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jueves, 19 de diciembre de 2013

Buenas noches. Una llamada de atención





Fui a comprar un libro que me habían encargado y a que me lo firmara su autor, que sabía yo que iba a estar allí. Terminé en un corro con los autores -eran, en realidad, tres-, con padres, con niños y con personas de la editorial dando palmetadas con las manos en los muslos para seguir el compás y cantando las canciones que iban proponiendo, sobre todo, los niños. En medio estuvo la presentación de Allegro, un libro escrito por Alfredo Gómez Cerdá, con la colaboración del ilustrador Juan Ramón Alonso y la musicoterapeuta Carla Navarro. La recaudación que se obtenga con su venta irá a parar a un proyecto de terapia musical con niños enfermos de cáncer y de otros males igualmente trágicos.

Después estuve hablando con Carla Navarro que, además de musicoterapeuta, es violonchelista. Me pareció un ser humano que rebosaba sensibilidad, generosidad, ganas de vivir y de hacer vivir y unas dotes comunicadoras excepcionales. Me contó que con unas pocas personas y con una maleta llena de instrumentos musicales va a visitar a los niños enfermos para provocarles una sonrisa, para sacarles lo que llevan dentro, para que se sientan acompañados, para vivir con ellos un rato que les deje el recuerdo de que la vida no es sólo sufrir en soledad o en la compañía de la familia, como todos los días. Yo estaba muy emocionado, muy impactado, porque tengo la manía de dejar salir la energía a través de la imaginación y asocio pronto lo que me cuentan con la imagen vital a la que se refiere. Me pareció descubrir en este acto que hay que frenar la imaginación e intentar quedarse en las palabras secas, sin que se vayan a ningún lugar más allá de las propias palabras.

A medida que iba hablando con Carla me iba entrando un sentimiento de admiración mezclada con envidia, rabia e impotencia. No me siento capaz de embarcarme en un proyecto así y, sin embargo, entiendo que estas actividades son necesarias, nobilísimas y de una altura moral tan enorme que resultan reconfortantes. Carla me dijo que a veces sufría, que lloraba, que se emocionaba, pero que daba igual. Lo importante era lo que hacía y no tanto cómo lo vivía ella.

Fue una llamada de atención muy fuerte. Buenas noches.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Allegro





Hace un par de días la vida me llevó a la presentación en la librería La Central, en la plaza de Callao, en Madrid, del libro Allegro, escrito por Alfredo Gómez Cerdá, premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, ilustrado por Juan Ramón Alonso, Premio Internacional de Ilustración Fundación Santa María, y con la colaboración de Carla Navarro, violonchelista y musicoterapeuta.

No éramos muchos, pero era bonito ver a algunas familias acudir con sus hijos al acto. El autor nos contó la génesis de la idea de hacer el libro y cómo fue creando unos personajes y una trama, todo lo cual sirvió luego al ilustrador para sus cálidos dibujos. El libro habla de niños, de niños enfermos, de niños que quieren ayudar a sonreír a los niños enfermos, pero también del poder de la música para salvar, en la medida de lo posible, al ser humano.

El libro, precioso y magníficamente presentado, está editado por Mr. Garamond. Los beneficios que se obtengan por la venta del libro irán a parar íntegramente a la financiación de Proyectos de Terapias Musicales con niños con enfermedades incurables. En este aspecto es en el que entra en la escena del libro Carla Navarro, que lleva a cabo una encomiable labor de acompañamiento a niños muy enfermos, a los que, a través de la música y de su manera de entender la música, ayuda a que sonrían, a que sobrelleven su enfermedad de manera más humana. Gracias a Carla, pudimos ver en el acto cómo podría ser una sesión con estos niños. Terminamos todos haciendo música y cantando entre nosotros.

Si pongo esta reseña aquí es porque considero que el libro merece mucho la pena que lo lean los niños de cualquier edad y también sus padres. Y también porque colaborar con esta labor tan necesaria, tan desinteresada y de tanta grandeza humana me parece digna de tenerse en cuenta.

La verdad es que salí impactado del acto. Nunca había estado tan cerca de un problema humano de primera magnitud, como es el caso de estos niños y de sus circunstancias. Y tampoco había visto a mi lado a personas que sin recibir nada a cambio -ninguno de los tres responsables del libro ni la editorial lo hacen- estén en contacto con esta realidad. Me ha hecho pensar mucho este acto.