24 de agosto de 2018
En el interior de un paréntesis siempre ocurre algo. Hoy, al final, pude hacer un paréntesis de tiempo en mi achuchada vida de buscador de papeles y me fui al coqueto y acogedor Café de Levante, en Cádiz. Tuve que ir en transporte público y comprobé la poca frecuencia con la que pasan los autobuses y el limitado horario que cubren. Será que no hay dinero, pero eso no ayuda en nada a que se deje el coche en casa.
Nada más llegar al Café, cuyo nombre recuerda aquel otro en el que La Faraona decía que cantaba La Zarzamora, vi a Charo Barrios, a Antonio Vizcaíno y a Moby Barrios, buenos amigos a quienes me gustó mucho encontrar, aunque, en verdad, creía probable que estuvieran allí. En un rato de charla el Café se fue llenando de personas, no sé si habituales del local, pero sí deseosas de escuchar buenas letras en la voz de sus autores. Se había convocado el IV Concurso de relatos cortos Café de Levante, y en el acto de hoy las ganadoras del mismo leerían sus escritos. Pronto llegó la causa directa de mi visita al Café: Merche Sáenz.
Hace tres años, si no recuerdo mal, Merche publicó “Estricnina”, una muy buena novela, de la que hice una breve reseña aquí. Nos conocíamos a través de las redes, pero fue hoy cuando me presenté por sorpresa y nos vimos “en persona”. Fue un gusto enorme para mí. Creo que es una gran persona, y también una muy buena escritora, con una capacidad enorme para crear tramas complejas y para exponerlas con sabiduría y buen estilo. Yo la leí y la leo y sé, porque me lo dijo con cariño, que me lee, cuando la vida le deja. No tiene sentido poner aquí la impresión que me causó, que ya se la diré a ella cuando se presente la ocasión, pero sí decir que ganó el segundo premio del Concurso, con un relato muy bien concebido y escrito. Junto con el de la ganadora y con otro de Almudena Grandes, se encuentran en un precioso librito, editado por el Café de Levante, que se puede adquirir en el propio local.
No me pude quedar a la celebración del acto, pero Merche Sáenz tiene que escribir más, mucho más. Nos lo merecemos quienes la admiramos.
Nada más llegar al Café, cuyo nombre recuerda aquel otro en el que La Faraona decía que cantaba La Zarzamora, vi a Charo Barrios, a Antonio Vizcaíno y a Moby Barrios, buenos amigos a quienes me gustó mucho encontrar, aunque, en verdad, creía probable que estuvieran allí. En un rato de charla el Café se fue llenando de personas, no sé si habituales del local, pero sí deseosas de escuchar buenas letras en la voz de sus autores. Se había convocado el IV Concurso de relatos cortos Café de Levante, y en el acto de hoy las ganadoras del mismo leerían sus escritos. Pronto llegó la causa directa de mi visita al Café: Merche Sáenz.
Hace tres años, si no recuerdo mal, Merche publicó “Estricnina”, una muy buena novela, de la que hice una breve reseña aquí. Nos conocíamos a través de las redes, pero fue hoy cuando me presenté por sorpresa y nos vimos “en persona”. Fue un gusto enorme para mí. Creo que es una gran persona, y también una muy buena escritora, con una capacidad enorme para crear tramas complejas y para exponerlas con sabiduría y buen estilo. Yo la leí y la leo y sé, porque me lo dijo con cariño, que me lee, cuando la vida le deja. No tiene sentido poner aquí la impresión que me causó, que ya se la diré a ella cuando se presente la ocasión, pero sí decir que ganó el segundo premio del Concurso, con un relato muy bien concebido y escrito. Junto con el de la ganadora y con otro de Almudena Grandes, se encuentran en un precioso librito, editado por el Café de Levante, que se puede adquirir en el propio local.
No me pude quedar a la celebración del acto, pero Merche Sáenz tiene que escribir más, mucho más. Nos lo merecemos quienes la admiramos.