Entré y me encontré con unas caras de
atención, de concentración y de aislamiento del mundo tales que por
un momento creí que aquel vagón del Metro estaba lleno de frailes modernos
vestidos de paisano y leyendo absortos sus devocionarios.
Pronto me
di cuenta de que en realidad eran simples viajeros que chateaban con
sus contactos o que jugaban atentamente al Candy Crush.
También pensé en el enorme parecido entre lo que hacían los frailes y lo que ejecutaban estos viajeros.
Buenas
noches.