Creo que nos pasa con frecuencia,
aunque no siempre nos demos cuenta. Nos arrastran los odios, los
grandes y los pequeños. Ni el amor ni la indiferencia, lo que nos
arrastra es el odio. Lo que, en el fondo, mueve el mundo es el odio. Mira por la
ventana y el mundo te lo demostrará. No nos movemos porque amemos
algo, sino porque odiamos lo contrario. Pero no nos podemos dejar
arrastrar por el odio. El odio construye siniestras cadenas en las
que un eslabón justifica el siguiente y éste, al otro y así vamos
odiándolo todo y odiándolos a todos. Hay que romper las cadenas y
empezar de nuevo. Tenemos que ser nosotros mismos, limpios y ajenos a
lo que mueve el mundo. Hay que romper con el pasado incomprensible
que incomprensiblemente nos arrastra.
Buenas noches.