Mostrando entradas con la etiqueta tener razón. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tener razón. Mostrar todas las entradas

domingo, 4 de junio de 2023

Sufrimiento inútil



Alguna vez observo en alguna persona una actitud o algún acto que no me gustan, que me molestan, que me parece que sobran. Entre mis ideas y lo que veo surge entonces una tensión que me produce decepción, contrariedad y sufrimiento. Me parece que la reacción más sensata entonces es aceptar la situación. Si quien ha cometido el acto no es capaz de darse cuenta de lo que ha hecho y reaccionar de manera constructiva, es muy difícil que hoy se pueda dialogar abiertamente y poner el asunto encima de la mesa. De manera que lo más económico es aceptarlo, no intentar ir contra lo que te hace sufrir y seguir adelante. El coste emocional para la relación, por escasa que sea, con esa persona puede ser caro, pero hoy se dicen las palabras con tal seguridad, se necesita tanto tener razón en lo que se dice, que es muy infrecuente que alguien ponga en discusión sus actos o sus actitudes o que noblemente admita la posibilidad de que el otro pueda tener razón. No me suele merecer la pena gastar energías en la discusión.

Es lo mismo que cuando a uno le surge una enfermedad imprevista o le sale algo mal. Es mejor, en lugar de lamentarse y de buscar algún culpable inexistente, aceptarlo, hacerse a la nueva situación y, desde ella, hacer lo que pueda ser más eficaz.

No creo que debamos gastar demasiadas energías en sufrir inútilmente.


domingo, 2 de enero de 2022

Darles la razón



Tienen razón. ¡Claro que tienen razón! Tienen toda la razón. Nada más que hay que verlos extender el dedo índice apoyando sus palabras, y subir las cejas para dar la impresión de que lo que dicen es evidente, y subir los hombros porque tanta razón no les cabe en el cuerpo, y subir el tono de voz por encima del de los demás, y aderezar sus palabras con una sonrisita de superioridad, y entreverar su verborrea con algún taco expeditivo, y, si es menester, dar un golpe en la mesa o en la barra para que quede claro quién tiene la razón. ¿Cómo no van a tener la razón? Los demás, absolutamente todos los demás, no tienen ninguna razón: o están equivocados o son tontos o simplemente ignorantes. 

Que tienen razón lo muestran con palabras, pero con muchas palabras, con un aluvión de palabras que no dejan lugar a ninguna duda. Quien tiene la razón habla mejor que nadie y su elocuencia tiene valor de doctrina. No hay más remedio que darles la razón, aunque no muestren argumentos comprobables ni sea posible convencerse de lo que dicen. La fuerza de sus modales, el volumen de su voz y la evidencia que muestra su mirada hace que les tengamos que dar la razón.

Hay que darles la razón aunque lo que dicen sus palabras sea imposible de verificar y de rebatir, aunque en lo que dicen no haya nada que se pueda entender, sino solo aceptar, aunque sea por cansancio.

No suelen escuchar mucho, no han nacido para escuchar. Su función en la vida es la de tener razón. Para ello buscan que los demás cedan y que ellos queden siempre por encima.

Hay que darles la razón, aunque no tengan razones, porque no merece la pena la paliza. Y, tras darle la razón, hay que darles la espalda.

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Buenas noches. Flaqueza




La necesidad imperiosa de mandar, o de tener razón o de mostrar que sabe más que nadie son síntomas de flaqueza. 

Buenas noches.

miércoles, 23 de octubre de 2019

Buenas noches. Razón




La razón bien usada siempre da luz. La necesidad de tener siempre razón, en cambio, rompe los plomos. 

Buenas noches.

lunes, 8 de octubre de 2018

Buenos días. Razón




Los hay que viven de la constante necesidad de tener la razón. 

Buenos días.


domingo, 24 de septiembre de 2017

Buenas noches. Acomplejados



En este país hay un creciente e insoportable olor a complejo de inferioridad que va a acabar con quienes se sienten normales e iguales o parecidos a los demás. Cada vez hay más individuos que dicen tener razón porque sí, porque así lo han decretado ellos mismos, y que, en cambio, afirman con vehemencia que todos los demás no solo están equivocados, sino que son unos inútiles y unos ignorantes sin derecho ni al pan ni a la sal. En cuanto se sienten interpelados, interpretan que su situación se tambalea y proceden a intentar rebajar la credibilidad de los demás dándoles golpes en sus bases. Esperemos que el destino no nos depare tener que soportar en el poder a estos acomplejados, que suplen sus carencias con un vulgar autobombo y que hacen ver a los menos avisados que son imprescindibles porque, al parecer, la verdad absoluta habita en ellos. Vaya peste.

Buenas noches.