Hay un problema real cuando dos culturas distintas entran en conflicto. El problema se vive de manera intensa cuando los participantes de una de las culturas tienen una mentalidad cerrada y poco evolucionada. Como siempre que domina la ignorancia, se intentan imponer las posturas propias, incluso a quienes no participan de ellas.
La mujeres han sufrido desde siempre esta degeneración machista propia de quienes quieren salvaguardar sus intereses por encima de cualquiera que se inteponga en su camino.
Por eso es muy importante difundir y explicar la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque ésta debe constituir el marco dentro del cual es posible la tolerancia y, a la vez, el límite de lo admisible. Cualquier ser humano debe saber que no puede poner en práctica sus costumbres, sus caprichos o sus intereses en cualquier sitio del planeta. En los países democráticos se deben respetar los Derechos Humanos. Y los defensores y practicantes de culturas poco humanas no sólo deberían saber que se exponen a que caiga sobre ellos el peso de la ley, sino que convendría que se convencieran de que cualquier tradición debe superar siempre el criterio de la razón, sin ser impuestas a pesar de la opinión de la persona a quien se obliga a aceptarla ni a pesar de las leyes del lugar al que se acude.
Una muestra de lo que digo lo constituye la noticia que apareció en el diario El País el sábado 7 de marzo de 2009, cuyos titulares eran
"Mi padre me amenazó con tirar la primera piedra de mi lapidación"
Selamha fue obligada a casarse con un hombre de 40 años cuando ella tenía 14
Selamha fue obligada a casarse con un hombre de 40 años cuando ella tenía 14
Su 'marido' y sus progenitores se enfrentan hoy a penas de entre 10 y 17 años
Puedes leer la noticia aquí.