La actitud de la Iglesia católica de
El Salvador en relación con Beatriz, la chica gravemente enferma,
que está embarazada de un feto con deficiencias cerebrales que
morirá al poco de nacer y a la que las leyes del país, influidas
por la ideología retrógrada católica, impiden abortar, dice mucho
de lo que es la religión como poder fáctico. Dice mucho también de
lo que la vida humana representa para la religión, tan machista, tan
inhumana y tan ciega como siempre.