La fotografía forma parte de mi vida desde niña. La primera vez que recuerdo haber entrado en un laboratorio debía tener como cinco o seis años, más o menos en 1970. Mi padre era uno de esos aficionados de otros tiempos que aprendieron con cursos por correo y fascículos especializados y que pasaban muchas horas entregados a su afición. Era un juego al que me entregaba con la seriedad que es indispensable para el juego y el placer...
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