Tengo la impresión de que el truco de los programas de Bertín Osborne a los que acuden políticos es que el espectador termina por identificarse con el ambiente y con el estilo que crea el presentador y renuncia a conocer asuntos importantes del invitado. Sobre todo, se olvida de criticarlo. Todos los políticos que van al programa se les escapan vivos al presentador, pero es posible que eso sea lo que pretenda, para hacer ver así al espectador que lo procedente es no criticar, ni preguntar impertinencias ni ponerles en aprietos políticos, sino ser amable, dócil, simpático y supuestamente cercano al entrevistado, pero sin entrar en profundidades. Bertín es el tipo de ciudadano que quieren crear desde el poder de este gobierno. Y eso encierra mucho peligro.