Nada como la enseñanza privada. Y si es concertada, mejor, porque es más barata. Allí le enseñan a nuestros hijos los grandes valores de la civilización cristiana, tradicional y española de toda la vida, como debe ser. Que nuestros hijos salgan buenos machistas y buenos militaristas. Y que en los colegios los adoctrinen bien, que los manejen desde pequeñitos para encauzarlos en la única senda del bien. Qué monos están y qué alegría más grande verlos así, todos españolitos, todos blanquitos, sin mezclarse con ninguna chusma y jurando amor a la patria. Qué alegría más grande. Viva la enseñanza privada.