El que no crea, envejece y los viejos,
que pueden serlo a cualquier edad, acaban muriendo pronto.
Me gusta ver arte, contemplar obras de
arte. El arte no sólo te permite evadirte de este mundo estúpido,
sino que te impulsa a otro mucho más agradable, aunque a veces sea
más trágico, que éste. El arte se apodera de ti con una fuerza
irresistible y te proporciona un placer intenso y suave, a la vez,
inquietante y relajante, como si fuera un prodigio milagroso de la
naturaleza.
Me enamora el arte y me entusiasma
escuchar a personas que viven creando, que entienden la vida como
algo en las antípodas de la rutina, de la tradición, del estatismo
interesado de quienes están en los poderes.
Últimamente he tenido el grandísimo
placer de hablar con algunos artistas, y, sobre todo, de
escucharlos. A algunos los oí con atención en público y les tiré
de la lengua todo lo que supe, pero a otros -a otras, porque éstas
eran mujeres- tuve la fortuna de escucharlas de manera más personal.
Me parecieron seres humanos excepcionales, conscientes del mundo en
el que estamos, humildes en su forma de estar en él, pero sin
renunciar a sus deseos de cambiarlo para mejorarlo, fuertes como
árboles bien plantados aunque en terrenos poco propicios, con muchas
ganas de vivir y de crear, de sacarle al mundo sus secretos. Sobre
todo, imbuidas del ideal de la igualdad, que adorna con luces de gozo
y de fiesta a los espíritus elegidos para abrir los caminos.
Creo que una de las características
básicas del artista es su mente abierta a un mundo con el que quiere
comunicarse y que entiende que puede cambiar, pero no para que le
favorezca a él, sino porque entiende que un mundo mejor es posible y
deseable.
La emoción que me produce el estar un
rato con un creador hablando de su obra y del acto de creación se la
traduzco luego, cuando puedo, en un abrazo que me sale de dentro y
que no sé si entenderán o no, pero que estoy seguro de que sienten.
Es mi reconocimiento a la presencia ante mí de un ser que me supera
y que es capaz de entender esa vida como a mí me gustaría poder
vivirla. Es también, claro, una muestra del cariño que siento por
quien es capaz de estar un rato de su tiempo hablando conmigo de lo
que hace, de lo que piensa y de lo que vive.
He sido afortunado estos días y le doy
las gracias a estos amigos artistas por sus detalles. Dar las gracias
quiere decir que ojalá la vida les regale a ellos también el mismo
placer que ellos me han regalado a mí.