El tiempo no existe. El espacio, tampoco. Sólo existe la vida. El tiempo y el espacio son únicamente las maneras que tenemos nosotros de situarnos en la vida, midiendo el cuándo y el donde para poder situarnos y situar lo que pasa.
Por tanto, los días, como trozos de tiempo, son todos iguales. El año podría acabar hoy o ayer o mañana o hace una semana.
Afortunadamente, de vez en cuando hacemos unas pausas artificiales, convencionales, para que nos demos cuenta de que todo se acaba, de que todo se repite, de que la eternidad es un invento y de que yo no soy más que un punto efímero y caduco impulsado por una infinitud pasada y atraído por otra infinitud futura. Pero con ganas de vivir.