El viernes 23 de enero de 2015, en Torrelodones (Madrid). Más información, aquí.
El sábado 24 de enero de 2015 se podrá ver en Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Una pareja, su hijo, la novia del hijo,
un amigo de la infancia y un camarero son los personajes de 'El
hijo de la novia', función dirigida por Garbi Losada
y que se estrenó ayer en el Teatro Bellas Artes, de Madrid, en donde
permanecerá hasta el 2 de noviembre.
Todos están fuera de sí, aunque cada
uno, a su manera. Todos tienen el centro de gravedad de sus vidas en
otra cosa, en otro lugar, en otra persona. No es posible amar sin
estar fuera de sí, pero tampoco es posible una vida humana si, por
estar fuera de sí, se está vacío.
El hijo -Rafael-, interpretado por
Juanjo Artero, está fuera de sí porque es víctima del
estrés, de las prisas, de la angustia que le produce querer un mundo
eficiente, única posibilidad vital que encuentra, pero en el que las
personas caben sólo de una manera secundaria.
Su novia -Nati-, interpretada por Sara
Cózar, va descubriendo esta deshumanización de la vida de
Rafael y va notando cómo su propia vida se le va escapando, que va
estando fuera de sí porque está cayendo en el vacío de una
relación sin sentido ni futuro.
Tacho, interpretado por Mikel
Laskurain, es el camarero del restaurante en el discurre la
acción. Trabaja con eficacia, pero tampoco parece sentirse muy dueño
de su vida.
Juan Carlos, interpretado por el mismo
actor, ha perdido a su mujer y a su hija y anda buscando en sus
raíces un lugar en el que poder encontrarse con él mismo.
Nino, el padre, interpretado por Álvaro
de Luna, está también fuera de sí, pero no porque esté
descentrado ni porque su vida no tenga un sentido, sino por todo lo
contrario. Lleva 49 años viviendo con Norma, con quien no se casó
por una cuestión de ideología. Su vida ha consistido en querer a su
mujer, en procurar que fuera feliz siempre, en cuidar de ella. La
vida de Nino está fuera de él porque se la ha entregado a Norma.
Nino es el prototipo de la generosidad, del amor. Es el único
personaje que parece discretamente feliz. Su hijo quiere un mundo más
eficiente. Él quiere un mundo mejor.
Pero Norma, el personaje que interpreta
Tina Sainz, tiene ahora la enfermedad de Alzheimer. Es una
manera extrema de estar fuera de sí. Nino, no obstante, sigue
queriéndola y cuidándola como lo ha hecho desde que están juntos.
Norma no se entera de casi nada de lo que Nino hace por ella, pero él
va a verla a la residencia porque la quiere y porque le gusta estar
con la persona a la que ama. Nino quiere lo mejor para Norma y por
eso, aunque ella no se dé cuenta de lo que le dice, quiere hacer
real el deseo que su mujer siempre tuvo: que se casaran los dos en
una iglesia. Entre situaciones de mucha risa y otras cargadas de
emoción, se va imponiendo poco a poco la manera de entender la vida
de Nino y la obra va alcanzando un final optimista y esperanzador.
El gran personaje de la obra, y
posiblemente uno de los de la temporada teatral, es el que encarna
Tina Sainz. Su Norma resulta creíble en todo momento porque está
expresado con un enorme realismo y con una naturalidad que parece
imposible de lograr. Todo ello es consecuencia, sin duda, del enorme
talento de Tina Sainz, de un trabajo ímprobo en la concepción del
personaje y de un proceso de concentración y de mentalización que
comienza antes de la función y que permanece a lo largo de toda
ella. Cada mirada, cada gesto, cada temblor de Norma son derroches
interpretativos con los que el espectador puede experimentar un gozo
estético y una emoción sin remedio.
El resto de personajes está a gran
altura también. No conocía a Mikel Laskurain y me sorprendió
gratamente. Hace un Juan Carlos lleno de humor y de efectos que logra
con mucha naturalidad. Juanjo Artero, aquel niño de Verano azul,
lleva el peso de toda la obra y hace que el espectador se emocione
con él. Sara Cozar se luce en un papel de novia que pasa por
diversos estados de ánimo. Álvaro de Luna, por fin, interpreta con
su maestría habitual a un padre que sabe llevar con entereza los
problemas que le rodean y las situaciones que se le presentan.
La obra se hace corta e invita a la
reflexión posterior. Sobre todo, en mi opinión, por la actitud de
amor que muestra el personaje de Nino, el padre, aunque las
referencias a la situación actual y a las diversas maneras de estar
en ella son también evidentes. A mí me hizo ver cuál era la mejor
manera posible de estar fuera de mí.