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jueves, 16 de octubre de 2014

Teatro. Kiti Mánver en 'Las heridas del viento'




Últimamente voy mucho al teatro. Tengo ganas de vivir y en el teatro -al menos, en algunos- se habla de la vida, de las maneras de vivir, y se aprende a vivir. No hace muchos días fui a ver 'El hijo de la novia', en donde borda un papel espléndido Tina Sainz. Luego fui a ver a José Sacristán -otro papel enorme- en 'El loco de los balcones'. Después fui a ver a Concha Goyanes en 'Madre bio-ilógica', una obra de microteatro en donde hace un estupendo papel también. Hoy tocó ir a ver a Kiti Mánver en 'Las heridas del viento'. Mañana iremos a ver 'Lluvia constante', con Sergio Peris-Mencheta y Roberto Álamo.

Una sala pequeña del Teatro Lara, la sala Off. Los actores a un palmo de ti. Les ves los ojos, las manos, el gesto, las ropas que llevan puestas. Una gozada.

No quiero hablar aquí de la obra, porque cada cual dirá lo que quiera cuando la vea, que espero que la vean. Quiero decir que me impresionó Kiti Mánver. Es teatro hecho realidad, es un personaje hecho persona. Que una actriz llore con lágrimas reales en escena es elogiable, aunque haya técnicas para ello, pero que una actriz llore haciendo un papel masculino, me parece más elogiable aún. Kiti Mánver lo hace y a mí me pareció que lo vivía, que el personaje se había hecho persona allí. Posiblemente el amor, o la tragedia personal, no tengan sexo y sí sensibilidad y humanidad. Eso se ve y también se aprende en el teatro. Y si te lo muestran a unos metros de ti, pues mejor todavía.

Dani Muriel, el compañero de reparto, hace muy bien su función, pero Kiti Mánver, en un papel por el que ha sido galardonada ya, entre otros, con el Premio Ceres 2014, está perfecta, porque es capaz de hacernos ver que es un hombre cuando todos sabemos que es una mujer, y porque actúa como un hombre en los grandes y en los pequeños gestos.

Yo no estoy de acuerdo con que el amor sea, o deba ser, como se plantea en la obra, pero sí admito que allí se habla de un amor real, encontrable fácilmente en la sociedad. En todo caso, en el amor no me parecen tan importantes los actos sino las actitudes, y eso sí se encuentra en la obra con mucha claridad.

Posiblemente vaya a verla otra vez. Te sugiero que lo hagas tú. Es una ocasión perfecta para ver teatro bueno, cercano, verdadero y brillante.