Desde el mismo momento en el que
nacimos y durante muchos años después no hemos podido sobrevivir
sin la ayuda de muchas personas: padres, matronas, profesores,
médicos, vendedores, chóferes, etc.
Llegó, sin embargo, un momento, más o
menos en la adolescencia, en el que las hormonas y la propia vida nos
hicieron creer que éramos los reyes de la existencia, los mejores
del mundo mundial, y que no necesitábamos de la ayuda de nadie.
El
individualismo, que tanto abunda en nuestra sociedad, ha ido logrando
que cada vez más personas permanezcan en la adolescencia, aunque
vayan cumpliendo años, uno tras otro, y que otras se hayan vuelto
egoístas e insensibles y se hayan olvidado de que lo que son se lo
deben a la ayuda recibida a lo largo de toda su vida.
Ahora, cuando hay personas que para
sobrevivir necesitan de la ayuda de todos, estos seres desmemoriados
se revuelven en sus asientos y echan mano de cualquier excusa para
rechazar la ayuda que le piden.
Mal mundo este que padecemos con tanta
frecuencia.
Buenas noches.