El problema fundamental de la vida es un problema ético.
¿Cómo actuar hoy para crear un mundo más humano?
¿Cómo actuar de manera humana para crear un mundo mejor?
Se entiende por discriminación el trato desigual que se le da a personas que son iguales. Todas las personas son diferentes, porque tienen cuerpos diferentes, pueden hablar de manera diferente o tienen gustos diferentes, pero no son desiguales, sino que todas ellas son iguales porque...
Puedes leer completo el artículo de Manuel Casal pulsando aquí.
Nadie pide que no se tenga en cuenta a la ultraderecha por razones políticas, sino por razones éticas: por discriminar a las personas de otras etnias, a las mujeres, a los mayores, a los extranjeros y a quienes les interesa, por no respetar a los otros, por usar el bulo y la mentira, por defender la violencia y por ser antidemócratas. No se puede tratar a los seres humanos como pretenden ellos. Esto de la ética no lo entienden las derechas ni les interesa entenderlo.
Unos, poquito a poco, a la velocidad lenta a la que va creciendo el amor, van intentando crear una vida más humana y un mundo mejor, en el que podamos estar todos sin que se resienta la justicia. Otros, mientras tanto, a la velocidad vertiginosa a la que discurre el odio, y apoyándose en una masa cada vez mayor de ciudadanos inconscientes, discriminadores en asuntos varios, con resentimientos entreverados y carentes de sensibilidad, van destrozando cualquier atisbo de humanidad y creando un mundo a la medida de los poderosos. Estos manejan grandes redes activas de intoxicación y de manejo de masas, pero la inconsciencia es muy alta y el individualismo también. El precio de la dignidad, en cambio, está por los suelos, y son demasiados los que luchan por conseguir ser esclavos mal pagados, cueste lo que cueste. Nos han convencido de que tenemos que callar (lo importante), pero hablando sin parar (de otras cosas). Estamos bastante perdidos.
Ayer vi un vídeo en el que tres niñas mal educadas y con dudosa preparación para andar solas por la sociedad escupían e insultaban a unas personas cuyo delito era ser inmigrantes. Deberíamos preguntarnos por qué no se deben tener estos comportamientos.
Aparte de que el respeto debe estar en la base de cualquier pensamiento o acción de los seres humanos, uno de los principios de la moral dice que si lo que le mueve a una persona a actuar le puede mover a actuar a todos, entonces esa acción es buena. Si el resultado de esa posible acción de todos originara un mundo peor, esa acción no debe ser realizada.
Veamos lo que podría ocurrir en este caso. Lo que mueve a estas niñas a escupir a los inmigrantes es el odio. ¿Podría esto convertirse en un criterio que moviera a actuar a todos los ciudadanos?
Si fuera así, podríamos ir todos por la calle odiando y escupiendo a cualquier persona que sospecháramos que fuera inmigrante. Los muy practicantes, organizarían excursiones a las plantaciones de fresa, por ejemplo, en donde los empresarios tienen que recurrir a inmigrantes porque ningún español quiere trabajar en las condiciones que ofrecen, y les escupirían mientras hacen el trabajo. Algunos, muy metidos en su papel, podrían investigar si los padres o los abuelos de estas niñas fueron en su día inmigrantes y, en caso afirmativo, endosarles sus correspondientes escupitajos. Habría un comité, que se apostaría en Barajas, para escupir a todos los licenciados españoles sin trabajo que han tenido que emigrar a algún país extranjero -en el que también serían inmigrantes- para poder subsistir. Cuando volvieran, les obsequiarían con una buena ración de escupitajos por traidores y por realizar tan malas prácticas. Los restaurantes de comida de cualquier país extranjero se verían obligados a cerrar, porque la gente entraría en ellos y escupirían a camareros y cocineros. Muchos bares, supermercados, tiendas de ropa y similares cesarían también su actividad, dado que muchos de sus empleados son inmigrantes. Y si además a los ciudadanos, hartos de tanta baba pública, les diera por defenderse a escupitajo limpio, habría que cerrar el país. Y no hablemos del riesgo que habría ahora, que debemos usar mascarilla para evitar los aerosoles.
Esto es lo que podrían conseguir estas tres niñas mal educadas, sin noción de lo que es un ser humano y echadas al mundo sin ninguna cultura y sin saber que sin respeto un mundo civilizado es imposible. Por tanto, lo que han hecho estas niñas, además de una guarrada, es inmoral.
El
problema no es que cómo se llamen. El problema es que se enorgullecen de sus ideas racistas,
misóginas, xenófobas, homófobas, bífobas, tránsfobas,
interséxfobas, neófobas, discriminatorias, totalitarias,
excluyentes, rancias, irrespetuosas, exclusivistas, clasistas,
ignorantes e interesadas, insensibles, brutas, maleducadas, cómplices
de los terroristas sexuales, intolerantes con las diferencias,
machistas, antifeministas, odiadoras, maltratadoras de animales,
tienen miedo, sienten desprecio y están ajenos a la cultura. Y un
problema mayor es que quienes los votan o son también así o son tan
incultos que no tienen la menor idea de lo que votan. Buenos días.
Amamos, y creemos que eso está bien.
Odiamos, y creemos también que eso está bien. Nos dejamos llevar
por el rencor, y también lo aceptamos. Somos injustos, intolerantes,
vengativos, discriminatorios, crueles, falsos o, incluso, estúpidos
y no nos queda en la conciencia la menor huella que nos hable de que
eso no esté bien. Todo da igual.
No sé cuál será el mecanismo mental
y vital por el que en unos prende el amor, la buena voluntad y una
visión colectiva del mundo, y en otros, el odio, la intolerancia y
la discriminación. No sé si será cosa de la educación, del
carácter, del ambiente cultural o de la dotación neuronal.
El orgullo, la soberbia, los deseos
discriminatorios, la ausencia de respeto, la codicia, los intereses
particulares, todo lo que caracteriza a la derecha conservadora y
retrógrada degrada la política y la convierte en un negocio
público, más o menos disimulado, pero que todos podemos ver. El
problema de fondo no es tanto que la política sana y democrática
quede destrozada, sino que lo que queda hecha trizas es, una vez más,
la ética, que, se quiera o no, es el alma de la sociedad. Y, con la
ética, el ser humano.
He
pasado fugazmente por la preciosa ciudad de Astorga. Una de las
últimas cosas que vi en ella fue este cartel de un festejo taurino
que organizan el Ayuntamiento de la ciudad y otras entidades "en
homenaje a la mujer española". A él tendrán acceso gratis
"la señora, señorita y menor de 8 años (siempre acompañado
por una persona con entrada)". Yo
creía que estos eventos ya no se les ocurría organizarlos a nadie,
pero por lo que veo esta rancia y discriminatoria manía sigue, lo
cual me lleva a reflexionar brevemente sobre ella.
Dejo aparte el
tema taurino, que ya ha sido tratado por muchos con claridad y que
entenderán quienes quieran entenderlo. Dejo también fuera la
peculiaridad de hacer un homenaje a alguien con tanta sangre y tanta
crueldad por en medio.
Lo que no acabo de entender en estos
momentos es cómo a alguien se le puede ocurrir hacer un homenaje a
la mujer española en una sociedad multicultural y multiétnica como
la nuestra. Parece que hay personas a las que aún no les queda
claro que el deseado crecimiento económico sólo será posible,
dada la actual tasa de natalidad española, con trabajadores
extranjeros. Los organizadores de este acto deberían hacer el
esfuerzo de imaginar una familia, en la que convivieran, por
ejemplo, abuelos, padres, y cinco hijos varones, tres de los cuales
tuvieran parejas extranjeras. Si supusieran que, en un momento de
debilidad, al abuelo se le ocurriera hacer un homenaje "a la
mujer española", ¿a dónde mandarían al abuelo las mujeres
no españolas de la familia? Pues esto es igual.
El anuncio
de esta novillada con tantas referencias a las mujeres no tiene
ninguna pulcritud gramatical. Viendo quiénes podrán tener acceso
gratis a la corrida, cualquier espabilado le puede amargar la tarde
a los porteros y a los responsables del evento. Parece que es sólo
el menor de 8 años el que necesita ir acompañado por una persona
con entrada, porque aparece en masculino y singular. Las señoras y
las señoritas -¡Qué antigua queda esta distinción!- ¿pueden
entrar sin compañía? ¿O es que con alguien con entrada pueden
entrar una señora, una señorita 'y' un menor? Afortunadamente esto
de los toros va a menos, pero se podría montar un altercado
sintáctico de mucho cuidado en las puertas de la plaza discutiendo
de géneros, números y concordancias. Yo creo que es cosa de
meterse a organizar eventos sin saber lo que se hace y sin un mínimo
bagaje cultural, pero allá cada cual.
Lo que más me indigna
como ciudadano, sin embargo, es el tono discriminatorio y machista
que desprende este acto. Fíjense, por ejemplo, en la descripción
de quiénes pueden entrar gratis. Hay, al parecer, cuatro clases de
ciudadanos: señoras, señoritas, menores de 8 años y personas (no
caballeros, sino personas) con entradas. ¿Por qué se priva a las
señoras, a las señoritas y a los menores del tratamiento de
personas? Cualquier estudioso del tema sabe que esto no es sólo una
forma de hablar, sino una forma de pensar y, sobre todo, de tratar a
los seres humanos. Unos son personas y el resto son otras cosas.
Mujeres, por ejemplo, pero no personas. Este cartel es un ejemplo de
libro de discriminación sexista.
¿En qué lugar quedan las
homenajeadas mujeres en este acto? En muy mal lugar, en mi opinión.
¿Qué necesidad tiene una mujer actual de ser "invitada"
a un espectáculo? ¿Es que no puede comprar su entrada como
cualquier hombre? ¿Las consideran "floreros" para darle
colorido al acto? ¿No son seres independientes, con los mismos
derechos que los hombres, y con el mismo tratamiento que ellos? ¿Qué
va a pensar una homenajeada mujer que no tenga una "persona"
con entrada que le acompañe? ¿Es esta la mejor manera de fomentar
la igualdad que tienen los organizadores de este
espectáculo?
Cualquier mujer que sea consciente de su
dignidad como persona se sentirá humillada con estos absurdos
homenajes, que lo que intentan es, una vez más, situar a los
hombres en un lugar más alto que el de las mujeres, a las que
pueden invitar y agasajar a su antojo.
Yo creía que el sexo
servía para comunicarse con otras personas, para lograr placer y
para reproducirse, si se quiere. Ahora resulta que el sexo sirve
también para tener que pagar para ir a los toros, si tienes uno de
ellos, o para que puedas ser invitada, si tienes el otro. Con estas
discriminaciones vamos ya, por lo menos, por el siglo XIX. Y
haciendo daño a las mujeres.
Te invito a leer mi colaboración en la revista LA LLAVE DEL CAMINO. Se titula "La violencia de género es fruto de la discriminación". Puedes verla aquí.
Vamos a considerar hoy la norma que habíamos
dejado pendiente en la entrega anterior y que decía que
“No se puede discriminar a
las mujeres por el hecho de ser mujeres”
¿Es esta una norma jurídica? Según lo que
yo sé, en estos momentos no lo es, aunque tengo entendido que el
PSOE ha presentado una proposición de ley en el sentido de eliminar
estas discriminaciones. Nos interesa, sobre todo, analizar si la
norma en cuestión es moral o no lo es. El argumento en el que hemos
de fijarnos es el de la igualdad básica y fundamental de todos los
seres humanos, sea cual sea su sexo. Este es uno de los adelantos
humanos más importantes habidos a lo largo de la historia.
Ciertamente no todos lo admiten, aunque sean pocos los que se atrevan
a decirlo públicamente, pero salvo que se sea una persona muy
ignorante o con muy poca sensibilidad para lo humano, creo que lo
normal es admitir esa igualdad de derechos de todas las personas.
Quien siga pensando hoy que las mujeres son seres inferiores a los
hombres muy poco habrá avanzado en el camino de convertirse en un
ser humano justo y maduro. ¿Me puedo sentir yo obligado a no
discriminar a las mujeres por ser mujeres? Parece evidente que si
estoy convencido de la igualdad de derechos de todas las personas,
esto será para mí sumamente importante y yo mismo me obligaré a
darles a todos un trato igualitario. ¿Es universalizable esta norma? ¿Deberían
cumplirla todos los seres humanos? Es evidente que sí, que
resultaría un mundo más justo si todos cumpliéramos esta norma. ¿Cumpliría yo esta norma porque con ello
obtendría algún beneficio o mi motivo sería simplemente que es una
norma buena y que se debe cumplir? Parece claro también que lo que
me mueve a mí a no discriminar a las mujeres es que yo la considero
una norma justa, buena y racional. Por tanto, cumple las tres condiciones que
les pedíamos a las normas morales y podemos afirmar que esta norma
es una norma moral. Precisamente la lamentable frecuencia con
que se le da un trato discriminatorio a las mujeres es un síntoma
muy claro del bajo nivel moral de nuestra sociedad. Un Gobierno justo
debería tomar medidas encaminadas a eliminar estas discriminaciones
y a educar a los ciudadanos en la igualdad y en la justicia. Para una próxima ocasión te propongo que
analices el carácter de la siguiente norma:
'No se puede circular en
bicicleta por una acera en la que no hay carril bici'
Me gustaría que me dijeras qué te parecen
estas normas.
Os invito a leer mi colaboración en La llave del Camino. Astorga y Camino de Santiago y a que acudáis, si estáis en Astorga, a la concentración contra la violencia de género.
Con cuarenta grados a la sombra, Alá,
a través de los hombres, obliga a las mujeres a ir con casi todo o
todo tapado, mientras ellos van en pantalón corto y una camiseta
ligera y fresquita.
Con 7 mil millones de habitantes y con
el SIDA aún azotando cruelmente a muchas personas, el dios católico,
a través de los hombres, no permite, al parecer, ni usar el condón
ni otros métodos anticonceptivos.
Otros dioses mantienen al pueblo
dividido en castas, mutilan a niñas o discriminan y maltratan a
quienes les parece oportuno.
¿Quiénes crearon estos dioses tan
baratos? ¿Qué se esconde detrás de todas estas irracionalidades?
¿A quiénes les interesa que se mantengan y se difundan estas
religiones?
El amor está siempre por encima de las religiones. Tenlo presente, como siempre. Buenas noches.
Ayer estuve en las fiestas del Orgullo
2013, en Madrid. Me gustan estas fiestas porque son una explosión de
alegría, de libertad, de color, de humanidad, de convivencia
posible. Me llamó mucho la atención la cantidad de policías que
había en la zona, tanto a pie como en motos y en coches. Me pregunto
si en un espectáculo como una corrida de toros, por ejemplo, en
donde va gente que aplaude la violencia, o en un recital de zarzuela,
que es otro evento musical, hay tantos policías como había ayer en
Chueca y alrededores. Se dedicaban, además, a pedir la documentación
y a registrar bolsos y mochilas a quienes les parecía, cosa que me
dejó bastante preocupado, porque no sólo reprimen, sino que oprimen
y deprimen. Me parece que aunque la sociedad, en líneas generales,
tiene una sana idea de igualdad entre los ciudadanos y no discrimina
a nadie por su orientación sexual, este Gobierno, en cambio, sigue
tratando de peor manera a los que considera diferentes. Me parece que
es una muestra más de la inhumanidad de estos tipos que están en el
poder y de la facilidad con la que discriminan a quienes no toleran.
Volví con un cierto mal sabor de boca.
No te olvides esta noche de dormirte
con un pensamiento cariñoso en la mente. Será como un masaje que la
vida te dará gratis. Estoy seguro de que cuando veas a una de esas
personas en las que piensas al cerrar los ojos, ella sentirá todo el
cariño que le has enviado cada noche. Buenas noches.
Me acabo de enterar de lo que ha dicho Ignacio González, el presidente heredado de la Comunidad de Madrid, en Twitter:
La calle es de quien dicen los ciudadanos; y en Madrid han dicho que es del PP. #EscuelaPPMostoles
— Ignacio González (@igonzalezPP) July 4, 2013
No todos los pobres, no todos los
necesitados, no todos los parados, no todos los maltratados, no todos
los discriminados, no todos los explotados, no todos ellos defienden
la igualdad. Desgraciadamente, sólo lo hacen aquellos que han tenido
la oportunidad de caer en la cuenta de que todos somos iguales, de
que todos tenemos los mismos derechos, de que el mundo es de todos,
de que la vida es de todos, de que la solidaridad es más valiosa que
el acaparar riquezas, de que el exceso de propiedades mata a los
demás, de que el dinero es la condena de los pobres, de que la
alegría tiene que ser de todos, de que el nosotros es más
importante que el yo.
Hay dos maneras de contar lo que uno ve
que pasa cuando mira por la ventana. Una, la normal, que es decir,
algunos son buena gente, algunos son corruptos, algunos están
dormidos, algunos son unos golfos, etc. Otra, la que usan los
fascistas, los discriminadores, los interesados en anular a los que
no son como ellos, que consiste en generalizar los males y favorecer
así la aparición de un iluminado que lo empeore todo: todos son
iguales. Todos son corruptos, todos los políticos son iguales, todos
los hombres son iguales, todas las mujeres son iguales, todos los
catalanes son..., todos los españoles son...
Deberíamos acostumbrarnos, y yo el
primero, a ser más concisos, más concretos y más justos y evitar
la aborrecible y simplona manía de generalizar.