora cuando hablamos, cuando la
verbalizamos. Esta polisemia de la palabra lengua solo es propia de
las lenguas latinas. En euskera, sin ir más lejos, la lengua músculo
es mingaina,
y la lengua hablada es hizkuntza.
Derivados de lengua son lengüeta,
deslenguado,
lenguaraz,
lingüístico,
y un pez, el lenguado,
no por su lengua, sino por su forma.
Parece
que la palabra en latín arcaico fue dingua,
pero que por asociación con lingere,
lamer, evolucionó a lingua.
Ese dingua
estaría emparentado con el inglés tongue.