Quienes hablan con frecuencia en
público saben que las manos son muy importantes para ser
convincentes, para influir en el oyente y poder conseguir el efecto que se
persigue. Gesticular adecuadamente puede tener más fuerza que las
propias palabras que se pronuncian.
A la hora de dar una noticia
importante, buena o mala, las manos juegan un papel fundamental,
porque pueden expresar y transmitir lo que el oyente necesita en ese
momento.
Lo que a mí me parece importante es
que usemos las manos con naturalidad y en situaciones normales,
habituales. No sé por qué hay un cierto rechazo algo extendido a
tocarnos. Creo que un saludo, una despedida, un encuentro o un
diálogo intenso sin tocarse suenan a falso, a postizo, a distante, a
poco vivido. A mí me es difícil sentirme vitalmente unido con
personas que rechazan el contacto físico. No puedo evitar sentirme
lejos de una persona que no acepta que le toque o que no me toca a
mí. No sé si será una deformidad mía, pero es lo que siento.
Buenas noches.