No me gustan los partidos que, en lugar
de un programa, exhiben a un líder.
No me gustan los líderes que
cambian de criterio según les interese, ni los que no dejan hablar
ni escuchan, porque será eso lo que hagan luego en el gobierno.
Prefiero un líder humilde, pero que razone, que a un fanfarrón que
recurra a la demagogia para tener más poder.
Un líder no puede ser
nunca un hortera.
Hubo una vez una lideresa que se presentó a unas
elecciones con un programa escrito en un folio. Muchos y muchas la
votaron.
La mentira instalada en la mente de un líder es un arma de
destrucción masiva.
Ni en un programa ni en el discurso de un líder
puede haber una promesa de algo que Europa, que también nos
gobierna, no va a permitir que se cumpla.
Algunos líderes me parece
que son francamente innobles.
Hay líderes que, sabiéndolo o no,
están generando fanáticos.
Hay programas que no los lee nadie.
Hay
votantes que no han leído nunca un programa.
Hay programas que
ocultan sus medidas.
Te digo estas cosas por si las quieres pensar.
Buenas noches.