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jueves, 6 de septiembre de 2018

Buenas noches. Desnudez


Estamos en la playa, desnudos. Con una sosegada naturalidad observo la belleza que tienen los cuerpos, la que tienen todos los cuerpos. Pero lo que más admiro no son los cuerpos desnudos, sino la desnudez. Quitándonos la ropa, nos hemos salido de un mundo de convenciones, de apariencias, de ridículos pudores, de servidumbres a una estúpida idea de belleza, de dependencia mortecina de la mirada del otro, de elásticos que aprietan o tirantes que oprimen, de bobadas que hablan de formas, tamaños, pesos, arrugas y caídas, y hemos entrado en un mundo más limpio, noble, igualitario, saludable, cómodo, respetuoso, sensible y libre, propio de una Naturaleza humanizada.

Buenas noches.

martes, 21 de julio de 2015

Buenas noches. Un gozo para los sentidos


El aire limpio de las primeras horas del día junto al mar. El olor de la playa por la mañana con la marea baja, olor a algas, a vegetales marinos. Las rocas llenas de pequeñas lapas y de cangrejitos. La suave brisa de poniente que envía una tras otra olas que mueren en la orilla y son sustituidas incesantemente por otras que nacieron un poco antes. La suave constancia del sonido del mar. Los cuerpos que pasean su semi desnudez, justificada en la playa, pero menos en la ciudad. Cuerpos sin la mentira de las ropas, más gordos o más delgados, pero todos casi iguales, que la desnudez iguala mucho. Familias enteras, llenas de niños y niñas, de suegros y suegras, que van montando sus campamentos frente al mar.

Llega la tarde. El Sol está fiero. El olor de la mañana cambió al del agua salada. El aire está más espeso. La marea llegó casi a la pleamar. Los cuerpos se tuestan ahora en una arena ardiente, quemadora. El viento de poniente subió de intensidad y aceleró el tranquilo oleaje de por la mañana. El color del mar cambió la claridad teñida de algas de la mañana por la bravura cambiante que produce la brisa vespertina. La arena es un abigarrado campo de sombrillas, debajo de las cuales, unos duermen, otros charlan, algunos leen y dos mujeres se besan junto a un chico y una chica que se miran tumbados sobre sus toallas imaginando lo que harán en la vida.

Un gozo para los sentidos.

viernes, 10 de abril de 2015

Ética para todos 29. Ir desnudos por la playa



Teníamos pendiente el análisis de la norma siguiente:

'Debo respetar a quien quiera tomar el sol sin ropa en la playa, aunque no sea una playa nudista'

En mi opinión esta norma no debería tener excesiva importancia y, sin embargo, es fuente de discordia entre muchas personas. Quizás el motivo esté en la idea, extendida a partir de las religiones y de una mentalidad puritana y retrógrada, de que el cuerpo es malo, que es una fuente de 'pecado' y que hay que evitar mostrarlo en su integridad. Y es posible también que ello haya generado una peculiar idea de pudor, de vergüenza, que hace que algunas personas eviten ir desnudas, pero no eviten, por ejemplo, robar o ser violentas.

Esta manera de ver la vida, ya iniciada en el pensamiento platónico, heredada por el cristianismo y fomentada por regímenes políticos totalitarios, que la aprovechan para impedir las libertades de las personas, es una forma de no vivir la vida con naturalidad y de desperdiciar la ocasión de sentirse libres y de tener una mirada limpia sobre la realidad.

Es interesante saber que en el sistema jurídico español no existe ninguna norma que prohiba ir desnudos ni por la calle ni por la playa ni por ningún sitio. Por tanto, nadie nos puede llamar la atención por este motivo. Otra cosa es que algunas mentes interpreten una situación así como un escándalo público y que digan que van provocando o cosas por el estilo. Mentes con esta manera de pensar siempre las hay, pero no pueden evitar, por ejemplo, que se hagan manifestaciones en favor del uso de la bicicleta en la ciudad y que los ciclistas vayan desnudos. Por tanto, ninguna norma jurídica prohibe la desnudez en público.

¿Es una norma moral? La norma habla de respeto al otro. Si yo entiendo que respetar al otro, con independencia de mis ideas, es bueno, me sentiré obligado a permitir que se desnude en la playa y no le molestaré con ninguna observación. Si el respeto es importante y no me gusta ver los cuerpos desnudos, con no mirarle sería suficiente. Esto no les convencerá a las mentalidades totalitarias que pretenden que sus ideas, especialmente en este terreno, las profese todo el mundo, pero el problema no está en la desnudez, sino en la mirada del totalitario, que quiere abarcar e imponer lo que no tiene derecho a hacer.

¿Debería respetar todo el mundo esta forma de estar en la playa? Es evidente que sí. Quien no lo haga, posiblemente tenga algún problema dentro de sí que se lo impide.

Este respeto a la desnudez del otro ¿lo practico yo porque entiendo que respetar a los otros es bueno o porque obtengo algún beneficio con ello? Está claro que si lo que me mueve a mí es la idea de que el respeto es bueno, la acción será buena.

Parece claro que, con la actitud que hemos expuesto, de respetar y dejar vivir a los demás y sin pensar absurdamente que el cuerpo es algo malo y que hay que cubrirlo, la norma citada puede ser considerada como una norma moral.

Si cupiese un resumen práctico, este sería que yo tengo derecho a ir desnudo en la playa, pero no tengo derecho a imponer a nadie que vaya vestido, porque no soy quién para organizarle la vida nadie. La clave ética para actuar así no es más que el respeto a la vida de la otra persona.

Para la próxima ocasión te propongo que pienses sobre la siguiente norma:

“Hay que apagar el móvil en los actos públicos en lugares cerrados (cines, teatros, conciertos, conferencias, etc.)”


Si quieres que analicemos alguna norma, dímelo, por favor.

Nota. Después de publicado este post veo en la prensa lo siguiente


lunes, 24 de febrero de 2014

Buenas noches. La piedrecita




Él dijo:

“Iba caminando por la arena de la playa y encontré una piedrecita preciosa. El tiempo y el mar habían esculpido en ella un corazón y la habían convertido en una piececita delicada, una especie de trofeo simbólico que me hizo recordar que de vez en cuando la vida deja de ser un duro y gris viaje hacia la nada”.

Le dijeron:

“Pues para piedras, la que yo me encontré. Era bien grande, también en forma de corazón. Todavía la uso como pisapapeles”.

“Yo, como paseo mucho por la playa, me he encontrado ya un montón de piedras curiosas”.

“La playa está llena de piedras con todas las formas y de todos los colores”.

“Eso ocurre con mucha frecuencia”.

“Conozco un sitio en donde venden piedras de esas. Incluso hacen figuras pegándolas entre sí”.

“Bueno, al fin y al cabo, no es más que una piedra que no tiene valor”.

“Yo en la playa no miro para el suelo”.

Él recordó con emoción su piedrecita y calló. Buenas noches.