Unos piensan críticamente: analizan todo lo que les llega a la mente, sobre todo, los argumentos que se esgrimen, lo que dicen, lo que no dicen y la sensatez de lo que dicen, comparan las diversas fuentes de donde proceden y se forman una opinión prudente, provisional y abierta a posibles cambios razonables.
Otros no hacen nada de esto: se limitan a tragar lo que les llega y alimentar así unas emociones más bien destructivas, compulsivas y siempre contrarias a las de sus adversarios.
Pensar o tragar. Ambas operan sobre lo que cada cual oye, ve y vive. Son intervenciones sobre lo que se recibe. Por eso los económicamente poderosos, que son los que de verdad mandan, quieren apoderarse de los medios de comunicación, para que lo que los usuarios reciban sea lo que ellos quieren que reciban, y que sea eso lo que les ocupe la mente. El resto, la parte de los hechos que no les interesa que se sepa, se calla, o se oculta con cortinas de humo.
Las cortinas de humo son fenómenos interesadamente elegidos, verdaderos o falsos, que se interponen entre la realidad y el sujeto que la percibe. Con ellas, el sujeto no piensa sobre la realidad ni la traga, sino que lo que percibe es la cortina de humo que se le pone delante.
Por ejemplo, en Madrid, en donde gobierna a su antojo la Sra. Ayuso, las medidas que ha tomado desde que llegó al poder han acrecentado los problemas que había y han generado otros nuevos. Ha dejado morir sin atención médica adecuada a 7.291 personas mayores en las residencias en las que estaban, agarrados a los barrotes de la cama y pidiendo a gritos ayuda. Ha quitado las becas comedor a los hijos de las madres solteras, con la peregrina excusa de que en sus Libros de familia no figuraba el nombre de los padres. Ha creado solo la mitad de las plazas de Formación Profesional que necesitan los madrileños. Ha construido un hospital que no se usa, pero que ha generado ya unos gastos de 370 millones de euros. Y podríamos citar muchos problemas reales más en sanidad, en educación, en servicios sociales, etc.
Estos son los problemas reales, pero de ellos o no se habla o se habla muy poco en los medios de comunicación comprados por el poder económico. Esta señora, olvidando la enorme cantidad de competencias que tiene ya transferidas, no habla de los problemas reales que hay en Madrid, sino de Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, y de la unidad de España, porque, según ella y sus correligionarios, España se rompe y contra eso hay que luchar. ¿Por qué hace esta maniobra, que unos piensan y otros tragan? Porque lo que quiere es que no veamos ni hablemos de los problemas reales concretos y nos centremos en la cortina de humo de la unidad de España o en la de culpar a Pedro Sánchez de aquello en lo que no tiene competencias o en la de que la libertad consiste en tomar cañas en las terrazas.
Para lo que esta señora quiere el poder público no es para resolver los problemas de los ciudadanos, sino para que desde él sus amiguetes constructores, empresarios y negociantes varios hagan dinero. Construye un hospital inútil para que así las empresas se forren edificándolo. Quita las becas a los pobres para tener más dinero con el que dar becas a sus amigos los ricos, como si fueran estos quienes las necesitaran. Habla de Pedro Sánchez y de la unidad de España para que los ciudadanos no se den cuenta de que es el dinero la clave de toda su actuación. Es el dinero obtenido, si es posible, en grandes cantidades y con urgencia, no sea que vengan los otros y hayan desperdiciado la oportunidad de enriquecerse como sea, sin miramientos. Encima, muchos ciudadanos, que no tienen nada, pero que a través de lo que han tragado se creen ricos, les votan, ayudando así a sus explotadores a que los exploten más y mejor. Alguna vez he preguntado a estos pobres que votan a los ricos por qué lo hacen. No me han dado ningún argumento, solo bulos, mentiras asumidas, inventos oídos en alguna televisión y muchas miradas de odio. Así andamos.
Y sobre la posible rotura de España, en mi opinión, España ya está rota. Pero no porque unos ciudadanos no se sientan de la misma nación que personajes como el de esta señora, lo cual es comprensible, sino porque estos personajes han logrado que haya una España pobre y otra España rica. Esa es la verdadera rotura real y existente que hay que suturar, pero que ellos no quieren hacerlo, porque se les vendría abajo el negocio. Si en España pensaran más personas, seguro que estos codiciosos, estos amantes del dinero por encima de todo, no tendrían gran cosa que hacer. Pero hay muchos que tragan demasiado, y así están las cosas como están.