Berna González Harbour le hacía ayer una entrevista en El País al filósofo José Antonio Marina y la titulaban con una frase del propio filósofo: Que se haya puesto de moda la felicidad es catastrófico.
Creo que es un tema que duele, porque en este mundo tan hostil que estamos creando entre todos, aunque unos sean más activos que otros, nos vemos obligados a sobrevivir, a buscar un refugio, a caer en las esclavitudes que nos presentan o a intentar liberarnos de ellas, según la sensibilidad de cada cual. Dicho con otras palabras, la vida parece que nos empuja a encontrar la felicidad por encima de cualquier otro objetivo y sin que importe demasiado la manera según la cual se consiga. La felicidad no me parece que sea exactamente una moda, como dice Marina, sino, más bien, una necesidad vital que la sociedad neoliberal en la que deambulamos nos impone.
Si observamos lo que hacen y dicen los ciudadanos de hoy, podríamos estar de acuerdo en que la felicidad es la meta que quieren conseguir. Pero podríamos preguntarnos si esto “debe” ser así, si hemos venido a este mundo para ser felices y si este es el objetivo más importante que debemos conseguir.
Muchas personas contestarán, sin duda, que sí, pero me gustaría dejar algunas preguntas abiertas para que quien quiera intente contestárselas. Por ejemplo, ¿esto no desembocaría en una actitud de violencia, en la que regiría la ley del más fuerte? Por ejemplo, el rico quiere ser feliz teniendo mucho dinero, cuanto más, mejor; para ello tiene que explotar al pobre, que también quiere ser rico y quiere tener dinero, pero el rico le deja tener muy poco, con lo que tiene que conformarse con ser solo “un poco” feliz. ¿Es esto lo justo y lo que realmente queremos: la guerra permanente para conseguir la felicidad?
Le preguntaron al exfutbolista Jorge Valdano qué había experimentado cuando, en el campeonato mundial de fútbol de México, en 1986, marcó el gol que le dio el triunfo en la final a Argentina. Valdano dijo que la felicidad venía de la satisfacción del deber cumplido. Veo, por otra parte, que hay personas que buscan ansiosamente la felicidad y no logran encontrarla. ¿No será que lo que hay que buscar no es la felicidad, sino el cumplimiento de nuestro deber, y que cuando lo conseguimos, la felicidad nos viene dada por añadidura, como un regalo no buscado?