Me alegro de que Pedro Sánchez siga al
frente del Gobierno de España. Me alegro mucho de que haya hablado
de respeto, de dignidad, de regeneración: son términos éticos. Si
vuelve la ética, estamos salvados.
El problema fundamental de la vida es un problema ético. ¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano? ¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Me alegro de que Pedro Sánchez siga al
frente del Gobierno de España. Me alegro mucho de que haya hablado
de respeto, de dignidad, de regeneración: son términos éticos. Si
vuelve la ética, estamos salvados.
Estoy discretamente feliz y muy esperanzado en que se pueda reeditar un gobierno de coalición de progreso en España.
Me parece de mal gusto que unas encuestas claramente manipuladas -lo ha dicho Abascal, y lo habrá dicho por algo- hayan hecho aparecer a un personaje grotesco, mentiroso y vacío de humanidad, como el Sr. Feijóo, y que nos hayan producido a los demás más ansiedad de la debida. Debemos aprender a gestionar los datos que ofrecen los medios de derechas, a no ver los informativos de televisión y a no alarmarnos antes de tiempo.
Al Sr. Feijóo no le puedo felicitar más que fría y protocolariamente, si es necesario, porque, como ha dicho en el discursito absurdo que ha dado desde la calle Génova, lo que le preocupa es que en España se pueda invertir bien, cosa que seguro que no le deja dormir, sobre todo, a los más necesitados.
Me preocupa que más de ocho millones de personas hayan intentado que este personaje incapaz nos gobierne a todos. Me preocupa que esas mismas personas se hayan creído las mentiras que este personaje pregonaba, que se hayan tragado felices los bulos malintencionados que emitían, que no hayan tenido la sensibilidad necesaria para preservar una sociedad humana y democrática. Creo que hay que cuidar la educación y la cultura de todos, porque el peligro sigue estando ahí.
Por último, quiero dar las gracias al presidente Sánchez y a su Gobierno por la labor que han hecho estos años, felicitarle por los resultados obtenidos y desear, por el bien de todos, de todos, los ciudadanos, que puedan seguir gobernando, al menos, cuatro años más.
Ayer fue un día raro: a ratos, difícil, y, a ratos, pesado. No sé si sería la luna, con su influjo, o el sol, con su calor. Era, además, el día del debate, que resultó ser el día del modelo de conversación al uso, el día del cansancio frustrante de lo mal hecho, el día que se vio con mucha claridad una situación en la que, si no lo remediamos antes, nos van a obligar a mirar para atrás, a ser cultos a escondidas y a morirnos antes porque no habrá servicios sanitarios accesibles.
Me pasé la tarde trabajando en el ordenador. A media tarde se me ocurrió tomarme la tensión. Estaba bien, como era de esperar, pero, en mitad del proceso, el ordenador decidió ponerse en negro. No sé si se cansó de funcionar o fue un intento de evitarme la paliza de tragarme el debate. El caso es que se fue a dormir y tuve que recurrir a una matraca antigua, perdón, obsoleta, con el que me tengo que manejar.
Hoy tengo, como primer objetivo, recuperarme de la cantidad de mentiras concentradas en un par de horas nunca vista antes, del ruido cansino e indescifrable originado ante dos pasmarotes, que habrán cobrado por su imaginaria labor de moderación. Fueron los dos un modelo de lo que las derechas ultras quieren de los ciudadanos: que traguen todo lo que se les ponga por delante. Triunfó la estrategia de las derechas (ayer eran dos derechas muy parecidas con una sola cara visible): crear una maraña tupida de mentiras eficaces ante una masa de partidarios, de la que era muy difícil salir desmontándolas una a una. Hoy observo que casi todos se fijan en la estrategia, sin tener en cuenta los contenidos. Y lo que vamos a sufrir los ciudadanos son las consecuencias de los contenidos. Como no nos cuidemos, el “vale todo” se va a apoderar de nuestras mentes y de nuestras conductas.
Vienen tiempos de sufrimiento y de solidaridad.
Dejo constancia aquí de este texto que circula por las redes y que debería funcionar como un espejo puesto delante de tantos votantes de la derecha.