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lunes, 26 de febrero de 2024

Mujeres al descubierto. Grandes Damas de la escena española. Tina Sainz

 



Queremos dar visibilidad a las grandes actrices del teatro, el cine y la televisión en España. Son actrices reconocidas internacionalmente y que han dado lo mejor de sí en la escena, haciendo de intermediarias entre los autores y el público. Hemos denominado a la sección Grandes damas de la escena española, y de vez en cuando iremos recordando a las grandes actrices, sobre todo a las más cercanas, a las españolas. Comenzamos hoy con Tina Sainz, actriz de amplio registro y de una calidad humana y profesional reconocida por todos.

Tina Sainz nació el 26 de febrero de 1945. Le deseamos mucha felicidad en su cumpleaños. Es una actriz mítica española de teatro, cine y televisión. Mujer culta, defensora de los derechos de los actores, amante de la vida y amena y profunda conversadora, posee la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.


Tienes más información aquí.










Tienes que llegar a ser lo que quieras ser.

viernes, 5 de octubre de 2018

Buenas noches. Taxi




La tela de su vestido denotaba calidad y alto precio. Su acompañante, un tanto entrado en años, mostraba un atuendo del mismo estilo que el de la señora. Estaban muy intranquilos e indignados -la derecha también se indigna- en la cola de quienes esperábamos un taxi junto al Teatro Real. Al parecer, no soportaban el tiempo de espera que comportaba la gran demanda de coches a esas horas de la noche. Me alegró mucho ver cómo unos señores de alta posición social reivindicaban también una mejora de los servicios públicos. Por un momento pensé que se trataba de una anormal toma de conciencia de la situación de la sociedad, pero pronto me alejé de esa hipótesis. A los cinco minutos llegó su taxi y les cambió la expresión de sus caras. Se subieron refunfuñando y susurrando: ¡Menos mal!
—¿Han ido ustedes al Teatro Real?—No. No hemos ido al Real.—De cenita, entonces, ¿no?—No, tampoco.—Ah, bueno.—Hemos ido al teatro, pero no al Real.—Muy bien. Y ¿qué obra han visto?—Una en la que actuaban Lolita Flores y Tina Sainz, entre otros.—Muy buenas actrices las dos.—¿Suele ir usted el teatro?—No. No he ido nunca.—Ah, como decía que le gustaban...—Las he visto por televisión. Muy buenas actrices las dos. He ido alguna vez, pero a obras de risa; y a la ópera, también. Es que a mí lo que me gusta es cantar.

Nuestro taxi seguía su marcha. Yo suspendí la conversación durante un rato porque no sabía muy bien por dónde continuarla. Por no acabar la conversación con el taxista de manera un tanto fría, un poco antes de llegar a nuestro destino le dije:
—¿Canta usted en algún coro?—No. Yo canto aquí, en el taxi.—Muy bien. Pues ya hemos llegado. ¿Nos para por aquí, por favor?—Sí, aquí mismo.

Busqué el dinero en la cartera para pagarle.
—¿Quieren que les cante algo antes de que se vayan?—Bueno, bien...—Amapola. ¿Conocen 'Amapola'? ¿Les gusta?—Sí, sí.

Y con las ventanillas del taxi subidas y lanzando al aire un vozarrón enorme, lleno de potencia y de trinos, nos regaló allí dentro, con la necesidad de quien revienta si no canta, el final de 'Amapola'.
—Muchas gracias. Canta usted muy bien.—Muchas gracias. Que tengan una buena noche.

Buenas noches.






viernes, 28 de septiembre de 2018

Breve reseña de Fedra




He tenido la oportunidad de ver en el Teatro de La Latina, Fedra, la obra de Paco Bezerra, dirigida por Luis Luque, basada en una de las versiones que hizo Eurípides sobre el enamoramiento de la protagonista y su hijastro. Es un texto muy bien escrito que pone sobre la mesa asuntos tan centrales como la posibilidad del amor, de la libertad, el sentido de la verdad y de la mentira, la importancia de los sentimientos en la vida de una persona o la comprensión del otro, que permite la lealtad antes que el juicio. Un texto para meditarlo.

La interpretación me ha parecido magnífica. Lolita Flores brilla haciendo una Fedra que convence por la naturalidad y la fuerza con las que logra que aparezca. No hay que perderse la enorme expresividad de las miradas de Lolita. Parece una actriz consumada y seguramente lo es. Juan Fernández, Críspulo Cabezas y Eneko Sagardoy dan vida con convicción a los papeles masculinos, especialmente, a mi modo de ver, el segundo de ellos, interpretando a Hipólito. Es indescriptible el placer de ver y, sobre todo, oír decir el texto a Tina Sainz. Una vocalización perfecta en un tono siempre adecuado y a un ritmo que permite al espectador seguir con facilidad sus argumentos. La puesta en escena es muy sugerente y la dirección está encaminada a darle importancia al texto sobre todo lo demás. El vestuario de Almudena Rodríguez Huertas me pareció muy elegante. La obra me ha emocionado.

Fedra triunfó en el Festival de Mérida, lo hace en Madrid y dentro de unos días lo hará en Murcia y en Córdoba. Hay que ver esta obra.


martes, 20 de enero de 2015

Teatro: El hijo de la novia, de gira por España

El viernes 23 de enero de 2015, en Torrelodones (Madrid). Más información, aquí.

El sábado 24 de enero de 2015 se podrá ver en Pozuelo de Alarcón (Madrid). 

Más información, aquí.




Una pareja, su hijo, la novia del hijo, un amigo de la infancia y un camarero son los personajes de 'El hijo de la novia', función dirigida por Garbi Losada y que se estrenó ayer en el Teatro Bellas Artes, de Madrid, en donde permanecerá hasta el 2 de noviembre.

Todos están fuera de sí, aunque cada uno, a su manera. Todos tienen el centro de gravedad de sus vidas en otra cosa, en otro lugar, en otra persona. No es posible amar sin estar fuera de sí, pero tampoco es posible una vida humana si, por estar fuera de sí, se está vacío.

El hijo -Rafael-, interpretado por Juanjo Artero, está fuera de sí porque es víctima del estrés, de las prisas, de la angustia que le produce querer un mundo eficiente, única posibilidad vital que encuentra, pero en el que las personas caben sólo de una manera secundaria.

Su novia -Nati-, interpretada por Sara Cózar, va descubriendo esta deshumanización de la vida de Rafael y va notando cómo su propia vida se le va escapando, que va estando fuera de sí porque está cayendo en el vacío de una relación sin sentido ni futuro.

Tacho, interpretado por Mikel Laskurain, es el camarero del restaurante en el discurre la acción. Trabaja con eficacia, pero tampoco parece sentirse muy dueño de su vida.

Juan Carlos, interpretado por el mismo actor, ha perdido a su mujer y a su hija y anda buscando en sus raíces un lugar en el que poder encontrarse con él mismo.

Nino, el padre, interpretado por Álvaro de Luna, está también fuera de sí, pero no porque esté descentrado ni porque su vida no tenga un sentido, sino por todo lo contrario. Lleva 49 años viviendo con Norma, con quien no se casó por una cuestión de ideología. Su vida ha consistido en querer a su mujer, en procurar que fuera feliz siempre, en cuidar de ella. La vida de Nino está fuera de él porque se la ha entregado a Norma. Nino es el prototipo de la generosidad, del amor. Es el único personaje que parece discretamente feliz. Su hijo quiere un mundo más eficiente. Él quiere un mundo mejor.

Pero Norma, el personaje que interpreta Tina Sainz, tiene ahora la enfermedad de Alzheimer. Es una manera extrema de estar fuera de sí. Nino, no obstante, sigue queriéndola y cuidándola como lo ha hecho desde que están juntos. Norma no se entera de casi nada de lo que Nino hace por ella, pero él va a verla a la residencia porque la quiere y porque le gusta estar con la persona a la que ama. Nino quiere lo mejor para Norma y por eso, aunque ella no se dé cuenta de lo que le dice, quiere hacer real el deseo que su mujer siempre tuvo: que se casaran los dos en una iglesia. Entre situaciones de mucha risa y otras cargadas de emoción, se va imponiendo poco a poco la manera de entender la vida de Nino y la obra va alcanzando un final optimista y esperanzador.

El gran personaje de la obra, y posiblemente uno de los de la temporada teatral, es el que encarna Tina Sainz. Su Norma resulta creíble en todo momento porque está expresado con un enorme realismo y con una naturalidad que parece imposible de lograr. Todo ello es consecuencia, sin duda, del enorme talento de Tina Sainz, de un trabajo ímprobo en la concepción del personaje y de un proceso de concentración y de mentalización que comienza antes de la función y que permanece a lo largo de toda ella. Cada mirada, cada gesto, cada temblor de Norma son derroches interpretativos con los que el espectador puede experimentar un gozo estético y una emoción sin remedio.

El resto de personajes está a gran altura también. No conocía a Mikel Laskurain y me sorprendió gratamente. Hace un Juan Carlos lleno de humor y de efectos que logra con mucha naturalidad. Juanjo Artero, aquel niño de Verano azul, lleva el peso de toda la obra y hace que el espectador se emocione con él. Sara Cozar se luce en un papel de novia que pasa por diversos estados de ánimo. Álvaro de Luna, por fin, interpreta con su maestría habitual a un padre que sabe llevar con entereza los problemas que le rodean y las situaciones que se le presentan.

La obra se hace corta e invita a la reflexión posterior. Sobre todo, en mi opinión, por la actitud de amor que muestra el personaje de Nino, el padre, aunque las referencias a la situación actual y a las diversas maneras de estar en ella son también evidentes. A mí me hizo ver cuál era la mejor manera posible de estar fuera de mí.