No tengo demasiadas ideas claras. No me gustaría tener las ideas claras. Para tener las ideas claras hay que simplificar mucho la realidad, porque la realidad no es simple sino compleja, muy compleja. Simplificar lo complejo es renunciar a enterarse de toda la realidad, de la realidad tal cual es.
Hay especialistas en simplificar todo lo que ocurre. Se quedan con lo que les interesa que quede y luego lo exponen en alto, para que los menos avisados no lo piensen, sino que se lo traguen. Así día tras día. Las mentiras fabricadas de esta manera vuelan por el aire y anidan en mentes frágiles, a las que dañan, muchas veces sin remedio.
No quiero tener ideas claras. Prefiero vivir en la incertidumbre de lo real, en el difícil galimatías de lo real, en el querer saber un poco, pero verdadero, en lugar de confundir el saber con las mentiras propagadas.
La verdad no es más que una escalera por la que hay que subir constantemente sabiendo que probablemente nunca llegaremos al último piso, pero que vivir es subir.
Respira hondo. Relájate. Descansa. Buenas noches.